En el dolmen de Las Agulillas

jueves, 3 de marzo de 2016

Texto completo del Pregón de la Feria de 2015 de Villanueva de Córdoba

     Ya se ha publicado el Pregón de Feria que ofrecí el pasado día 2 de agosto de 2015 en Villanueva de Córdoba. Estando ya en papel, hay que usar también las nuevas tecnologías en comunicación y ofrecerlo desde nuestro blog. Para que sea más cómodo he preferido hacer el "clásico copia-pega" en vez de subirlo en archivo .pdf. Debo, una vez más, agradeder al presentador, Daniel Pizarro Camacho, Pregonero de 2014, su enorme generosidad.
     Aclaro que el blasón que aparece abajo en la portada es el del linaje Palomo que desde Cantabria se encaminó a Extremadura, y de ahí al norte de Córdoba, desde donde nos encontramos al menos desde mediados del siglo XVI: dos jabalíes rampantes sobre una encina con bellotas doradas. ¡Vaya!, pensé cuando lo conocí, ni a cosa hecha se podría haber escogido mejor emblema para alguien que vive en las mejores dehesas del mundo, las de los Pedroches.




VILLANUEVA DE CÓRDOBA
PREGÓN DE FERIA 2015

PRESENTACION DEL PREGONERO DE LA FERIA 2015
Daniel Pizarro Camacho,Pregonero de la Feria 2014

Ilma. Sra. Alcaldesa, miembros de la Corporación Municipal, Cronista oficial, anteriores pregoneros, Reinas, Damas y Mister de las fiestas, Director de la banda de música y componentes de la misma, medios de comunicación, paisanos, asistentes y amigos:
Parece que fue ayer cuando ocupé esta tribuna como Pregonero de la Feria 2014 y ha pasado ya un año. Nos encontramos de nuevo en este magnífico escenario para hacer ahora la presentación de quien tomará el relevo como protagonista del Pregón de Feria 2015.
No puedo negar que siento una especial satisfacción por esta oportunidad de llevar a cabo una, necesariamente limitada en el tiempo, exposición de la personalidad de quien este año nos iniciará en nuestras fiestas. Y lo es por su calidad humana, su preparación cultural y su vocación intelectual: nuestro paisano Juan Palomo Palomo.
El hogar de Juan Antonio y Petra, padres de Juan, se enriqueció con la llegada de un nuevo jarote que vio la luz del día en la calle que lleva el nombre de nuestro Patrón San Miguel. Corría el 1963, año que albergó luctuosos sucesos como las desapariciones del Papa Juan XXIII y del Presidente John F. Kennedy, pero también ilusiones esperanzadoras como la enorme manifestación en el Lincoln Memorial de Washington DC, que vivió el discurso I have a dream (yo tengo un sueño) de Martin Luther King.
Ignoro si Juan vino con un pan debajo del brazo, como dice el refrán, pero la verdad es que la llegada al mundo de nuestro pregonero coincidió con la implantación, por vez primera, del salario mínimo en España. Bien es cierto que el mismo ascendía a la exorbitante cantidad de sesenta pesetas al día (treinta y seis céntimos de euro, de ahora), pero eran otros tiempos. Vino también apareada su nascencia, tal vez como premonición de su futura vocación arqueológica, con el descubrimiento ese año del Tesoro de Villena, en Alicante. Constituyó el hallazgo de orfebrería prehistórica más importante de la península ibérica y segundo de Europa, sólo superado por el de las Tumbas Reales de Micenas en Grecia. Lo constituyen 59 piezas de oro, plata, hierro y ámbar, con un peso de unos 15 kilos, una antigüedad de unos 1.000 años A.C. y procedente de la Edad de Bronce tardío.
Juan se considera genética y espiritualmente, con el mayor orgullo, descendiente de pizarreros, concretamente de los originarios de la zona entre los Puntales y el Barranco de los Tolones. No le falta razón, porque aquellos intrépidos y tesoneros paisanos supieron, a través del esfuerzo, la abnegación y las privaciones, domeñar la agreste Sierra Morena haciéndola productiva.
Su niñez y adolescencia estuvo imbricada en la trastienda de uno de aquellos pequeños comercios de la época. Recuerda, orgulloso de su familia y entorno, que colaboró a la economía familiar partiendo en el patio, con martillo y cincel, miles de kilos de pescada congelada, o subiendo a pie, por las graces, hasta la cámara, centenares de cajas de galletas.
Su cualificación académica es Diplomado Universitario en Trabajo Social, aunque reconoce que disfruta mucho más como archivero de la Parroquia de San Miguel de Villanueva. Historiador autodidacta, anda lidiando académicamente la materia en la Universidad a Distancia.
Con su exquisita sencillez confiesa que no tiene vocación de escritor, y lo que más le place es leer, conocer cosas nuevas. Sin embargo, movido por su afán de compartir, por hacer llegar a los demás las cosas de las que ha disfrutado conociendo, ha dado a luz, -dándole a la tecla como dice él-, hasta el presente, a tres libros:
-Del origen de Cardeña (Notas para la historia de Cardeña, Azuel y Venta del Charco) 1999.
-Villancicos de las Misas de la Virgen de Villanueva de Córdoba (De la tradición de los Pedroches), 2000.
-Historia de la Cooperativa San Miguel de Villanueva de Córdoba (1959-2011).

