En la actualidad hay personas en Villanueva que portan los
apellidos Gutiérrez y Blanco. Son, obviamente, distintos, pero,
paradójicamente, tienen el mismo origen, un tronco común del que se separaron
ambas ramas en el siglo XIX. Es un magnífico ejemplo de lo lioso que resulta el
estudio de las genealogías de los distintos linajes locales.
Hay que dejar bien claro que la transmisión de apellidos
entre padres e hijos, tal y como la conocemos y empleamos hoy, se debe a la
imposición del Registro Civil en toda la nación en 1871; y que hasta esa fecha,
sobre todo en los siglos XVI al XVIII pero también hasta mediados del XIX, hubo
una completa libertad para llevar los
apellidos que se prefiriesen en el ámbito rural del norte de Córdoba, de
tal modo que el hijo podía tener unos apellidos absolutamente distintos de los
de sus padres. No es que esto tuviese que pasar obligatoriamente, pero sí algo que
hay que tener en cuenta.
Era también frecuente que los apellidos, como los nombres de
pila, se transmitieran de abuelos a nietos aunque fuera por vía materna, como
es en el linaje que veremos a continuación, los Gutiérrez-Blanco. Esa libertad
en la imposición de apellidos a la que nos referimos motivo que
Gutiérrez-Blanco, apellido que se mantuvo unido al menos durante siete
generaciones, diese lugar a dos apellidos diferentes que tienen como propios
hoy en día personas de Villanueva de Córdoba: Gutiérrez y Blanco.
El apellido Gutiérrez-Blanco tiene al menos más de cuatro
siglos de antigüedad en Villanueva: Benito Gutiérrez-Blanco se casaba en 1617,
por lo que debió de nacer hacia 1590.
Siguiendo la norma de la libertad absoluta, la hija de
Benito Gutiérrez-Blanco se llamó Catalina Martínez (nacida en 1620), y se casó
en 1641 con Bartolomé Sánchez Barroso (si se prefiere, es recomendable seguir
la relación de nombres y fechas siguiendo el árbol genealógico del linaje Gutiérrez-Blanco que se adjunta; también
por la confusión que genera el mismo nombre a lo largo de varias generaciones).
El matrimonio de Bartolomé y Catalina tuvo al menos un hijo
que, por su abuelo materno, fue llamado Benito Gutiérrez-Blanco, quien se
casaba en 1670 con Juana Ruiz la Pozuela (es también muy característico de los
siglos XVI al XVIII que el apellido de las mujeres se feminizara, adelantándose
en esto a las tendencias actuales).
Benito Gutiérrez-Blanco y Juana Ruiz tuvieron un hijo que sí
tuvo los mismos apellidos (y nombre) que su padre: Benito Gutiérrez-Blanco
(nacido en 1674), casado en 1705 con María López.
La transmisión del apellido Gutiérrez-Blanco se hizo por la
hija de Benito y María López, Ana Ruiz Orozco (nacida en 1710) quien se casó en
1733 con Bartolomé Ruiz Cachinero y tuvo un hijo, llamado, como no podía ser de
otra manera, Benito Gutiérrez-Blanco (nacido en 1736), quien a su vez se casó
en 1762 con Catalina Ximénez Rico (debe pronunciarse “Jiménez”, pues hasta 1804
el sonido [j] se escribía indistintamente con “J” o con “X”).
Debemos detenernos ahora en el matrimonio entre Benito
Gutiérrez-Blanco y Catalina Ximénez de 1762, pues si durante seis generaciones
el apellido Gutiérrez-Blanco se había ido transmitiendo aunque fuese de abuelo
a nieto, este matrimonio tendrá dos hijos (Bartolomé y Miguel) que darán lugar
a dos apellidos diferenciados en la actualidad: Blanco y Gutiérrez.
El primero de estos hijos de Benito Gutiérrez-Blanco y
Catalina Ximénez, llamado Bartolomé Gutiérrez-Blanco, nace en 1772. El hijo de
éste también se llamará del mismo modo, Bartolomé Gutiérrez Blanco (nace en
1806). A partir de las dos generaciones siguientes, el hijo de este segundo
Bartolomé Gutiérrez Blanco, Juan Basilio–nacido en 1847– y su nieto Julián
–nacido en 1879 se produce la alteración en el orden de los apellidos, pasando
“Blanco” a primer lugar. Veamos la documentación que permite hacer esta
afirmación, desde la más reciente a la más antigua:
(Inscripción del nacimiento de Julián Blanco, nacido en 1879.)
