En el dolmen de Las Agulillas

lunes, 4 de abril de 2016

El refugio antiaéreo de Villanueva de Córdoba durante la Guerra Civil.

     En la declaración de intenciones de este blog comentaba que la Historia Contemporánea no iba a tener mucha cabida en él, pero eso no significa que se renuncie por completo a ella. Veremos a continuación el refugio antiaéreo que se construyó en Villanueva de Córdoba en el año 1938, en plena contienda civil.


     Durante la Guerra Civil de 1936-1939 Villanueva de Córdoba no estuvo en el frente de batalla, aunque las consecuencias del conflicto bélico se hicieron notar en ella. En primer lugar, con el aumento de población, pasando de unos 16.000 habitantes a comienzos de 1936 a 32.000 a finales del mismo año, con la afluencia de refugiados, especialmente procedentes del sur y Campiña cordobesa.
     A comienzos de 1937 la República solo controlaba una porción oriental de Córdoba, incluyendo la comarca de los Pedroches; los nacionales eran dueños de la parte noroccidental, la zona minera de Peñarroya, y buena parte de la sierra al norte de la capital cordobesa.
     Siendo Villanueva de Córdoba la población republicana menos amenazada por su lejanía al frente, y a la par bien equipada y comunicada, se instalaron aquí la mayoría de representaciones y organismos provinciales, como detalla Francisco Moreno Gómez en Trincheras de la República, 1937-1939, págs. 69-ss:
     El Gobierno Civil estuvo primero en la casa nº 6 de la calle Herradores, hasta finales de 1937 en que se traslada al convento de Cristo Rey en calle Pedroche. En este mismo lugar estuvo la Diputación Provincial y parte del hospital militar del VIII Cuerpo de Ejército. La casa de doña María Jesús Herruzo, calle Real 30, sirvió de sede del Frente Popular provincial, UGT y como centro de abastos. El Socorro Rojo Internacional se ubicó en la calle Conquista, en la casa de Teléfonos. El hospital de Jesús Nazareno (aunque actualmente es una residencia, antes de la guerra era eso, un hospital donde se atendía a enfermos y heridos) se convirtió en hospital provincial, con salas adicionales en los grupos escolares del Calvario, Regajito y en el convento de Cristo Rey; en 1938 pasó a ser el hospital del VIII Cuerpo de Ejército. Los tres grandes grupos escolares (Calvario, Regajito y Bretes), construidos en tiempos de la república, sirvieron primero para acoger a los numerosos refugiados de otros pueblos, pasando a finales de 1936 a alojamiento de diversas fuerzas militares. La iglesia de San Miguel se convirtió en un gran mercado de abastos. En calle Real 8, edificio propiedad de Bartolomé Torrico, se instalaron las dependencias del Estado Mayor de la 63 Brigada, mientras que sus oficiales se alojaban en la casa de calle Cañuelo 6.
     Todos estos fueron cambios por circunstancias, pero sí se hizo una construcción ex profeso que se ha conservado: el refugio antiaéreo construido en el centro de la población, en la actual Plaza de España.
     El motivo para hacerlo es una consecuencia de la Guerra Civil. Durante la misma se ensayaron tecnologías, tácticas y prácticas que luego se emplearon abundantemente durante la II Guerra Mundial. Una de estas "novedades" fue el bombardeo de poblaciones civiles, como explica Manuel Aguilera Povedano ("Bombardeos de Barcelona", La Aventura de la Historia 207, enero 2016, pág. 30):
"Alemanes e italianos ensayaron en España las técnicas de la II Guerra Mundial. Una de ellas fue la llamada 'guerra psicológica': acabar con la moral enemiga a través de los bombardeos contra su población... Los avances en la aviación habían creado el concepto de 'guerra total'. Ahora, los ejércitos contaban con aparatos que podían arrojar toneladas de bombas a cientos de kilómetros de distancia. A diferencia de la Gran Guerra, donde el campo de batalla estaba en un lugar concreto, en el nuevo conflicto toda la población, cualquiera que fuese su edad, sexo o condición, estaba expuesta a sufrir los riesgos y peligros". Como se muestra en los diarios del conde Ciano, yerno de Mussolini y Ministro de Exteriores italiano durante la guerra española, la iniciativa de muchos ataques aéreos partió de los italianos, a veces sin avisar siquiera a Franco.