Se manifiesta también como articulista, y entre los trabajos publicados destacan:
- "La red viaria antigua en los Pedroches orientales (Córdoba)”, El Miliario Extravagante 87, 2003.
- "Los molinos hidráulicos en la Antigüedad", Espacio, Tiempo y Forma 19-20, 2006-2007.
- "Evolución de los caminos de Córdoba a Toledo por el norte de Córdoba desde la Antigüedad hasta la Edad Moderna", Almirez 18, 2012.
Colabora frecuentemente con el Boletín Informativo de la Asociación de Cabezas de Familia, publicando sustanciosos textos. En la Revista de Feria anual, su firma aparece cada año. También hace sus pinitos con los nuevos mecanismos de comunicación en los que, con su acostumbrada modestia, manifiesta en el argot jarote que no es, precisamente, un aguililla, pero que ha aportado sus granitos de arena, como:
- Contenidos históricos de la página en internet de la Cofradía de la Virgen de Luna de Villanueva de Córdoba.
- Creador del blog Historia desde la Jara, dedicado exclusivamente a la historia y arqueología de los Pedroches.
A título personal recomiendo, a todos los presentes, hacer inmersión en sus publicaciones y en su blog, porque estoy seguro que disfrutarán de sus trabajos y aumentarán el conocimiento cultural sobre nuestra tierra.
Es un impenitente buscador e indagador de funerarios dólmenes e inhiestos y fálicos menhires, investigador infatigable de datos y circunstancias arqueológicas, históricas, socioeconómicas, culturales e incluso gastronómicas de nuestro amado pueblo y comarca. Se mueve en todos los terrenos y lo mismo investiga la antroponimia local, las necrópolis en roca, los molinos hidráulicos, los ilustres paisanos de la época del Califato, la industria lanera o el salmorejo jarote.
Recuerdo que hace algunos años coincidimos en un Congreso Internacional de Molinología, en el cual presentaba una ponencia, precisamente, sobre el encuadre histórico de los molinos hidráulicos. A partir de entonces tuve un especial interés en conocer su trabajo porque aprecié en Juan una gran dedicación y un excelente cuidado hacia el enfoque científico de la historiografía: con basamentos firmes en documentaciones serias y una fiable información bibliográfica, todo ello unido a un exhaustivo y analítico trabajo de campo.
Baste para ello, como ejemplo, hacer referencia a un amanecer del solsticio de verano,-que tuvo el placer de contemplar y transmitir fotográficamente-, a los pies de un dolmen en Torrubia, inusualmente orientado, para comprobar “in situ” su teoría basada en una justificación astronómica que originaría la disposición topográfica particular del megalito.
Reflejan su sensibilidad hechos como la ilusión con que realiza las excursiones ecológico culturales con su sobrino Juanito, iniciándolo en el conocimiento de los yacimientos prehistóricos, así como, -aún autoclasificándose encuadrado en el grupo tercero que define Caro Baroja, como un no incondicional amante de todas las tradiciones- en la gran inenarrable emoción que sintió cuando fue alabardero de la Virgen de Luna, el año 2012, como hermano mayor, y portó la enseña empuñada por tantas generaciones de manos jarotas.
Es exigente en sus investigaciones. Crítico con las, con frecuencia, conclusiones erróneas, equivocadas o infantiles emitidas sobre yacimientos o restos. Lo hace, incluso en ocasiones, con enfoque humorístico, como es el caso del petroglifo de la Venus Oronda de Las Aguzaderas, al que califica procedente, ni mucho menos de época prehistórica, como algún advenedizo aseveraba, sino del bautizado por él Pizarriense Reciente.
Para estar a tono con el carácter historiador que impregna la personalidad de nuestro pregonero, y contando en parte con su sentido del humor, quiero finalizar su presentación con unas referencias pretéritas relacionadas, de alguna manera, con su figura.
Luce nuestro amigo el apellido Palomo y además por duplicado. A titulo anecdótico recojo la exótica, pintoresca y cronológicamente increíble versión sobre su linaje. Según el genealogista Piferrer, en su obra Nobiliario de los reinos y señoríos de España, tiene su origen en el jefe de una tribu importante en la provincia del Chaco, en la India oriental. Al parecer, con gran fervor religioso, a finales del siglo XIV, deseó abrazar el catolicismo y Juan I de Castilla le concedió la Condecoración de la Orden de la Paloma,  pasando a llamarse, -imagino que en honor al rey y a la orden concedida- , el primer Juan Palomo de la historia.
Tiene Juan asimismo un homónimo, aunque no por supuesto relación de parentesco que yo sepa, en Diego Padilla, uno de los siete niños de Ecija, que adoptó el nombre de batalla de Juan Palomo. Intrépido bandolero, romántico y altruista, amigo de El Tempranillo, que cabalgó Sierra Morena y se refugiaba en la Casa Grande de la cercana Fuente la Lancha.
Pero quizá la referencia más usual y tópica relacionada con su apellido deba su origen a Francisco de Quevedo que, en una de sus múltiples poesías burlescas titulada “Letrilla Satírica III”, que forma parte de un conjunto de veinticinco, versifica:
Más estimo un dan que un don;
y es mi fuerza y vigor tanto,
que un testimonio levanto,
aunque pese más que plomo.
Yo me soy el rey Palomo:
yo me lo guiso y yo me lo como.