En la partida del nacimiento de 1879 de Julián Blanco consta
que sus padres son Juan Blanco y Catalina Díaz; abuelos paternos, Bartolomé
Blanco y María Mohedano; abuelos maternos, Francisco Díaz y Catalina Moreno.
Sin embargo, en la inscripción de matrimonio de sus padres
Juan Basilio y Catalina en 1874, éstos aparecen con otros apellidos. Aquí se
llaman Juan Basilio Gutiérrez y Catalina Díaz; los nombres de sus padres
son, evidentemente, los mismos que los de los abuelos de Julián (nacido en
1879): Bartolomé Gutiérrez y María Mohedano por rama paterna; Francisco Díaz y
Catalina Buenestado (“Moreno” en la inscripción de nacimiento de su nieto
Julián).
(Inscripción del matrimonio de Juan Blanco y Catalina Díaz
en 1874.)
Como comprendemos que con los cánones que rigen hoy en día
esto suena muy raro, no nos cansamos de insistir que hasta que no se implantó el Registro Civil en 1871 fijando el modo de poner los apellidos de forma
constante, la libertad en adjudicarlos fue completamente absoluta. No es una
confusión con otro matrimonio con componentes llamados también “Juan” y
“Catalina”, ningún otro Juan Basilio se casa con una mujer llamada Catalina en
ese tiempo en esta localidad. Los nombres de los padres de ambos concuerdan
completamente.
En la partida de nacimiento de Juan Basilio de 1847
consta que su padre es Bartolomé Gutiérrez (nacido en 1806). Por lo tanto entre
la generación de esta persona y la de su hijo Julián (nacido en 1879) es cuando
se produce el cambio pasándose a apellidar “Blanco”.
(Inscripción del nacimiento de Juan Basilio Blanco o Juan
Basilio Gutiérrez, nacido en 1847.)
La descendencia del segundo hijo de Benito Gutiérrez-Blanco y
Catalina Ximénez, Miguel Gutiérrez Blanco, mantuvo la primera parte del apellido
compuesto, Gutiérrez. La sucesión patrilineal es la siguiente: Miguel
Gutiérrez-Blanco (nacido en 1777), Matías Gutiérrez-Blanco (nacido en 1803),
José Félix Gutiérrez-Blanco (nacido en 1845), Juan Antonio Gutiérrez Madero
(nacido en 1874) y Juan Gutiérrez Cano (nacido en 1917).
Así, estas personas de nuestra localidad con apellidos
completamente diferentes, Gutiérrez y Blanco, tienen el mismo origen que
podemos remontar hasta el matrimonio de Benito Gutiérrez-Blanco con Magdalena
Martínez el 08 de mayo de 1617.
D. Patricio Bermudo, en su libro Notas sobre la evolución
de la propiedad rústica privada en Villanueva de Córdoba en el último tercio
del siglo XVIII y en el siglo XIX (páginas 177-178), nos trae un ejemplo de
cambio de apellidos. La familia Martínez Moreno, de las más opulentas de
nuestra localidad en el último tercio del siglo XVIII, estaba compuesta por
tres hermanos. Francisco Martínez Moreno fue durante muchos años Párroco de San
Miguel Arcángel, y a sus expensas costeó el retablo del altar mayor de la
iglesia, en madera de ébano y con un coste nada desdeñable de 10.400 reales. Su
hermana María Josefa Martínez Moreno se caso con Juan Cañuelo Pozo, y al morir
éste y quedar viuda, “antepuso su apellido Moreno como primero de ellos”,
escribe don Patricio Bermudo.
Otro linaje jarote Blanco.
En Villanueva también hay otras personas que tienen el
apellido Blanco pero que pertenecen a un linaje diferente del que hemos visto
arriba de Gutiérrez-Blanco.
Son descendientes del matrimonio (celebrado en 1828) entre
Juan Rafael Blanco Moreno y Catalina Josefa Moreno Sánchez. Catalina era hija
de D. Bartolomé Moreno Luque, escribano y sobrino de don Bernardo Moreno de Pedrajas. Consta en la documentación que estudiamos que Juan Rafael
Blanco, nacido en 1804 era hijo de Juan Blanco y nieto de Pedro Blanco y
Antonia de la Cerda, naturales todos de Torrecampo, pero su descendiente (y
amigo nuestro) Juan López Blanco nos dice que se ha conservado en la tradición
oral familiar que su origen está en Castuera, Badajoz. Es muy probable que este
apellido Blanco viniese desde Extremadura a Villanueva pasando por Torrecampo.
(Inscripción del nacimiento de Juan Rafael Blanco, 1804)