LA CASA HOSPEDERÍA DEL SANTUARIO
Por la documentación que conocemos junto a la ermita
de la Virgen de Luna existía un edificio hacia 1680, conocido como la casilla
de los santeros, en la que vivía el santero que se encargaba del mantenimiento
del santuario junto con su familia. En las romerías que celebraban los jarotes
anualmente en Pentecostés, tras la misa y procesión los miembros de la
Hermandad se unían para tomar el habitual refrigerio de vino y garbanzos tostaos junto a una encina inmediata al
sur de la ermita, “como demostración de gratitud al árbol que durante largos
años fue cobijo y templo de la imagen que se venera” (Juan Ocaña
Torrejón La Virgen de Luna. Bosquejo
histórico, 1963, pág. 26). Es la que hace pocos años sucumbió víctima de un
rayo, pero una hija suya, procedente de una de sus bellotas, ocupa su lugar.
(Hay otra encina que también nació de una bellota de la encina del santuario,
en el patio del Hospital de Jesús Nazareno de Villanueva de Córdoba.)
No sabemos exactamente cuándo, pero sí que a
mediados del siglo XIX Villanueva ya contaba con una casa propia en el
santuario de la Virgen de Luna, a cuyo cargo estaba el Ayuntamiento. En la
relaciones de bienes del Concejo en el Catastro de Ensenada (1752) el Concejo
poseía tres casas, pero no se especifica que ninguna estuviera en el santuario.
Siendo edificio en el santuario de propiedad
municipal en el acta de la sesión celebrada el 10 diciembre 1865 por la
corporación de Villanueva de Córdoba se exponía: “Por el señor alcalde se manifestó que según
parte del Santero de la Hermita de Nra. Sra. de Luna la casa de dicho Santuario
se hallaba en completa ruina, por haberse undido el tejado de ella, peligrando
el resto del edificio si no se acude pronto a su reparación. Enterado el
Ayuntamiento acordó que inmediatamente se proceda á la reparación de la casa
del Santuario, y que en atención á la prontitud con que debe acudirse a la
reparación, se proceda a ella por administración para evitar la dilación de una
subasta que sería sumamente perjudicial a el edificio; y que mediante a no
haber consignada cantidad alguna en el presupuesto vigente para atender a dicho
reparo, se satisfaga del capital de imprevistos según las facultades que concede
a esta corporación el artículo ciento dos de la Ley de Ayuntamientos, a cuyo
efecto se autoriza al Primer Teniente de Alcalde Don Matías Moreno y Moreno
para que vigile las obras, y se haga con la posible economía.”
Acta del Ayuntamiento de Villanueva de
Córdoba, 10-12-1865.
Las obras se consideraban de especial importancia, y
de ahí que el Ayuntamiento tomara las medidas inmediatas por el modo más rápido
que permitía la ley, sin tediosos trámites burocráticos. El edificio resultante
debe ser el que se aprecia en algunas fotografías de la década de 1950, que fueron publicadas en la revista de la Hermandad.
La casa hospedería de Villanueva en el
santuario de la Virgen de Luna, en una romería de la finales de la década de
1950.
Al ser una secular propiedad municipal, al
implantarse el Registro de la Propiedad la casa de Villanueva en el santuario
de la Virgen de Luna fue inscrita en él. Por eso aparece en el inventario de
bienes pertenecientes al municipio que dio Juan Ocaña Prados (Historia de la villa de Villanueva de
Córdoba, 1911, págs. 366-367): “Una casa hospedería del santuario de la Virgen de Luna,
en el sitio denominado de La Jara, quinto de Navarredonda. Ocupa una superficie
de 100 metros cuadrados y está comprendida dentro de los muros que guardan la
ermita y otra casa hospedería que pertenece a Pozoblanco. Se halla inscrita en
el Registro al folio 30 del tomo 272, libro 45, finca núm. 3.423, inscripción
1ª, y ha sido valorada en 500 pesetas.”
Pasado más de un siglo, la casa hospedería del
santuario estaba amortizada y nuevamente en ruina, como escribía el alcalde
Juan Blanco Mohedano en la Revista de Feria de Villanueva de Córdoba de 1971 (la primera que se celebraba en agosto): “Como todos
sabéis, la casa-hospedería que el pueblo de Villanueva tiene en la ermita de la
Virgen de Luna está en estado ruinoso y diría más, vergonzoso, por lo que
quiero anticiparos que tenemos el proyecto de construir una nueva, que además
de servir para la celebración de las fiestas en los días de la romería estará a
la disposición de cuantos quieran servirse de ella para que tengan lugar bodas
u otros actos de índole familiar o social.”
