En el dolmen de Las Agulillas

martes, 13 de octubre de 2015

Villanueva de Córdoba NO surgió en los últimos años del siglo XII (errores históricos en el Diario Córdoba).

     El día de la romería de la Virgen de Luna, el pasado domingo 11 de octubre, iba por el camino del santuario cuando oí a un señor mayor explicar el origen de Villanueva a las personas jóvenes que iban con él. No los conocía, pero por su acento, claro seseo, denotaba no vivir habitualmente en esta localidad, y el que participara en su romería, y se interesara por su historia, me hacían presumir que sus orígenes estaban allí. En concreto, ese señor les decía a sus acompañantes que Villanueva nació a finales del siglo XII.
     Eso es algo completamente incorrecto, pero es precisamente la información que había aparecido en el Diario Córdoba del 9 de octubre, en la página 7 de un monográfico dedicado a la Feria del Jamón Ibérico de Villanueva de Córdoba:


     No sé quién es el autor, pues sólo aparecen las iniciales B. R. Z., pero sí puedo garantizar que el artículo es flojillo tirando a malo. Por ejemplo, copio su primer párrafo: "La villa actual de Villanueva de Córdoba surgió en los últimos años del siglo XII con el nombre de 'Encinaenana'. Según los historiadores, su fundación habría sido debida a vaqueros de Pedroche establecidos en ella desde comienzos de ese siglo". Esa fue la opinión de Juan Ocaña Prados (página 23 de su libro "Historia de la Villa de Villanueva de Córdoba", de 1911): "Sábese por datos adquiridos, dignos de crédito, que Villanueva de Córdoba empezóse a fundar en los últimos años del siglo XII, siendo sus primeros pobladores unos vecinos de Pedroche, villa de muy remota antigüedad, que en el año 1155 fue ganada a los moros por el Emperador Alonso VII, adquiriendo gran importancia y haciéndose famosa por su poderío y extensa jurisdicción, que comprendía todo el terreno que hoy constituyen los términos de las siete villas de los Pedroches".
     Pues no, podemos disculpar a don Juan Ocaña, pero eso es algo plenamente superado, y ningún historiador serio actual le da el menor crédito. No hay nada en absoluto que indique que Villanueva naciera en el siglo XII.
     Alfonso VII conquistó a mediados del siglo XII Pedroche y otras plazas y castillos del norte de Córdoba y zonas aledañas de Extremadura y Castilla-la Mancha, y el lugar se convirtió en la frontera entre los contendientes. A esto se unió que la gran mayoría de caminos entre el valle del Guadalquivir y el centro de la Meseta transitaran por los Pedroches, lo que hizo de la comarca una zona altamente insegura. Por ejemplo, en el año 1172 el conde Sancho Ximenez y las milicias de Ávila saquearon Écija (Sevilla) y la campiña cordobesa, retirándose al norte por el vado de Montoro en el Guadalquivir. Sus perseguidores tomaron otro camino más corto para interceptarlos, por Pedroche, y cuando llegaron a esa ciudad la encontraron deshabitada. Si la población más importante de la zona, protegida por un castillo, no pudo conservar a sus habitantes, parece altamente improbable que aparecieran otras nuevas a finales del siglo XII. Como dicen las abuelas de tierras, no estaba entonces el horno para bollos. (Más bien, para tortas.)
     Si, como parece lo más probable, la actual población de Villanueva surgió donde está como consecuencia de los caminos de la Mesta, habría que esperar a que esta surgiera a finales del siglo XIII, y se organizara a mediados del XIV, para que naciera la entonces Encina Enana. Podría haber sido a finales del siglo XIV o comienzos del XV.
     De hecho, el documento más antiguo en el que aparece el nombre de la población es de 1437, dado a conocer por don Miguel Muñoz Vázquez en la "Revista de Feria de Villanueva de Córdoba" de 1989:


     Se trata de una declaración en la que un vecino de Adamuz manifestaba que tenía una posada denominada del Guijo, y que se la había quemado un "ome de Ensina Enana", un hombre de Encina Enana, por lo que le había pedido 500 maravedís de indemnización. Gracias a nuestro accidental pirómano, el primer jarote documentado aunque desconozcamos su nombre, sabemos que en 1437 había un núcleo de población llamado Encina Enana, y que así era conocido por las poblaciones vecinas. No tenía carácter de villa, por lo que su consideración sería la de "lugar".
     En definitiva, lo más probable es que Villanueva de Córdoba apareciera a finales del siglo XIV o comienzos del XV, en absoluto en el siglo XII.