En la transmisión oral popular, con el tiempo, el original vocablo rey fue trastocado por Juan y, en esta transferencia, aparece el protagonismo de nuestro pregonero: “Juan Palomo, yo me lo guiso y yo me lo como”.
Es cierto que en el día de hoy, esta paremia es correcta tan solo a medias, ya que si bien el pregón ha sido cocinado en su totalidad por nuestro amigo Juan -se lo ha “guisado” él solo-, también es verdad que nos va a hacer participes a todos de él, compartiendo con nosotros tan preparado manjar.
Por ello, en su condición de pregonero 2015, aprovechando esta analogía culinaria, con el mayor afecto: tienes la palabra “chef”.

Villanueva de Córdoba, 2 de agosto de 2015.


PREGÓN DE LA FERIA Y FIESTAS DE VILLANUEVA DE CÓRDOBA 2015
Juan Palomo Palomo.

Ilma. Sra. Alcaldesa; señoras y señores concejales; señor Cronista, Reinas, Damas y Místers de nuestra feria; queridos paisanos y amigos.
Cuando en nombre de la Corporación la Alcaldesa, Doña Dolores Sánchez Moreno, me propuso dar el Pregón de la Feria de este año intenté unas hábiles maniobras elusivas, que, evidentemente, resultaron infructuosas. Como dijo un famoso personaje literario, hay ofertas que no se pueden rechazar.
Asumida la cuestión, el asunto, además de orgullo, y satisfacción, me llenó sobre todo de responsabilidad. Y de auténtica zozobra. En primer lugar, porque no estoy aquí como individuo particular, sino como depositario de la confianza de nuestros representantes democráticos, para, en nombre de la comunidad de Villanueva de Córdoba, realizar un “discurso elogioso en el que se anuncie al público la celebración de nuestra feria y se le incite a participar en ella”.
En segundo lugar, por la forma de dicho discurso elogioso. Dado su carácter, es frecuente que se haga desde la emotividad, desde los sentimientos; desde unos recuerdos y vivencias comunes que nos hacen sentir y considerar que pertenecemos a un cuerpo social. Mis ilustres antecesores han tratando desde este enfoque, de modo magistral, a la feria, a Villanueva y a sus gentes. Proseguir por esa senda hubiera sido iterativo, y no tendría mucho nuevo que aportar.
Esta era mi preocupación: ¿qué puedo ofrecerle a mi pueblo? Mi ámbito de conocimiento es la Historia, y ya que en el cartel anunciador dice: “Feria y fiestas de Villanueva de Córdoba”, les invito a que demos un paseo histórico por eso, por las ferias, las fiestas y los orígenes de Villanueva de Córdoba. Un paseo para hacer gana de feria

1.- FERIA.

1.1.- Las ferias en general.

Las ferias son el primer elemento a tratar.
Hace más de un siglo que el Padre de la Historia Jarota, don Juan Ocaña Prados, describía la tradicional feria de San Miguel, diciendo: “La llamada impropiamente feria se componía de algunas tiendas de juguetes, puestos de cristal y loza, de calzado, espartos, cordeles, hierros y otras menudencias, sin faltar los turrones y golosinas”. Don Juan Ocaña sabía que desde la Edad Media las ferias habían sido otra cosa.
Desde sus orígenes medievales las ferias tuvieron sustanciales diferencias con los simples mercados. Como decía Alfonso X en sus Partidas, mercado es el lugar “do se ayuntan los homes a comprar e a vender las sus cosas”. Su frecuencia era alta, celebrándose diaria o semanalmente. El objetivo primordial del mercado era abastecer a la población de productos básicos, dando salida a los excedentes de los campos cercanos.
Las ferias, en cambio, se celebraban una o incluso dos veces al año, con una duración superior a una semana. Los productos que se mercadeaban en ellas podrían proceder tanto de las inmediaciones como de lugares lejanos, y su finalidad no era proveerse para el día a día, sino el abastecimiento durante largo tiempo o de mercancías poco frecuentes.
A partir del siglo XII Europa occidental se llena de ferias; la más antigua de los reinos hispánicos es de 1116, aunque fue en el siglo XV cuando se creó la más famosa de todas, la de Medina del Campo.
Durante la Edad Moderna los reyes españoles protegieron y apoyaron con privilegios las más destacadas, pues sabían que formaban el principal circuito de mercancías y capitales imprescindibles para sostener la monarquía. Así que durante el siglo XVI el auge de las ferias castellanas fue extraordinario.
En el siguiente siglo, el XVII, tuvo lugar su irreversible declive, cuya principal causa fue el enorme apuro de las finanzas de la monarquía, que acabaron que agotar y arruinar a estos circuitos comerciales: al estar la hacienda real tan estrechamente vinculada a las ferias, su déficit crónico las arrastró consigo al desastre.
Entre los siglos XVII y XIX se produce un gran desarrollo industrial, y las ferias tienen una importante transformación: de ser lugares donde se realizan intercambios comerciales, pasan a ser medios para promover los avances tecnológicos de un país y mecanismos para impulsar la actividad comercial.
En definitiva, el concepto de feria y sus elementos han ido evolucionando a lo largo de los siglos. En la Edad Media, cuando las comunicaciones eran peligrosas y difíciles, cuando eran escasos los sitios donde encontrar objetos de lujo o de primera necesidad, esas grandes reuniones de gentes de todos los lugares eran florecientes y tenían un objetivo de aprovisionamiento. Posteriormente, a la feria se le unió el concepto de fiesta: con sus tenderetes móviles, sus mercancías variadas y no frecuentes, con espectáculos, con asistentes que acudían solo por divertimento, las ferias tenían como principal cometido proporcionar diversiones a la población. Y es en este ámbito donde se encuadra nuestra feria jarota.

