En el dolmen de Las Agulillas

jueves, 30 de abril de 2020

Romerías especiales de la Virgen de Luna


Javier Torralbo Gallego. Juan Palomo Palomo.

     La de este año 2020 pasará a la historia como la romería que no se pudo festejar, la gente de Villanueva de Córdoba no podrá acompañar a la imagen de la Virgen de Luna desde su santuario de la Jara hasta la iglesia de San Miguel. Las circunstancias obligan.
     En muy escasas ocasiones el pueblo jarote ha faltado a esa cita, pues el día tradicional de la romería, el Lunes de Pentecostés, es por excelencia el Día de Villanueva; o hubo algún suceso muy especial en ella. Podemos repasarlas desde las más recientes a las más antiguas.

Romería de 1936.

     La II República modificó sustancialmente el papel que había tenido secularmente la religión, implantándose un estado laico. El artículo 27 de la redacción final de la Constitución de 1931 establecía que “las manifestaciones públicas de culto habrán de ser, en cada caso, autorizadas por el Gobierno”. Es decir, no se prohibían pero podían dar lugar a un tedioso trámite o al silencio administrativo. Pero tras el triunfo del Frente Popular en febrero de 1936 aumentó la tensión a nivel nacional entre el clericalismo y anticlericalismo, con disputas continuas por asuntos como el toque de las campanas, entierros católicos o procesiones.
     En esas circunstancias la romería del Lunes de Pentecostés de 1936 estaba en peligro. Así que tres jarotes encontraron la solución. En la noche anterior al día tradicional de la romería de Villanueva, Juan Gómez (a) “Cebón”, Juan Alonso Galán (sacristán y sochantre de la parroquial de San Miguel) y don Patricio Bermudo (abogado, Presidente de la Hermandad y reorganizador de la misma tras la guerra civil), se trasladaron con el camión del primero al santuario de la Jara, y en el silencio de la noche hicieron el camino de vuelta con la imagen. Al amanecer, al abrirse las puertas del templo, la Virgen de Luna estaba ya dentro de la iglesia de San Miguel, causando el asombro del vecindario. Mantuvieron, sin mayores problemas o consecuencias, la tradición de traer la imagen de la Virgen de Luna a Villanueva el Lunes de Pentecostés.
     Fue la última romería que se hizo con la imagen primigenia del siglo XIV, pues fue destruida, junto con todo el mobiliario religioso, el 25-07-1936.

1777-1780

     En enero de 1777 comenzó a desmantelarse la vieja torre de San Miguel construida a finales del siglo XVI, pues amenazaba derrumbarse sobre el nuevo edificio recién terminado de la iglesia. En el verano del año siguiente comenzaron a hacerse los cimientos para la torre actual, que se concluyó en el verano de 1780.
     Fue en este tiempo, cuando materiales y andamiaje ocupaba buena parte de la plaza y el camino que va desde el de la Plata y se dirigía a Pedroche (actuales calles Adamuz, Córdoba, San Sebastián, Real, Plaza, Herradores, Pedroche, Paseo de Andalucía), cuando se produjeron los hechos que recogió don Juan Ocaña Torrejón en su Callejero de Villanueva de Córdoba (pág. 82):
     “Aprovechando aquella vieja costumbre de hacer salvas a la Virgen de Luna y que el estado de las obras de la iglesia permitía ver desde el lado de la calle Real… gran parte de la Plaza, cierto individuo, por motivos ignorados, en ocasión de la llegada de la imagen de la Virgen a la Parroquia, momento en que eran más nutridas las salvas, disparó desde el lado de la calle Real, hallándose casi oculto, en las obras, un tiro de bala sobre otro vecino que se hallaba en la Plaza, causándole la muerte instantánea”.
     Este macabro suceso parece ser que fue el motivo de la cruz e inscripción sobre la fachada de la Plaza del edificio de la Audiencia, en la que pone: “Aquí murió Juan Cabre[ra]”. (Sobre el uso de armas por la Hermandad, manteniendo su tradición militar, la costumbre se mantuvo hasta que, con la creciente conflictividad social, en 1917 las autoridades locales prohibieron el uso de armas de fuego por parte de la misma como medida preventiva.)




1680-1681.

