En el dolmen de Las Agulillas

viernes, 25 de septiembre de 2015

La cora de Fahs al-Ballut: ¿herencia visigoda?

      Según el historiador del siglo X al-Razi la articulación política y administrativa de al-Andalus se basó inicialmente en la que se encontraron los musulmanes al llegar a la península. Algunos investigadores actuales comparten esta opinión, mientras que para otros el marco territorial de al-Andalus no tuvo que ver nada con los precedentes romano y visigodo. 

     El norte de la actual provincia de Córdoba estuvo encuadrado durante al-Andalus dentro de una demarcación (cora) conocida como Fahs al-Ballut. Para intentar conocer su origen analizaremos sus límites, antigüedad, y especialmente, su relación (o no) con las administraciones territoriales anteriores de la comarca, en las etapa romana y visigoda.


     El norte de la actual provincia de Córdoba fue conocido ya a finales del siglo VIII como Fahs al-Ballut (Campo o Llano de las Bellotas), aunque el viajero Idrisi, a mediados del siglo XII, llamara a la zona al-Balatita (Provincia de las Bellotas). Ya vimos que se trataba de una cora, de una división de la administración territorial de al-Andalus, que se articulaba en tres niveles: de menor a mayor, la qarya o alquería, iqlim (circunscripción) y kura (provincia). Así que cualquier lugar o persona se podía encuadrar en el territorio de una aldea (qarya), que a su vez pertenecía a una circunscripción (iqlim) de tal provincia (kura).

Límites por el sur de al-Balatita en los Pedroches.

     Se pueden conocer los límites meridionales de los tiempos finales de la cora. Tras la conquista de la capital cordobesa por Fernando III en el año 1236 comenzó la ordenación del territorio. Para ello se emplearon los cánones castellanos (concejos, parroquias), pero manteniendo la antigua división administrativa andalusí. En el último tercio del siglo XIII las parroquias de Obejo (en la sierra cordobesa) y de Pedroche establecieron su límite, magníficamente estudiado por E. Ricardo Quintanilla González (2003), cronista de Obejo. El límite del alfoz de la parroquia de Obejo vendría a corresponder con el de al-Balatita.



     Como puede comprobarse en el mapa de arriba, el límite sur de la Provincia de las Bellotas es casi coincidente con el del batolito granítico de los Pedroches. Las sierras colindantes con la planicie granítica estarían directamente bajo el control de la ciudad de Córdoba.
     Al este del meridiano de Villanueva de Córdoba es difícil precisar cuáles fueron los límites de la cora. Si los límites del Arcedianato de Pedroche en el siglo XIII eran herederos directos de la administración territorial almohade, al-Balatita se extendería hacia el este hasta el actual limite entre Villanueva de Córdoba y Cardeña (Montoro hasta 1930).

Antigüedad de la cora de Fahs al-Ballut.