1.2.- Las ferias de Villanueva de Córdoba.

Escribía don Juan Ocaña Torrejón que desde tiempo inmemorial se celebraban en la Fuente Vieja las fiestas de septiembre o San Miguel. Creo que es algo lógico al ser el espacio público más amplio (su extensión se vio reducida en el siglo XIX al vender parte de sus terrenos), dado que la explanada inmediata a la iglesia de San Miguel, lugar utilizado como cementerio hasta 1813, estaba circundada por una pared que iba de una a otra de las puertas laterales de la iglesia, manteniéndose dicho muro hasta mediados del siglo XIX.
En principio, las fiestas en honor al patrono local, San Miguel, comenzaban el 29 de septiembre y terminaban el primer domingo de octubre. En la Fuente Vieja se instalaban puestos de venta de cristal, loza, calzado, etc. para los adultos; y los tenderetes de juguetes, turrones y golosinas, caballitos de madera, pim, pam pum para los niños. En los primeros años del siglo XX aparecieron novedades feriales, como cine, o corridas de toros en una plaza construida al final de la calle Luna.
En 1910 el alcalde de Villanueva, don Matías Moreno Blanco, se propuso darle más carácter y entidad a la única fiesta popular anual de la localidad.
Dado que no existía disponibilidad presupuestaria desde el Ayuntamiento, el alcalde recurrió a la iniciativa privada, convocando una reunión entre los principales comerciantes e industriales, a quienes expuso su proyecto. Fue aceptado con entusiasmo, creándose una comisión ejecutiva para hacerlo realidad.
La feria de 1911 discurrió entre el 29 de septiembre y el 2 de octubre. Cucañas, globos aerostáticos, corridas de toros, funciones de teatro y cinematógrafo, bailes públicos y de sociedad, fin de fiesta con una función de fuegos artificiales en el nuevo y flamante Paseo de la Estación, compusieron el programa de festejos. Decía Ocaña Prados que “lo que más llamó la atención del público en esta festividad fue la soberbia iluminación colocada en la Plaza Constitucional, en la plazuela de la Fuente Vieja y en el trayecto que media entre ambas… Construyéronse arcos adornados con esmero, escudos, banderas, gallardetes, farolillos a la veneciana… realzado por la intensidad del alumbrado eléctrico… en cada arco había cinco bombillas de 16 bujías”. El siglo XX había llegado a Villanueva.
Anticipándose a la tendencia de las ferias sectoriales actuales, se celebró una feria de ganado en el recién estrenado Paseo de la Estación ese mismo año de 1911.
A partir de entonces, la feria fue cambiando de fechas y de localización. En 1913 fue trasladada al Paseo de la Estación, aunque duró poco allí, ya que en 1914 pasó al Calvario, donde continúa. En 1917 se modificó su fecha, llevando su inicio al 19 del mismo mes, aunque tres años después se consideró que debería comenzar el 15 de septiembre. Quizá para ajustar más su celebración al ciclo agrícola, pues a mediados de septiembre, generalmente, se estaba a la espera de las primeras lluvias otoñales que permitieran las labores en el campo.
En 1971 pasó a celebrarse el 4 de agosto, para permitir, sobre todo, que las personas que habían emigrado recientemente pudieran retornar a sus orígenes en las vacaciones estivales.
En 1997 se produjo la última modificación, decidiendo que comenzase el primer martes de agosto y acabase en la madrugada del domingo, ocupando prácticamente una semana natural completa.
Durante buena parte del siglo XX se celebraba una feria de ganado coincidente con la de San Miguel, al principio en el Paseo de la Estación y posteriormente en el Calvario. En la de 1968 tuvo lugar la I Feria Exposición de Maquinaria Agrícola del Valle de los Pedroches, lo que era un salto cualitativo en la oferta ferial.
Aunque la mayor innovación en este aspecto ha sido la creación, en 2001, de la Feria del Jamón Ibérico, al comienzo de Villanueva en particular, y luego de los Pedroches en general. Tiene como objetivo dar a conocer la excelente calidad de los productos derivados del cerdo ibérico criado en la comarca, siendo sobre todo la degustación de jamón lo que prima.
Esta feria del Jamón, junto con la Denominación de Origen de Ibérico de los Pedroches, ha contribuido a que desde nuestra tierra se inicie en serio una nueva forma económica, pasando de ser de meros vendedores de ganado a industriales que venden sus jamones. Hasta hace poco, todas las plusvalías y valor añadido del cerdo ibérico salían de nuestro centro de producción; el objetivo es que todos ellos repercutan en los productores y en la comarca. La Feria del Jamón tiene el cometido primordial de dar a conocer la excelente calidad de nuestros productos: lo que no se conoce, no se compra.

2.- FIESTAS.

2.1.- El carácter de las fiestas.