     Cuanto menos, las romerías de ambos años fueron muy peculiares. La de 1680 no se celebró, hubo la fiesta en el santuario, pero los vecinos de Villanueva se quedaron sin traer la imagen a su localidad:
En 1680, tras proceder a la llevada de la Virgen a su ermita por Pentecostés y permitir la fiesta en el santuario de los vecinos de Villanueva, los pozoalbenses pensaron en volver a traer la imagen a la villa para tenerla presente junto a ellos como protección ante la peste e igualmente para disfrutarla en festividades muy señaladas del comienzo del verano. Pero como esta decisión incomodaría sobremanera a los vecinos y autoridades de Villanueva (molestos por no poder disponer de Nuestra Señora en fechas en las que también  celebraban, desde las sentencias de finales del XVI, fiestas en su honor y atemorizados como estaban igualmente ante la amenaza de la epidemia), y ante la previsible reclamación, las autoridades de Pozoblanco salieron al paso ordenando en reunión del cabildo de 19 de junio de 1680 la celebración de un novenario a Jesús Nazareno y la traída de la Virgen de Luna, al día siguiente de la festividad de San Pedro, para que intercediera y evitara el posible contagio de peste que amenazaba a la población y a toda la comarca. La decisión se hacía sustentar en una cuestión religiosa y de salud pública pero también, de manera oportunista,  se pretendía con ella mantener la imagen en la villa hasta que trascurrieran las fechas de las mencionadas festividades en las que antaño los pozoalbenses habían tenido la Virgen y evitar, de paso, su más que probable traslado a Villanueva” (José Luis González Peralbo, “Rivalidad entre Pozoblanco y Villanueva por la Virgen de Luna. El pleito iniciado en 1681”, Boletín de la Cofradía de Nuestra Señora de Luna de Pozoblanco, 33, 2008).
     Recordemos que había una sentencia del Provisor del Obispado de Córdoba, Don Cristóbal de Mesa Cortés, fechada el 23-05-1590, por la que ambas poblaciones podían llevar la imagen a su pueblo: “tanto los de uno como los de otro pueblo podían celebrar fiestas separadamente en la ermita, y previa licencia del ordinario, llevar la imagen al pueblo con la decencia y acompañamiento necesarios, y que con la misma la tornen a traer a dicha ermita, sin que ni uno ni otro concejo pueda poner ni consienta poner contradicción alguna, so pena de excomunión mayor y cincuenta ducados de oro, y que el Concejo, Regimiento y vecinos de Villanueva pueda hacer y celebrar en la ermita con el Vicario receptor y clérigos de la dicha iglesia de Villanueva las fiestas que por su devoción quisieren hacer y celebrar en cualquier día en que no sea en los días y tiempo que el dicho Concejo y vecinos de Pozoblanco lo hicieren y celebraren, sino en otros días fuera de aquellos de manera que no se encuentren a hacer y celebrar las dichas fiestas ambos en un día”. Pero en esta sentencia no se reglamentaban las fechas para cada población, lo que dejaba la puerta abierta a polémicas y disensiones.
     Con los precedentes del año anterior, la romería de 1681 fue especialmente rocambolesca. Según la denuncia de Pozoblanco, los de Villanueva “de caso pensado y premedittado junttaron mas de cientto y cincuentta hombres con arcabuzes y otras Armas ofensivas y defensivas y vinieron con gran tumulto a media noche del día veintte y siette del mes de Mayo pasado de este presente año y se llevaron dha Imajen a dha villa de Villanueva poniendo cuatro guardas que alli existe en dicha hermita porque no viniese a dar cuenta a mi pte. en cuyo echo de violencia an cometido grave delito de despoxo dando ocasion a que mi pte. y sus vecinos se pongan en Arma para repeler el agravio e injuria que se le ha echo privando de dha Santa Imajen que la an tenido y Posehido y tienen como suya y propia”. Juan Ocaña Torrejón recogió en su obra Historia de la villa de Villanueva de Córdoba (1911) el texto íntegro de la denuncia de Pozoblanco, y la respuesta de Villanueva.
     La parte de Villanueva, al contrario, aducía que, tras ciertos actos en la iglesia de San Miguel, “el dia beinte y siete del mes de maio procximo pasado se juntase este Conçejo con muchas personas capitulares, vezinos desta villa, y acordasen el yr y traer a la yglesia parroqial desta villa la santa ymajen de Nuestra Señora de Luna con animo de zelebrarle fiestas y rrendirle cultos como antes se solia haçer en esta villa y se ejecuto esta aczion con la maior obstentaçion que fue posible traiendo en proçesion general a Nuestra Señora a la yglesia parroqial desta villa donde esta de pressente y luego se acudio a dar quenta al señor Probisor de la çiudad de Cordova...”. Y que el “Concejo y Reximiento de Pozoblanco y sus vecinos y no son partes legítimas para seguir dcho juicio que por ningún Título pueden impedir que mi Parte hagan fiestas en dcha. Hermita de Nuestra Señora de Luna, ni que la lleven en procesión a Villanueva de Córdoba quando sus vecinos tienen necesidad de alivio en sus necesidades espirituales y temporales y se hallan en quietta posesión de tiempo inmemorial de dchas. Fiestas y de llevar la Santa imagen en procesión a dcha. villa y así por los contrarios no pueden ser molestados ni perturbados en dcha posesión”.