     La que se consideró tradicionalmente la referencia más antigua a esta provincia se databa a mediados del siglo IX, durante el reinado de Muhammad I. Pero en las mismas fuentes textuales árabes nos encontramos con una referencia directa mucho más antigua, otra indirecta pero igualmente evidente de una mayor antigüedad, y, por otro lado, un indicio en la misma existencia y nombre de Fahs al-Ballut.
     Recordemos que en la Historia de los Jueces de Córdoba de al-Jusani se cuenta en la biografía de un cadí natural de los Pedroches, Sulayman b. Aswad, cómo, poco antes de cumplir cien años lunares, mostró a sus amigos un documento en el que su padre, Aswad b. Sulayman, había anotado la fecha de su nacimiento. Tal documento era una carta dirigida por el emir Hisam I a Aswad b. Sulayman, juez de la parte norte de Andalucía, del Llano de las Bellotas y comarcas vecinas, en el que se le ordenaba recaudar y distribuir ciertas contribuciones que se detallaban en el documento. (Esta era una de las funciones de los jueces militares, cargo que tuvo el padre de Sulayman b. Aswad). Dado que Hisam I gobernó entre los años 788-796, quiere decirse que la cora de Fahs al-Ballut estaba perfectamente formada y definida a finales del siglo VIII. Se comprueba también que la parte al norte de Córdoba, "el Llano de las Bellotas y comarcas vecinas" estaba bajo la autoridad de una persona; un motivo podría haber sido la ausencia o escasez de núcleos urbanos de entidad en la que asentarse. (Durante el califato fue frecuente que un gobernador tuviese a su cargo varias provincias, entre ellas Fahs al-Ballut, lo que hizo suponer a algunos que la cora habría desaparecido entonces. No parece que fuera así, pues hay referencias específicas a cadíes de Fahs al-Ballut en tiempos de los dos primeros califas, y que la costumbre de agrupar a Fahs  al-Ballut con otros territorios para que fueran gobernados por una sola persona venía de tiempos antiguos.)
     Otro dato que confirma la antigüedad de Fahs al-Ballut al menos a finales del siglo VIII es la nisba "al-Balluti". La nisba es la parte del nombre árabe que hace mención al origen étnico, tribal, familiar o geográfico de una persona. Una persona que lo portó fue Abu Hafs Umar ibn Suayb al-Balluti, quien en el año 818 participó en el famoso motín de Saqunda, en el que los cordobeses de este arrabal al otro lado del río se rebelaron contra el emir. Tras ser derrotados muchos salieron para el exilio; un grupo de ellos, liderado por Umar al-Balluti, logró apoderarse de la isla de Creta, en donde se mantuvo su dinastía casi siglo y medio. Dadas las fechas y los hechos, Umar debió de nacer en los últimos años del siglo VIII, o como mucho en los inicios del IX, y dada su nisbaFahs  al-Ballut debía existir ya cuando él nació.
     El tercer elemento que podría remontar la antigüedad de Fahs al-Ballut a los primeros tiempos de al-Andalus es su propio nombre, que implica la existencia de un encinar, que fuera descrito en el siglo X por al-Razi o en el XII por al-Idrisi. Como bien sabemos quienes vivimos en la gran Dehesa de la Jara, la dehesa es fruto de la intervención humana en el monte mediterráneo, eliminando el matorral para favorecer el crecimiento de arboleda y pastos, creando un espacio, seminatural, susceptible de un aprovechamiento agropecuario. Las excavaciones realizadas en el poblado madrileño de Gózquez, habitado entre los siglos VI-VIII, muestran que el paisaje alrededor de la aldea aparentemente fue desforestado, con grandes áreas de praderas para pastos que favorecerían la aparición de una economía mixta, apoyándose tanto en la agricultura como en la ganadería: eso es precisamente una dehesa.
     Las excavaciones realizadas por Ángel Riesgo en los Pedroches entre 1921-1935, más los hallazgos posteriores, muestran que la comarca de los Pedroches tuvo tuvo una población relativamente abundante durante la etapa visigoda; así que si los musulmanes denominaron a estas tierras como el "Llano de las Bellotas" es porque cuando llegaron ya se encontraron los encinares.

La administración territorial romana.

     Durante el periodo romano la comarca de los Pedroches estaba integrada dentro del convento jurídico de Córdoba. Conocemos relativamente bien la administración territorial de la comarca durante este tiempo, gracias al trifinio de Villanueva de Córdoba. Hacia donde está actualmente esta población confluían los territorios de tres ciudades. Dos de ellas, Epora (Montoro) y Sacili (Alcurrucén, Pedro Abad) estaban al sur, junto al rio Guadalquivir, mientras que la tercera, Solia (Virgen de las Cruces, El Guijo) se hallaba al norte del trifinio. Esto quiere decir que la jurisdicción territorial de Epora y Sacili llegaba en tiempos romanos hasta Villanueva, siendo quizá la frontera entre estas dos ciudades y su vecina Solia la divisoria de cuencas entre el Guadiana o Guadalquivir, o algún otro hito como una calzada que discurriera en dirección W-E. Como sabemos que en época almorávide la linde meridional de la cora de al-Balatita estaba situada muy al sur de Villanueva, se desprende que los límites por el sur de Fahs al-Ballut no dependieron de la administración territorial romana.