     Villanueva de Córdoba sufrió bombardeos que ocasionaron al menos ocho muertos, pero, con mucha diferencia, las poblaciones más castigadas por la aviación italoalemana fueron Alcaracejos y Pozoblanco, al estar muy próximas a la línea del frente, y sufrir directamente la conocida como Batalla de Pozoblanco en la primavera de 1937. Los ataques se acentuaron en los dos últimos años de la guerra. Un periódico de la época describe una de estas incursiones: La Vanguardia, 25 diciembre 1938, página 3:
"Los salvajes y criminales bombardeos de Pozoblanco.
Estragos causados en el caso urbano: 35 edificios destruidos, 8 muertos y 25 heridos, la mayoría mujeres y niños.
Pozoblanco, 24. Resulta imposible describir el grado de barbarismo a que vienen llegando los aviadores invasores en sus agresiones sobre la pacífica villa de Pozoblanco y en general sobre todas las poblaciones urbanas, desde Belalcázar hasta Alcaracejos. Con una ferocidad inconcebible y un persistente regusto en la maldad , un día y otro los edificios que eran alegría de la villa son destruidos sin compasión y entre sus escombros expiran los niños, las mujeres y los ancianos, pues tales son las víctimas preferidas de los invasores italogermanos.
Ahora ha sufrido Pozoblanco uno de los más criminales y salvajes bombardeos de cuantos ha padecido desde hace dos años, y conste que son punto menos de incontables.
La saña de los aviadores extranjeros la tenemos en una calle donde había unos ciento sesenta edificios y apenas quedan tres que estén habitables. Los restantes están en el suelo o en peligro de hundirse.
A las once de la mañana se presentaron sobre la población pozobuqueña veinte aparatos Savoia 81, acompañados de otros tantos cazas; y en tanto éstos hacían servicio de vigilancia, los primeros descargaron sobre la población cerca de un centenar de bombas de gran potencia que causaron ocho muertos, entre los cuales hay tres mujeres, una de ellas, embarazada. También hay veinticinco heridos y unos treinta y cinco edificios destruidos.
Puede decirse que la serenidad del vecindario evitó un número mayor de víctimas. Los aviadores estuvieron media hora arrojando continuamente metralla.
Cuando dieron fin a su tarea criminal, vinieron dos trimotores Junkers, que también lanzaron proyectiles a diversos sitios de la villa.
Hoy, a mediodía, fue bombardeado el casco urbano de Hinojosa del Duque. Hasta las tres de la tarde iban recogidos tres muertos y se desconoce el número de heridos. 
Pese a lo que podían suponer los asesinos del aire, el espíritu de los habitantes de aquellos pueblos se muestra, todavía, después de las agresiones, más entero y más confiado en la victoria".
(Puede advertirse que el cronista carga las tintas sobre los aviadores, y no sobre el bando, también enemigo para él, por el que combatían.)

     En la comarca de los Pedroches se hicieron tres refugios antiaéreos: en Pozoblanco, el Viso y Villanueva de Córdoba.
     Carecemos de la documentación original de la construcción del refugio de Villanueva, mas en su libro "Trincheras..." (pág. 427), Francisco Moreno Gómez recoge el testimonio de Críspulo Márquez, un combatiente de la 63 División que tenía su sede en esta localidad, bajo el mando del teniente coronel italiano Aldo Morandi: "Arribamos a Villanueva de Córdoba en la noche del día 22 de julio de 1938... Aún continúa construyéndose el refugio antiaéreo de la plaza, empezado unos meses antes de marcharnos (16-03-1938). Y cosa rara: todavía no tumbó nuestro teniente de Ingenieros la torre de la iglesia con sus barrenos (éste u otro de los ingenieros o arquitectos se llamaba José Pascual Longo). El edificio del Estado Mayor [en calle Real 8] también sigue en pie, a pesar del refugio construido bajo su suelo".
     Dado el carácter y envergadura de la obra parece evidente que se construyó por orden de Aldo Morandi, comandante militar de Villanueva, en los primeros meses de 1938, pues a mediados de marzo de ese año salió destinado a la División de Maniobras del Bajo Aragón. A cargo de las obras estuvieron los ingenieros militares, aunque también se sabe, por los testigos de aquellos tiempos, que participó personal civil, a cargo del cual estuvo el maestro albañil Francisco Cornelio, e incluso mineros de Linares.