     Aunque Juan Ocaña hace más de un siglo dejó constancia, como se decía, de estos pleitos iniciados en 1681, desconocíamos los verdaderos motivos que ocasionaron lo que unos consideraban un robo violento, y los otros una romería más a la que tenían derecho sin intromisión de la otra parte. Los hechos desencadenantes y el proceso posterior están siendo analizados por Javier Torralbo Gallego en un libro que se espera sea de pronta aparición. Las circunstancias mandan.
    Un documento de 1681 (que reproducimos al final) nos dice cómo se festejó la romería de Pentecostés de ese año: “para el rregoçijo que se çelebra an llebado mui de hordinario algunas danças asi de bailes como dança de espadas y conpañia de soldados todo a fin de haçer la dicha fiesta con la maior ostentaçion que a sido posible y que en esta misma conformidad se hiço el año pasado de mill y seiscientos y ochenta y uno al tienpo y quando acordo esta villa el yr por Nuestra Señora de Luna a su santa casa y traerla a la yglesia parroqial della como con efecto la trujo a donde estubo algun tienpo mientras que se çelebraron dos nobenarios de misas y se hiçieron fiestas de toros…”.
     La compañía de soldados debe de ser la “Hermandad y Compañía de Soldados de Nuestra Señora de Luna” de Villanueva, que existía al menos desde 1604. En cuanto a la danza de espadas, es la única referencia que hemos encontrado a algo así. Dada la cercanía no sería de extrañar que los danzantes de Obejo hubieran venido a la romería de Villanueva.
   También resulta interesante la mención a fiestas de toros ese año de 1681. Los bailes que igualmente se nombran implican músicos, pero no sabemos quiénes pudieran ser ni qué instrumentos interpretaban, o dónde tenían lugar los festejos.
     Dentro de la mentalidad de los hombres y mujeres del Barroco la religión y sus manifestaciones colectivas eran las características definitorias de esta sociedad. Aun así, desde la Baja Edad Media, existía otro rasgo que definía a la mentalidad de la sociedad de la Corona de Castilla; la hidalguía.
     Dentro de la mentalidad colectiva de la época ser noble no es solo tener tierras, no ejercer oficios manuales y pertenecer a un linaje antiguo y distinguido, hay una característica que sobresale y es la preeminencia sobre los demás. Eso en el lenguaje de Bernal Díaz del Castillo es “señorear” al resto de personas.
     Dentro del conflicto entre las villas de Pozoblanco y Villanueva de Córdoba por la Virgen de Luna que se viven a finales del siglo XVII se mezclan diversas razones: las económicas por los aprovechamientos de la Dehesa de La Jara, las religiosas por la protección que brinda la imagen de la virgen y sociales basadas en el deseo de preeminencia. Debido a esto, durante la reunión celebrada en San Miguel entre las hermandades de ambas villas, vemos que el conflicto en ese momento estalla por motivos de honra: “el dia sigundo de Pascua de Espiritu Santo que paso en este presente año se çelebro por esta villa fiesta a la santa ymajen de Nuestra Señora de Luna y abiendo concurrido a dicha fiesta el hermano maior, maiordomo y diputados de la Cofradia o Hermandad de la villa de Poçoblanco siendo asi que esta villa a çelebrado de tienpo ymmemorial a esta parte todos los años su fiesta en la hermita de Nuestra Señora de Luna sin ynterbencion de la dicha villa de Poçoblanco ahora nuevamente el dicho maiordomo quiso yntroduçir el que abia el suso dicho y sus diputados de rrejentear en la proçesion de la fiesta que haçia esta villa gobernando la proçesion de la yglesia y dando los puestos e ynsinias de su mano con lo qual ubo rreplicas de una y otra parte y fue motibo lo rreferido para que esta villa y su Conçejo se rresolbiese a haçe[r] su fiesta como antes la solia y acostunbraba haçer sin ynterbençion de dicho maiordomo y oficiales de la villa de Poçoblanco de lo qual rresulto que el dia beinte y siete del mes de maio procximo pasado se juntase este Conçejo con muchas personas capitulares, vezinos desta villa, y acordasen el yr y traer a la yglesia parroqial desta villa la santa ymajen de Nuestra Señora de Luna”.
     Este testimonio fue introducido el día 1 de junio de 1681 en el Libro de Acuerdos del Concejo de Villanueva de Córdoba, aunque sus actas se han perdido un traslado del Cabildo celebrado ese día ha sobrevivido hasta nuestros días entre los pleitos de la Chancillería Real de Granada. Así que además de los problemas económicos derivados de las malas cosechas y la dificultad de gestionar grandes extensiones de bienes comunales, y las epidemias que asolaban Andalucía en esos años ante las que se buscaba la salvaguarda de la Virgen de Luna, la causa detonante del conflicto entre jarotes y tarugos es la mentalidad barroca, o mejor dicho la honra y el deseo de señorear al prójimo.