Las fiestas son el segundo elemento a considerar. Aunque parezca una contradicción, las fiestas son una cosa muy seria. El mismísimo Yahvé, poco dado a las bromas, se lo dejó bien claro, y por escrito, a Moisés en sus tablas de la ley: santificarás las fiestas; él mismo se había tomado un día de fiesta tras la creación del Universo.
Creo que las fiestas tienen su causa primera en una característica de nuestra especie que nos distingue del resto de homínidos: la capacidad para entrar en la mente del otro, para saber lo que piensa. Los conocimientos y la experiencia se multiplican y se transmiten, tanto horizontalmente, entre los miembros de un conjunto, como verticalmente, de generación en generación. Esto nos llevó a evolucionar no como individuos, sino como grupo. Pero esta común unión puede generar tensiones, tanto en las relaciones de los individuos entre sí como entre diferentes grupos. Así que de tanto en cuanto haya que realizar ritos o ceremonias que reafirmen el carácter grupal de una comunidad. Al unirse a la perspectiva religiosa, los ritos y celebraciones impusieron el acatamiento de los principios que permitían la cohesión y el orden sociales.
El carácter comunitario de las fiestas ha sido resaltado por quienes las han analizado desde un punto de vista sociológico y antropológico. Por citar a dos grandes, Émile Durkheim consideraba que la fiesta primitiva era como una efervescencia colectiva, una de las formas elementales de la vida colectiva y la expresión de una solidaridad mecánica. El uno totalitario predomina sobre el átomo individual. Don Julio Caro Baroja, en su obra El carnaval, define a la fiesta como el hundimiento del individuo en el subconsciente colectivo.
El tiempo es un componente esencial de la fiesta, pues, además de su carácter de cohesión social, la fiesta es una ruptura del hábito, la negación de lo cotidiano y la trasgresión de las normas establecidas. El tiempo festivo es universal y cósmico, se produce y reproduce constantemente; hay un nacimiento, un desarrollo y una muerte de la fiesta, lo que sirve para generar y regenerar la cultura de un grupo social.
La fiesta es también el momento de inserción en la comunidad de nuevos miembros, que asumen los valores culturales del grupo, o de reencuentro de los que se encuentran diseminados.
Al igual que el sueño nos sirve para eliminar los residuos de la actividad diaria, las fiestas son también las ocasiones que sirven de catarsis, de limpieza purificadora de la comunidad.
La fiesta, pues, se nos muestra como una Jano Bifronte (o el águila imperial de los Austrias de nuestro escudo), con dos caras aparentemente opuestas pero que forman parte de un único cuerpo, de una única realidad social: ceremonias y ritos de cohesión social de carácter grupal, pero también “regocijo dispuesto para que el pueblo se recree”, como dice el DRAE.
Hasta prácticamente mediados de la década de 1960, cuando la cultura del ocio estaba aún por descubrirse, eran muchas familias que vivían en los campos durante meses, y tenían en esos pocos días de feria el único escape anual a la rutina de las labores agrícolas. Y como tal era vivida, con el regocijo que ofrece lo escaso.
Hoy en día nuestros hábitos han cambiado, los motivos que dieron lugar al cambio a agosto de la feria ya no se dan, y quizá fuera positivo que la feria volviese a septiembre, al primer martes de septiembre, por ejemplo, para que no coincidiera con las vacaciones de agosto de la mayoría de la población, ni tampoco con el calendario escolar. Nuestra feria y fiestas locales deben potenciarse, pues no debemos olvidar que constituyen un elemento primordial de nuestra identidad grupal, tanto para nosotros mismos como ante las comunidades vecinas.

2.2.- Otras fiestas de Villanueva de Córdoba.

La feria de agosto, antes de San Miguel, es la fiesta que celebra de forma institucional la comunidad de Villanueva de Córdoba, pero hay en el ciclo anual otras que también pueden definirse de jarotas, tanto por su forma o por la manera de manifestarse.
La primera en el calendario es la de San Sebastián, el 20 de enero. Es la fiesta de los aceituneros, pues era en esos días cuando se estaba desarrollando la plena recolección de aceitunas. Es una fiesta jarota en tanto otras localidades cercanas celebran la misma fiesta días antes, el de San Antonio. Cuando las gentes pasaban largos periodos en los olivares, este era un día especial; la víspera del Santo se hacían grandes candelas en los cortijos, visitándose unas faneguerías a otras y culminando la velada con cantos y bailes. Hoy en día, las candelas que se hacen en lo Alto del Santo, junto a la ermita de su titular, mantienen esta tradición.
Prosiguiendo en el calendario, a la espera de la primera luna llena de la primavera, la Semana Santa se inaugura en Villanueva diez días antes del Domingo de Ramos, en una procesión exclusivamente jarota: La procesión de las Velitas. Su origen pudo estar en el traslado de la imagen de la Virgen de los Dolores desde la iglesia de San Miguel a la ermita de Jesús, en la calle Real, aunque luego acabara consolidándose como uno de los elementos más singulares de la cultura jarota, pues junto a la Virgen, los protagonistas de ella son los niños, que la acompañan portando velas, cuyo adorno tradicional eran azucenas de papel. El desfile de los niños acompañando a la Virgen de los Dolores es absolutamente entrañable y lleno de emotividad, y sientes que es el futuro de Villanueva el que pasa delante de ti.
Cincuenta días después del Domingo de Resurrección, en el Lunes de Pentecostés, tiene lugar la que considero la auténtica fiesta nacional jarota: la romería de la Virgen de Luna, en la que su imagen es traída desde su ermita a Villanueva, donde permanece hasta el segundo domingo de octubre, en que es llevada de nuevo al santuario. El que podamos hacer hoy esta romería no fue gratuito, nuestros antepasados jarotes tuvieron que luchar, y no solo en sentido metafórico, para realizarla. Los primeros pleitos con otro municipio cercano datan de 1589, reactivándose durante 1681-1685. No cejamos en nuestro empeño, y cada año celebramos su llegada. La procesión del Lunes de Pentecostés en Villanueva de Córdoba es como el Aberri Eguna o la Diada jarota, pero con la diferencia de que es mucho más antigua, y no es artificial, sino que  nació del pueblo, quien la mantuvo y la vive con júbilo. Es cuando se muestra de modo inequívoco el, digamos, sentimiento nacional jarote. Por eso, cuando se produjo el gran éxodo migratorio de los años 60-70 del pasado siglo, en los dos lugares donde residían más personas naturales de Villanueva, en Barcelona y Madrid, se crearon hermandades de la Virgen de Luna. Fue usual entre los emigrantes andaluces que, para reafirmar su identidad al residir en otros lugares, se unieran o crearan cofradías de la Virgen del Rocío. A los jarotes que habitaban en Madrid o Barcelona no les hacía falta, nuestra Virgen de Luna era el símbolo, el icono de nuestra comunidad, Villanueva de Córdoba, lo que la representaba y lo que la definía. No nos hacía falta nada más, y mucho menos si era ajeno a nuestra tradición. Bien visto, ¿cuántos pueblos hicieron lo que nuestros paisanos allí, seguir manteniendo su cultura, ritos y símbolos, allá en tierra extraña?