Las obras se concluyeron pronto, pues en
la Feria de Villanueva de Córdoba de
1972 daba cuenta el alcalde: “En el recuento de las obras municipales realizadas este año
tenemos que anotar la terminación de las captaciones y electrificación del
futuro abastecimiento de agua, la red de distribución que se está llevando a
cabo, y la Casa Hospedería en la ermita de la Virgen de Luna”.
La nueva obra, a la entrada del recinto
del santuario por el camino de Villanueva, quedó a la altura de las
expectativas, pues al estar dotada de todos los elementos de nuestra
arquitectura tradicional se integra plenamente en el paisaje de la ermita entre
las dehesas, a la par que equilibra el conjunto arquitectónico.
El interior, amplio, despejado y
luminoso, permite, como decía el alcalde, la celebración de actos sociales,
además de los convites anuales de la Hermandad tras las romerías. Destaca la
calidad de su techo de bóveda de aristas, peculiar de las construcciones de los
Pedroches, y cuenta con amplio pórtico que también permite realizar ceremonias
al aire libre.
LA CASA DE LA HERMANDAD EN VILLANUEVA
La Hermandad de la Virgen de Luna de Villanueva está
rehabilitando para casa de la misma el antiguo local del Círculo Recreativo, en
la calle Ramón y Cajal. El solar sobre el que se asienta es el más antiguo de
tipo civil, que sepamos, en uso continuado en Villanueva, pues se remonta a
antes de la independencia de Pedroche en 1553.
El año anterior a la concesión del rango de villa,
el 18-07-1552 el mayordomo del Concejo (encargado de la administración de los
bienes del mismo), Anton Martin Serrano, dio cuenta de los gastos e ingresos
del municipio, entre los que se encontraban seis reales y medio que pagó a
Anton Lopez, carpintero, por ciertas obras “que hizo para la carneçeria desta villa”.
“Pareçio por otro libramiento firmado del alcallde y escribano
aver dado el dicho mayordomo a Anton Lopez, carpintero, quatro rreales de una
esanpra que hizo para la carneçeria desta villa, y otros dos rreales y medio de
una tablilla que puso al bajon de la dicha carneçeria”: Acta del Concejo de
Villanueva de Córdoba, 18-07-1552.
La carnicería se
encontraba a la salida de la plaza, en la esquina del camino del Torno (nombre
primigenio de la calle, hoy calle Ramón y Cajal) y a Obejo. La carnicería tenía
la función de la del abastecimiento a la población de un bien básico, pues,
como nos informa don Juan Ocaña Torrejón en su Callejero de Villanueva de Córdoba (pág. 92), hasta 1936 el mercado
de abastos estuvo enclavado en la plaza.
La carnicería tenía, además, una importante
labor recaudatoria, para controlar la cantidad de consumo y pagar los impuestos
pertinentes.
Así, el 04-12-1592
Gonçalo Maduenno se obligaba de pagar a Juan Gonzalez de la Tejera, vecino de
Córdoba, de 4.000 reales de plata castellanos “por la compra de la pierna de los borregos
y cegajos dezmados y por dezmar perteneçientes a la dicha pierna del menudo de
esta villa del presente año”. El diezmo era un impuesto que se
pagaba sobre diversos productos. El más importante era el de cereal, pero
también se pagaba por el vino, aceite o ganado, y en el Reino de Córdoba la
carne se incluía en el denominado “menudo” del diezmo. La “tercia” del diezmo,
dos novenas partes, correspondía a la hacienda real, siempre ávida de recursos.
Usualmente se hacía un encabezamiento, un acuerdo de cuánto y cuándo había que
pagar, y los municipios decidían si hacían un reparto entre los vecinos o se
arrendaba el impuesto, en este caso el vecino de Villanueva pagaba una cantidad
bastante importante por “la pierna del
menudo” de borregos y cegajos, para controlar lo cual era importante que el
Concejo contase con una carnicería.
El lugar, a la entrada a la plaza por el
camino del Torno y Obejo, mantuvo su ocupación a lo largo del tiempo, pues en
la 23ª respuesta del Catastro de Ensenada (1752) decía el Concejo de Villanueva
que “tiene por
propios bienes de ella las casas de su ayuntamiento [el edificio de la Audiencia];
la escribanía de él; la cárcel pública en que está su pósito [el actual
Ayuntamiento]; tres casas, que la una ha
servido de cárcel; las carnicerías; corral de Concejo…”
El tiempo fue haciendo mella en su
estructura: en la sesión del ayuntamiento del 08-01-1865 el alcalde, don
Francisco Herruzo Moreno, “dijo que el estado en que se encontraba el edificio matadero y
carnicería de esta villa era casi ruinoso, y que careciendo de medios la
municipalidad para su reparación, lo hacía presente al Ayuntamiento para que en
su vista acordase lo más conveniente. Enterado el Ayuntamiento, y después de
una larga discusión acordó: que se imponga un arbitrio a cada cabeza o res
menor de cincuenta céntimos, y de cuatro reales a cada res mayor, con destinos
estos productos a la reparación de aquel edificio”.