     Acta del testimonio del teniente de gobernador y de los alcaldes ordinarios de Villanueva de Córdoba sobre los derechos de procesión de la Cofradía de la Virgen de Luna, de celebrar una fiesta anual y llevar la imagen en procesión a la villa. 03 de junio de 1682:
“(fol. 46rº) Juan Moreno de Pedraxas, escribano del Cavildo de la villa de Villanueba de Cordova, doi fee y testimonio a los señores quel pressente bieren como oi dia de la fecha deste pareçieron ante mi sus mercedes Francisco de Contreras, theniente de Gobernador desta villa, y Bartolome Sanchez Pesqueço, familiar del Santo Oficio, y Pedro Martin Poçuelo, alcaldes hordinarios desta, y con juramento que de su boluntad hiçieron por Dios nuestro señor y una cruz dijeron que en esta villa ai fundada de tienpo ymmemorial a esta parte una Hermandad y Cofradia de Nuestra Señora de Luna la qual a estado en costunbre de çelebrar cada un año una fiesta solemne de misa y proçesion y algunos años con sermon el dia sigundo de Pasqua a Nuestra Señora de Luna en su santa casa para la qual esta villa con asistençia de los dos cavildos eclesiastico y secular ban en proçesion general a dicha fiesta y para el rregoçijo que se çelebra an llebado mui de hordinario algunas danças asi de bailes como dança de espadas y conpañia de soldados todo a fin de haçer la dicha fiesta con la maior ostentaçion que a sido posible y que en esta misma conformidad se hiço el año pasado de mill y seiscientos y ochenta y uno al tienpo y quando acordo esta villa el yr por Nuestra Señora de Luna a su santa casa y traerla a la yglesia parroqial della como con efecto la trujo a donde estubo algun tienpo mientras que se çelebraron (fol. 46vº) dos nobenarios de misas y se hiçieron fiestas de toros y otros rreguçijos traiendo y llebando a su santa casa la santa ymajen de Nuestra Señora de Luna en proçesion general con danças de bailes de espadas y conpañia de soldados todo observando la costunbre con que todos los años esta villa celebra fiesta a dicha santa ymajen y para que dello conste donde conbenga doi el presente que ba firmado de sus mercedes dichos señores teniente y alcaldes que declaran saber esto en la forma que ba declarado como maiordomos y hermanos maiores que an sido de dicha Cofradia y Hermandad y lo signe y firme en Villanueba de Cordova a seis dias del mes de março de mill y seisçientos y ochenta y dos años =
Francisco de Contreras (rúbrica).
Pedro Martin Poçuelo (rúbrica).
Bartolome Sanchez Pesqueço (rúbrica).”