3- VILLANUEVA DE CÓRDOBA.

3.1. Encina Enana, Villanueva de la Jara, Villanueva de Córdoba.

El tercer y último elemento a considerar en nuestro paseo es Villanueva de Córdoba.
Don Juan Ocaña Prados recogía la tradición según la cual nuestra localidad surgió tras la Peste Negra de 1348, a partir de vecinos de Pedroche que huyeron de ella. En realidad, eso es lo que dice Luis María Ramírez de las Casas-Deza en 1840, pero refiriéndose a Torrecampo.
La hipótesis más extendida sobre el origen de las villas de la comarca las hace proceder de Pedroche. Es lo que escribió en 1660 el franciscano Fray Andrés de Guadalupe en su Historia de la Santa provincia de los Ángeles.
Ninguna de las dos tradiciones se basa en ninguna fuente escrita, sino que entran dentro de lo legendario.
Basándonos en los documentos, la primera referencia sobre Villanueva de Córdoba, con su primigenio nombre de Encina Enana, es de un siglo posterior a la Peste Negra, ya en el siglo XV. En el traslado de una escritura fechada el 26 de septiembre de 1437, un testigo, natural de Adamuz, “...dixo ql tenia de por suya la dicha posada dl guijo q gla qmo un ome de Ensina Enana...” (“dijo que él tenía de por suya la dicha posada de El Guijo que la quemó un hombre de Encina Enana”). [Una pequeña digresión: se había comentado que el prístino nombre podría haber sido Encina Nava, que no Encina Enana, pero en este documento, que dio a conocer don Miguel Muñoz Vázquez en la Revista de Feria de Villanueva de Córdoba de 1989, es perfectamente legible la palabra “Enana”; al igual que en el documento de 1499 que se citará a continuación. Fin de la digresión.]
El lunes 6 de mayo 1499 un representante de los habitantes de Encina Enana solicitaba del cabildo de Córdoba que se cambiase el nombre por Villanueva de Córdoba, lo que aceptó el cabildo, mandando igualmente que se proveyese de un alcalde y un escribano. Hay que reseñar que Encina Enana no tenía entonces entidad jurídica municipal propia, era un “lugar” dependiente administrativamente de Pedroche. Ese alcalde (cuyo nombre proviene del árabe al cadí, juez) era un juez, que sólo entendía en asuntos de materia civil de cuantías no superiores a 300 maravedís. Para apelaciones a sus sentencias, o en cuestión penal, tenía que remitirse a las instancias superiores de Pedroche o Córdoba.
Al analizar la documentación del proceso que desembocó en la independencia jarota, don Juan Gregorio Nevado Calero (de la Real Academia de Córdoba), hace unas interesantes apreciaciones. Encina Enana no es denominada nunca “aldea”, sino “lugar”, habiendo diferencias entre ambos conceptos: Lo que define a esta palabra, lugar, es que no tiene jurisdicción propia, está sujeto a otra entidad local superior. Aldea, al contrario, es una expresión que generalmente va acompañada de su villa matriz, y que tiene un gran peso económico y social en el territorio. Al ser nombrada siempre como lugar, en opinión del señor Nevado Calero, “expresan la inexistencia del vínculo directo entre el pueblo matriz y el nuevo centro de población”.
Una muy interesante consideración, que rompe el mito del origen común de las villas en Pedroche de Fray Andrés de Guadalupe. Costumbres jarotas únicas en la comarca como el uso de nuestra hierba de San Juan, Sedum ampexicaule, o la ausencia del yeyeo en el habla, tan frecuente en el resto de la comarca, parecen apuntar a ese origen diferenciado de los jarotes primigenios (o, al menos, de un grupo significativo) que, por ahora, de existir, se nos muestra oculto.
Prosigue don Juan Gregorio Nevado que, "al cambiar el nombre de Encina Enana escogieron uno que asume la identificación jurídica y al mismo tiempo el ámbito jurisdiccional: por un lado villa y por otro Córdoba. Seguro que fue un acto de inteligencia y valentía mezclado con audacia", porque, en puridad, no tenía la condición de villa, aunque pretendiera defender los intereses de sus habitantes, planteando un pleito ante la Chancillería de Granada en 1541-1545 contra Pedroche sobre el control y el aprovechamiento del término.
Algunos motivos para buscar la independencia de Pedroche aparecen explícitos en la documentación de la época, mientras que otros se nos muestran implícitos. Los jarotes de entonces argumentaban los perjuicios que les producía estar a tres leguas de la villa donde se impartía justicia, lo que hacía que muchos renunciasen a pleitear por los gastos e inconvenientes que acarreaba dejar sus labores y heredades: ello suponía desgobierno e injusticia. También debían sentirse perjudicados en el reparto de los bienes de gestión comunal, o en el repartimiento de impuestos a satisfacer. Podría ser, en realidad, que las élites locales buscaran el dominio directo de la población sin intromisión de otro concejo, algo que las beneficiaba a ellas e igualmente a la ciudad de Córdoba, que contaba con un nuevo centro de recaudación y aumentaba su poder como entidad jurisdiccional intermedia, reforzando su influencia en el gobierno central al ser una ciudad con voto en Cortes.
La oportunidad se produjo a finales del reinado de Carlos V. Las enormes necesidades de la corona en su lucha con protestantes alemanes, católicos franceses, sarracenos norteafricanos y turcos hicieron que obtuviera nuevos ingresos por la venta de jurisdicciones de lugares y aldeas dependientes de la monarquía.
El 18 abril 1553 se expedía el documento que concedía la exención jurisdiccional de Villanueva de Córdoba, otorgándole el título de villa. Sus 280 vecinos y moradores (entre mil y mil doscientas personas) pagaron por ello 700.000 maravedís, equivalentes a 2.000 escudos de oro. A razón de 3,38 gramos por escudo, entraron en las reales arcas 6,76 kilos de oro, por lo que la independencia habría equivalido a unos 200.000 euros de hoy.
Otro nombre con el que aparece nuestra localidad es el de Villanueva de la Jara, hasta en mapas o enciclopedias del siglo XVIII. No fue nunca su nombre oficial, pero al haber ya en la zona otra Villanueva, primero del Marqués y después del Duque, y estar en el corazón de la Dehesa de la Jara, fue llamada así, Villanueva de la Jara. Y jarotes sus habitantes.