     Continuando con el artículo, al tratar de la arquitectura local y monumentos más representativos, el autor vuelve a lucirse, pero como Cagancho en Almagro: cita la iglesia de San Miguel, la Audiencia, el actual Ayuntamiento y los conventos de las Obreras y Cristo Rey (ambos del siglo XX). Omite las dos ermitas del siglo XVI, una de ellas, la de San Sebastián, en uso actual como parroquia:


     Al tratar de las casas, dícese en el artículo: "El granito, tan abundante en nuestra tierra, ofrece una arquitectura arquitrabada de gran solidez, dando lugar a una estética de gran belleza". Como es sabido, el término "arquitrabado" hace mención al sistema arquitectónico que emplea elementos de cierre horizontales, desconociendo el arco y la bóveda. Pues precisamente la arquitectura tradicional jarota, especialmente la surgida a partir de las desamortizaciones de mediados del XIX, se basa en las bóvedas de arista y arcos con ligera herradura:





     Como las casas de las fotografías de arriba las hay a cientos en Villanueva, y su interior es cualquier cosa menos "arquitrabado". Extraña que en el artículo se hable de "nuestra tierra" (o de "los que nos visitan"), y luego no se conozca el interior de sus casas.

     La guinda del pastel es el comentario bajo la fotografía que ilustra el artículo: "Esencia. La cultura del jamón ibérico de bellota, muy arraigada en este pueblo cordobés". Nací en este pueblo cordobés, vivo en él, me preocupo por su historia y su carácter, y jamás pensé que tuviéramos una "cultura del jamón ibérico de bellota". ¿Y por qué no también otra de ibérico de recebo? Como también diría una abuela local, eso es una gilipollá como un demonio de grande. Incluso habría que consultar la obra de don Pancracio Celdrán para saber en qué categoría de estulticia se puede adscribir al autor de esa sandez, pues sólo alguien especialmente obtuso, y encantado de serlo, puede creer que existe una "cultura del cerdo ibérico de bellota".
     El cerdo, per se, no genera ningún tipo de ámbito cultural; es una parte más de la gran diversidad de las dehesas; y son ellas, su peculiar modo de génesis y aprovechamiento, y el sustrato en el que se desarrollan, los que engendran parte de las condiciones de creación de la cultura jarota (otra buena parte está por las pizarras). De todas formas, le preguntaré a una amiga de Pontevedra si en su tierra tienen una cultura de lacón con grelos.

     Me molesta tener que escribir sobre estas cuestiones, pero me molesta mucho más, vamos, que me cabrea, el escaso respeto con que se trata la historia de mi tierra, sea desde los medios de comunicación o académicos de la capital cordobesa. Y más cuando confunden a la buena gente que quiere acercarse a ella transmitiendo información caduca, errónea e indocumentada. Si querían hacer un artículo digno, serio, riguroso y ameno podrían haber contactado con Bartolomé Valle Buenestado, por ejemplo, catedrático de Geografía y Cronista de Villanueva de Córdoba. Entre B. R. Z. y B. V. B. hay una gran diferencia, de tamaño sideral. Mientras que el segundo debiera de ser el que redactara los artículos que mostraran al público en general a Villanueva, sus gentes, sus dehesas y su cultura, el primero tendría que ir a conocer y guardar los gorrinos en su hábitat natural, pues para escribir sobre Villanueva, su economía o patrimonio cultural, demuestra no estar cualificado en absoluto.
     El papel lo aguanta todo. Sólo hay que acercarse a cierta prensa provincial para comprobarlo.