Conocida popularmente como “Cruz de Pinchos”, se trata de
una cruz de madera policromada en dorado, con espinas curvas que cubren todos sus lados, a modo de potencias que reflejan la Divina Majestad. Se ubica en un
retablo construido ex profeso en 1997-98 por Santiago Lara, en la nave
izquierda de la iglesia de San Miguel Arcángel, pegado al muro, en el arco
formero que pega al crucero. En esta foto es adornada para el día de hoy:
El estilo de la cruz es marcadamente barroco, y ya la
teníamos documentada en un inventario parroquial de 1763, como integrante de
los bienes de la Cofradía de la Santa Vera Cruz. El investigador de Pozoblanco
D. José Luis González Peralbo, buscando información en los protocolos
notariales de Villanueva de Córdoba, encontró más información de esta cruz y,
con total amabilidad y generosidad, la puso a disposición de Luis Ochoa, y que divulgamos.
En la carta de última voluntad fechada en 1695 de Pedro de
Contreras, escribano público de Villanueva de Córdoba entre 1678 y 1712,
manifiesta expresamente lo siguiente: “Declaro que la Santa Cruz Dorada que di de limosna a la
Cofradía de la Santa Vera Cruz de esta villa por una promesa, fue voluntad de
dicha mi mujer se pagase por de ambos y así no se les ha cargar su costo a mis
herederos”. Pedro de Contreras se casó en 1673 con Marina López del Pozo,
hija del también escribano público Miguel del Pozo Panadero. Así pues, la fecha
de la construcción de nuestra cruz estaría entre 1673 y 1695.
Nos comenta D. Juan Ocaña Torrejón en su Callejero de
Villanueva de Córdoba [entrada “Calle Contreras"] que el escribano Pedro de
Contreras era propietario de la Venta del Mercader. Fue también uno de los 33
hermanos fundadores de la Congregación y Hermandad del Señor San José en
Villanueva, Hermandad a la que, por la profesión de su Santo Patrón, estuvieron
muy vinculados carpinteros y aladreros, por lo que un donativo de esta
naturaleza parece pertinente.
Manifiesta asimismo en su testamento don Pedro de Contreras
que desea ser enterrado en la iglesia parroquial de San Miguel Arcángel de
Villanueva de Córdoba, “en la capilla del Santo Cristo de la Vera Cruz, en
la sepultura terriza que mis padres compraron en dicha capilla”. También
manda “a la cofradía de la Santa Vera Cruz de esta villa dos libras de cera”.
La relación que tenía don Pedro de Contreras con la Hermandad de la Santa Vera
Cruz de Villanueva era ostensible, como demuestra la donación de esta cruz de
madera dorada.
La cofradía de la Santa Vera Cruz es una de las cuatro más
antiguas de Villanueva, y ya existía en 1591. En el Callejero de Ocaña
Torrejón encontramos información de esta Hermandad, de la que dice salía
procesionalmente en el Santo Entierro, Jesús Resucitado y en las festividades
de la Invención de la Santa Cruz (3 de mayo) y Exaltación de la Cruz (14 de
septiembre). En el año 1632 se contrató al artífice Domingo Guayta para que les
construya un retablo, importando las maderas, su transporte desde Almadén y la
mano de obra del artista un total de 1.438 reales.
De este culto a la Santa Vera Cruz derivan las populares
fiestas de las cruces que se festejan el 3 de mayo, con altares callejeros domésticos que se “vestían” con flores, en
ocasiones hechas artesanalmente con hojas de estaño recortadas y moldeadas con
calor. Es el caso de esta fotografía de inicios del siglo, de la cruz que había
a la salida hacia Pedroche (exactamente donde hoy está la acera del parque
junto a la parada de autobuses).
Esta “Cruz de Pinchos” es de los escasísimos restos
conservados del mobiliario religioso anterior a la Guerra Civil. El retablo de
1632 fue destruido, junto al resto de los retablos e imágenes que de albergaban
en la iglesia de San Miguel, el 25 de julio de 1936, quemándose en la plaza. Si
esta cruz se salvó es porque hasta entonces era costumbre que algunas imágenes
se guardaran en domicilios particulares, bien porque pertenecían a esa familia
bien porque eran miembros de la cofradía de las que eran titulares o las
procesionaban. El dueño de la casa donde estaba la cruz en julio de 1936, al
ver las circunstancias, decidió esconderla en su domicilio y, acabada la
contienda, la restituyó a la parroquia de San Miguel.
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