3.1. Al principio, fueron el agua y los caminos.

El marco general en que nuestra localidad nace, crece y alcanza su mayoría de edad (siglos XV a mediados del XVI) fue favorable para el crecimiento de la población española en general. La cuestión es por qué Villanueva surgió donde hoy nos encontramos. La respuesta, que ya anticipó don Juan Ocaña Torrejón, está en los caminos, que constituyeron los ejes que articularon el inicio y desarrollo urbano.
El primero de estos caminos fue el que denominamos popularmente “del Armillat”, por transitar por el río Guadalmellato. Fue la principal vía de comunicación entre Córdoba y Toledo durante el califato omeya, en los siglos X y comienzos de XI. Discurría por la actual Villanueva por las calles Laguna del Pino, Sol, Nieve, Cruz de Piedra, Ventura, las Cañadas, Torrecampo, para continuar al norte en dirección al Puerto Mochuelo. Precisamente en la calle Ventura existía una inscripción árabe fechada en el año 1002, de carácter conmemorativo, aunque no sabemos exactamente sobre qué. Con la disolución del califato en el año 1031 el camino de Armillat se abandona.
Tras la toma de Córdoba en 1236 la red viaria entre el centro y el sur peninsular va variando y ampliándose. En el año 1273 se crea el Honrado Concejo de la Mesta, que se reglamenta en 1347, y aparecen las vías pecuarias para el tránsito del ganado trashumante, en muchas ocasiones empleando caminos antiguos y vías romanas.
Uno de estos caminos de carne, la Cañada Real Soriana llegaba a tierras cordobesas tras cruzar el Guadalmez, separándose de ella un ramal que, dejando a su derecha a Torrecampo continuaba hasta los parajes donde se halla Villanueva, y aquí se dividía en tres caminos: el llamado de Encina Enana a Adamuz; el camino del Rongil, que se dirigía a Obejo, y el tercero el camino del Armillat que se citaba anteriormente.
No se sabe cuándo surgió Encina Enana. El catalizador para que fuera aglutinándose población pudo ser una venta, como propone Ocaña Torrejón, pues sí tenemos constancia de que Conquista, Cardeña, Azuel y Venta del Charco son localidades que nacieron al albur de una venta en un camino.
Acaso colaboró otro factor: la abundancia de agua subterránea. Hay que recordar que Villanueva se encuentra inmediata a la divisoria de cuencas del Guadiana y Guadalquivir, por lo que no hay arroyos de entidad, y esos acuíferos son muy importantes para el ganado trashumante o de simples viajeros.
Según la tradición, la zona más antigua del pueblo es la comprendida por las calles Casas Blancas, Cañadas, Torrecampo y Castillejos, pero no hay ningún documento que avale, o no, esta hipótesis.
El camino del Armillat, ya convertido en vía pecuaria, pudo ser el primer eje urbano de Villanueva, aunque, como ya observara don Juan Ocaña Torrejón, con una ligera variante respecto a su trazado original: en la calle Sol, en su cruce con calle San Blas, comienza una larga cuesta que culmina en el Cerrillo de la Nieve. Para evitarla desde el callejón de los Mazacotes giraría a la izquierda, y por la calle Empedrada llegaría a la Fuente Vieja, que podría haber sido el primer foro urbano. Cerca de ella, en la esquina de las calles Cerro y Conquista (frente al teatro) estuvo la cárcel vieja, acaso construida cuando en 1499 se dieron las primeras autoridades. El final de la calle Cerro enlazaría con el trazado del antiguo camino califal.
Junto al camino se encuentran numerosos pozos públicos: la Fuente de la Estrella, la Fuente Vieja, el de la Cruz de Piedra, Cañada y Fuente del Sordo.