No debió de ser suficiente la medida,
pues en la misma sesión en que se informaba de la caída del tejado de la casa
del santuario de la Virgen de Luna, el 10-12-1865, el responsable del matadero,
Justo Márquez, informaba que lo había cerrado por estar “amenazado su próximo
undimiento” y evitar desgracias, entregando las
llaves al Ayuntamiento. La corporación decidió que los alarifes de la
corporación reconociesen el edificio y elaborasen un presupuesto.
El 15-04-1866 la corporación municipal aprobaba
el presupuesto para la construcción de la carnicería en la calle del Torno Baja
“por la
completa ruina del edificio existente”, que
ascendía a 1.333 escudos con 70 milésimas.
Nuevamente, el 07-10-1866, el concejal
don Justo Márquez informó que “á virtud de la obra de la carnicería que se está practicando no
había matadero, y se estaba en el caso de proceder a su construcción”. Otra vez por la corporación se “acordó que por el alarife del municipio José Pedrajas se forme
el presupuesto de dicha obra”.
Las obras comenzaron, pero parece que no
con firmeza, pues el 10-02-1867 Francisco Luis de la Cámara y María de los
Ángeles Bermudo “manifestaban los perjuicios ocasionados á sus casas por el
hundimiento de la carnicería en construcción”.
Se acordó que los peritos reconociesen la parte de la carnicería que había
quedado en pie y derribar la considerada ruinosa, pero el 17 de dicho mes el arquitecto
provincial disponía la demolición total de la carnicería por no ofrecer
seguridad.
Hubo intentos posteriores para rehabilitar la
carnicería en la calle del Torno. En la sesión del ayuntamiento del 15-03-1868,
se trató de “acordar
los medios que se creyeran convenientes a ocupar la multitud de jornaleros que
carecían de trabajo y poder sofocar así la crisis que amenazaba ya por el
crecido precio que tienen los granos y también por la escasez de trabajos que a
consecuencia de la sequía se experimentaba”. Se acuerda la
transferencia de 2.729,209 escudos para reedificar la carnicería, pero como los
jornaleros no podrían participar en dicha obra, se prefirió emplear ese dinero
en los empiedros de caminos y calles, que generaban más mano de obra.
El 21-11-1869 se decidía construir en el lugar una
escuela, cosa que tampoco se llevó a efecto, pues el edificio de la Audiencia,
sede tradicional del Ayuntamiento, quedó libre de tal función, instalándose dos
escuelas en ella.
El proyecto de reconstrucción del matadero de la
calle del Torno quedó sin retomarse, convirtiéndose el lugar en un solar abandonado.
Según informa don Juan Ocaña Torrejón en la última década del siglo XIX había
desaparecido el casino Círculo de la Unión (frente al solar de la carnicería,
en el edificio que ocupa hoy la Caja Rural, antes de Banesto), y al sentirse la
necesidad de una asociación de este tipo, “vuelve la idea de vender por el municipio el solar de lo
que había sido carnicería, adquiriéndolo y edificándolo con el propósito de que
sirva a la futura asociación. Un grupo reducido de personas destacadas e
influyentes acometen esta tarea con entusiasmo y sacada a subasta pública la
adquieren con dicho fin esos señores de manera mancomunada, aunque figurase
como rematante de la subasta don Juan Moreno Sánchez, según se desprende de
escrituras de propiedad más modernas de las casas colindantes al señalar en
éstas los linderos” (Juan Ocaña Torrejón, Villanueva de Córdoba en el siglo XIX. (Datos históricos), 1977,
pág. 77).
La obra, continuaba don Juan Ocaña, fue planeada y
ejecutada por un maestro albañil de origen portugués, con apellido Barbosa, que
ya había construido otros edificios en el pueblo sólidos y de gran firmeza. En
la década de 1880 comenzó una gran actividad constructiva en Villanueva, y no
solo se habrían nuevas calles con edificios de nueva planta, también se
construyeron nuevos edificios en el casco antiguo, como es este caso.
El lugar continuó con su fin de club social con el
breve interludio de la guerra civil, en que según hemos oído decir sirvió de
farmacia. Acabada la contienda continuó con su fin, hasta que la sociedad para
el que estaba hecho, el Círculo Recreativo, dio por concluida su existencia.
Estando el local cerrado y sin un uso previsible,
las familias Herruzo Sotomayor, Reina Benítez y Torrico Torrico lo donaron
generosamente a la Hermandad, que se ha hecho cargo de su remodelación.
En definitiva un emblemático edificio, sobre un
solar histórico, para una institución cuatro veces centenaria: la Hermandad de
la Virgen de Luna de Villanueva de Córdoba.