Hay una clara continuidad en los nombres impuestos a los niños entre 1649 y 1668 respecto al periodo 1591-1610.
En
principio, me planteé hacer el seguimiento del uso de los nombres propios en
Villanueva de Córdoba cada cien años, tomando como referencia los nacimientos
ocurridos en las décadas anterior y posterior al cambio de siglo. Pero al
recopilar datos de 1691-1710 observé que era tanta la diferencia con respecto
al periodo 1591-1610 que era mejor hacer el análisis de una etapa intermedia
para poder estimar mejor la fecha de las variaciones onomásticas.
La dos
décadas elegidas, 1649-1668, están condicionadas porque en el archivo
parroquial de San Miguel de Villanueva, de donde se recogen los datos, se
perdió el volumen de nacimientos correspondiente a 1621-1648.
La muestra
tomada ha sido la de todos los nacimientos conservados (faltan algunas páginas)
entre 1649-1668 en Villanueva de Córdoba, 1.286 niños y 1.197 niñas.
Como
resumen del periodo se puede afirmar que en el uso de los nombres propios hay
una continuidad entre los empleados entre 1591-1610 y los impuestos entre
1649-1648.
Comparación de los porcentajes de
los nombres femeninos en Villanueva de Córdoba, 1591-1610 y 1649-1668.
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Los nombres compuestos son anecdóticos, sólo
dos, masculinos, entre los casi dos mil quinientos nacimientos.
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Los nombres femeninos más empleados son los mismos en
ambos periodos, y con porcentajes casi idénticos: sólo sube un poco el de
“María” y baja algo “Marina”. En ambas etapas los ocho nombres de mujer más
frecuentes suman el 92% de todas las nacidas.
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Aún sobreviven, heroicas, dos Aldonza, mientras
que otro nombre medieval, Mayor, se extingue por completo (ya decíamos antes
que por no ser de un santo conocido y reconocido por la Santa Madre Iglesia).
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En 1656, ¡aleluya, hosanna! aparecía la primera
Josefa de la historia onomástica jarota. Las Pepas comenzaban su expansión.
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Si hacia 1600 se usaron 33 nombres femeninos,
seis décadas después se emplearon 37, lo que supone una media de 32 mujeres por
cada nombre.
Relación de nombres y porcentaje de mujeres nacidas en Villanueva de Córdoba, 1649-1668.
En cuanto a los nombres de varón,
durante estas dos décadas se emplearon 45 (tres más que a comienzos de siglo),
lo que equivale a casi 29 personas por nombre.
Comparación de los porcentajes de
los nombres de varón en Villanueva de Córdoba, 1591-1610 y 1649-1668.
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Al igual que en 1600, los nombres masculinos de
1649-1668 son más numerosos y variados que los de mujer.
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Sólo a dos se les impuso un nombre compuesto, al
resto, 1.284 niños, nombres simples. Estos dos nombres compuestos no se
debieron al santo del día en que nacieron, sino por simple gusto de sus propios
padres.
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Los nombres más empleados siguen siendo Juan,
Francisco y Pedro. El porcentaje de los ocho nombres masculinos más frecuentes
varía más que sus homólogos femeninos.
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A mediados del siglo XVII ya no se imponen
nombres como Aparicio, Llorente o García, huérfanos de santo protector.
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Tanto en nombres masculinos como femeninos se
observa una predisposición a poner a algunos niños el nombre de un santo: el 6
de enero, Melchor, Gaspar o Baltasar; el 30 de enero, abundan los Matías.
Tampoco tiene por qué corresponder exactamente con el día del nacimiento del
niño: a finales de junio son frecuentes Juan y Pedro, aunque no nacieran el 24
o 29. La influencia onomástica de ciertos santos se extiende más allá del día
de su conmemoración.
Relación de nombres, y su
porcentaje, de hombres nacidos en Villanueva de Córdoba, 1649-1668.