Durante los siglos XII al XIV la presión cristiana sobre la zona del noreste de Córdoba hizo que los caminos que iban desde el Guadalquivir hasta el centro peninsular fueran desplazándose al oeste, por Pedroche y Belalcázar; pero esta no es la dirección natural, pues Toledo queda al noreste de Córdoba. Una vez que la situación bélica se había calmado, y la frontera estaba al sur de la provincia, el concejo cordobés solicitó del rey en 1394 que se le otorgaran beneficios fiscales a una docena de ventas para reactivar el tráfico comercial y de viajeros por dos caminos que tenían un trayecto más corto y cómodo para viajar desde Córdoba a Toledo.
Uno de ellos, llamado del Villar, iba desde Córdoba por la cuesta de Santo Domingo hasta Obejo, donde enlazaba con el que se dirigía hacia Villanueva que se nombraba arriba.
El otro cruzaba la sierra para llegar a Adamuz, prosiguiendo hasta el norte. Fue el que se pobló de las ventas franquiciadas que a todos nos suenan, como Venta Orán, Venta los Locos, Venta Velasco o Ventas Nuevas. Este camino de Toledo a Córdoba por Conquista y Adamuz, el Camino Real de la Plata, se convirtió en la vía más importante de comunicación entre el centro y sur peninsular (hasta que Carlos III desplazó el camino por Despeñaperros). Al llegar a las inmediaciones de la estación del AVE el viajero podía ir desde el Camino de la Plata hasta Villanueva por la vía pecuaria de ésta a Montoro.
Al entrar en la actual población el camino discurría por las calles Adamuz, Córdoba, San Sebastián, Real, Plaza de España. Desde aquí el viajero podía ir hasta Pedroche por la calle Herradores, o enlazar de nuevo con el Camino de la Plata por las calles Mártires, Conquista, Cruz de Piedra y Navaluenga.
Este tramo de camino se convertiría en el nuevo eje urbano de Villanueva. Una amplia explanada, la plaza, donde el agua subterránea es abundante, fue el núcleo de la vida social jarota. Se levantó la iglesia principal, la de San Miguel, aunque en el mismo camino también se construyeran dos ermitas en el siglo XVI, la de Jesús y la de San Sebastián. Quizá como consecuencia de la nueva categoría de Villa a partir de 1553, se levanta un edificio para el Concejo municipal, la audiencia. También se construye en el mismo sitio un pósito, para almacenar las cosechas de cereales, el actual ayuntamiento. Como en todas las poblaciones de entonces, junto a la iglesia principal se hizo el cementerio, que se mantuvo allí, como decíamos, hasta 1813.
El otro camino que buscaba potenciar el cabildo cordobés, el del Villar-Obejo-Villanueva, también influyó en la configuración del callejero: entraba en el pueblo por el Calvario, prosiguiendo por la calle Moreno de Pedrajas. Al llegar a la Cruz Chiquita se bifurcaba, pudiendo ir por la izquierda, calle del Torno o de Ramón y Cajal, hasta la Plaza, y enlazar hacia Pedroche o Conquista. Por la derecha proseguía por las calles Atahona, Cervantes, Empedrada para llegar a la antigua Fuente Vieja.

Y tras este paseo por nuestra historia y nuestras calles, debemos recordar el sabio consejo de nuestros mayores: “En tiempo de melones, pocos sermones; y en época de sandías, menos todavía”.
Pero como pregonero vuestro que soy, os debo exigir que nos regocijemos con la feria, y esa exigencia, os la voy a pedir. (Bueno, a los adolescentes no hace falta, sus hormonas ya se encargan de eso.)
Que salgan los matrimonios a complacerse de la buena compañía de familia y amigos, y a deleitarse con las ricas tapas que hay por la calle la Feria, la Ronda del Calvario o la Calle Ancha.
Vosotros, quienes ya estáis en la edad del júbilo, porque con vuestro trabajo, tesón e ilusión construisteis nuestra realidad, vosotros, que sabéis que en vuestra mocedad sólo estaba la feria para olvidar la rutina anual, invadid la caseta municipal y las muchas que se levantan para la ocasión. Y recogeos más tarde que los zorollos.
Abuelos en buen uso y tíos agregados, coged a vuestros nietos y sobrinos porque la mejor manera de disfrutar de la feria es con un niño de la mano.
Los latinos decían: Carpe diem, aprovecha el momento, no lo malgastes. Jarotes, seamos sensatos, y disfrutemos de nuestra feria.
Gracias.