      El teniente de Ingenieros hizo un trabajo impecable, a pesar de la dificultad que entrañaba el subsuelo de Villanueva de Córdoba. Como vimos en nuestra última entrada, por el centro de la Plaza de España discurre una gruesa capa de alteración del granito (lehm, "tosca" en la denominación local), de unos 4-6 m de grosor, y que es fácil de trabajar. Pero bajo ella se encuentra el granito de los Pedroches, de proverbial dureza; además, como muestra el propio relieve, hacia la esquina de la calle Real discurre un dique de pórfido, que dificultaría aún más los trabajos. Así que para construir tanto el refugio como sus accesos hubiera que recurrir con profusión a la dinamita. Al hacer uno de los accesos hacia la calle Real el oficial valenciano José Pascual topó con los cimientos de la torre, lo que lo obligó a desviar el túnel para evitarlos. Además, por este lehm encajado entre los diques de pórfidos discurre una copiosa capa freática, cuyas abundantes aguas supusieron otro engorro tanto en la construcción del refugio como para las distintas reformas que se han llevado a cabo en él.
     Para la construcción se empleó el granito que salía de las excavaciones, mientras que los ladrillos fueron traídos de la finca Loma del Caballero, propiedad de Bartolomé Torrico (según me ha dicho Francisco Moreno, que de estos tiempos sabe mucho). Tras realizar la obra se levantó sobre él un gran túmulo de diversos materiales (piedras, tierra, pajas, lanas...), que fue eliminado en 1948.


     Como puede verse en el plano de arriba, el muro que bordea la plaza coincide prácticamente con la planta del refugio (en color azul): las líneas de puntos de color rojo corresponden a esos muros de piedra que hay en la superficie de la plaza.
     El refugio en sí es una amplia sala de 20 x 12 m, con cinco naves separadas por arcadas de doce pilares de granito sobre los que se levantan arcos de medio punto de ladrillo, que soportan, a su vez, bóvedas de cañón. (Este es un tipo de construcción muy empleado en la comarca: en su vecina iglesia de San Miguel, medias columnas adosadas de granito sustentan capiteles realizados con ladrillos.) A pesar de lo que dicen los paneles informativos, no hay en él bóvedas de arista, todas son de cañón.
     Francisco Moreno lo denomina ("Trincheras...") como "una especie de mezquita", y la verdad es que ambas tenían la misma función básica, acoger a un gran número de personas. Pero mientras la inmortal cordobesa eleva sus arcos de herradura a los cielos buscando comunicarse con la divinidad, la obra jarota, más prosaica, soportando su estructura en unos recios pilares de bravo granito, solo perseguía proteger de los ataques de la aviación a unos civiles que, lo que más deseaban, era permanecer en este mundo.
     Para acceder a la gran sala del refugio se habilitaron varios accesos, con túneles con recodos para evitar la onda expansiva en caso de que algún proyectil cayera dentro de él.


      El acceso principal (1 en el plano) se encontraba en el centro de la plaza. Tras entrar en él partía al NW un acceso (2) que se dirigía hacia el edificio de la Audiencia, donde entonces se encontraba el Ayuntamiento (se encuentra cegado en la actualidad). Dentro de la sala del refugio, al fondo, partían dos túneles. Uno de ellos (3) se dirigía al otro lado de la plaza, con un acceso cercano a la puerta del actual Ayuntamiento (entonces pósito). El otro (4) se encaminaba al este, teniendo su boca de acceso frente a la sacristía de la iglesia de San Miguel. El último túnel, y más largo, fue el más complejo de realizar por tener de soslayar, como se dijo, los cimientos de la torre. Se encaminaba al sur, teniendo un primer acceso (5) en la esquina de la calle Real; pasando por debajo del edificio del Estado Mayor de la 63 División (calle Real 8), tenía otra entrada en la ermita de Jesús (6).

     Los túneles de acceso se hicieron del mismo modo que el refugio, un zócalo de granito sobre el que se levantaba una bóveda de cañón construida con ladrillos.
     Tras eliminar el túmulo que lo cubría en 1948 el refugio permaneció olvidado bajo tierra, hasta que en 1987 se acometió una obra para ponerlo en valor, abriendo un acceso en la plaza, mas la abundante agua subterránea con que se toparon impidió continuar. La reforma definitva tuvo lugar en 2008, impermeabilizando la obra y dotándolo de lo necesario para su uso público.
     El refugio antiaéreo de Villanueva de Córdoba es una obra que merece conocerse; tanto por su sobria factura como por ser, como diría Cicerón, vero testis temporum, un auténtico testigo de tiempos no demasiado lejanos.