     No alcanzo siquiera a atisbar ningún interés en el gobierno omeya por desvincular el norte de la actual provincia de Córdoba del control directo de la capital omeya, qué beneficio le podría suponer esa situación. A menos que, como dijera Ahmad al-Razi (historiador de cabecera omeya), los musulmanes mantuvieran la división provincial que existía a su llegada. Y sí existe un tiempo, en la segunda mitad del siglo VI, en la que podría haber producido la ruptura política y administrativa entre Córdoba y el norte de la actual provincia

La desconocida etapa visigoda.

     Para el periodo posterior romano no disponemos de ninguna fuente documental (literaria o arqueológica) que nos ilumine sobre la cuestión de la administración del territorio durante la etapa hispanovisigoda, y entramos en lo que es el campo de las conjeturas, aunque intentando aplicar el sentido común: no hemos de suponer que sólo existió lo que se ha conservado en las fuentes literarias, pero si se plantean argumentos desde conjeturas, el esfuerzo de razonamiento ha de ser superior.
     La base para la articulación política y administrativa del reino de Toledo fueron las ciudades. Ignoramos si en el norte de Córdoba existió algún lugar de población con tal categoría. En la Virgen de las Cruces, lugar donde estuvo con gran probabilidad, la ciudad romana de Solia, hay evidencias de su actividad entre los siglos I d.C. y comienzos del IV d.C., pero sólo hay un fragmento de inscripción de época visigoda. El baptisterio tetralobulado en la actual ermita y una pátena litúrgica de finales del siglo VII o comienzos del VIII indican la existencia de una iglesia, aunque no su pervivencia como ciudad.
     Tampoco sabemos cuándo se produjo la fundación de la que fuera capital de Fahs al-Ballut, Bitrawsh (Pedroche), si fue en el periodo de al-Andalus o ya estaba antes, aunque en la tradición local de la comarca se han mantenido leyendas sobre su origen visigodo.
     Me parece muy significativo que Fahs al-Ballut estuviera desvinculada territorial, administrativa y jurídicamente de la capital cordobesa en la etapa musulmana, cuando había estado bajo su órbita en el periodo romano. Las únicas circunstancias históricas que conozco que pudieran haber provocado tal ruptura se produjeron en el siglo VI. El que los documentos que nos han llegado de esa no nos digan nada sobre esto, repito, no quiere decir que no se produjera, obviamente.
     Tras el colapso del Imperio romano y las migraciones a comienzos del siglo V, las aristocracias nativas coparon el poder, y en muchos casos no estaban dispuestas a cedérselo a unos nuevos soberanos, visigodos, que decían ser portadores de la legitimidad. Dentro de esta óptica, y no desde las tensiones religiosas, hay que entender la lucha entre Agila y los cordobeses.
     En el año 550 el rey Agila entraba en Córdoba, y según San Isidoro de Sevilla, profanó la iglesia del mártir local Acisclo, usándola como establo. Los godos eran arrianos frente al catolicismo de los hispanorromanos, pero no solían emplear la fuerza en materia religiosa; su peculiar confesión era una manera de afirmar su identidad grupal, siendo una minoría de la población hispana.
     Los cordobeses derrotaron a Agila, apoderándose del tesoro real y matando a un hijo suyo. Agila tuvo que retirarse a Mérida y unos pocos años después fue asesinado allí, eligiendo la nobleza a Atanagildo. El nuevo rey había llamado en su apoyo a los bizantinos, pero Justiniano, que se había apoderado del norte de África y gran parte de la península itálica, aspiraba a reconquistar Hispania para sus dominios. Las tropas imperiales se asentaron en una franja costera, con ciudades importantes como Cartagena. No hay constancia de que dominaran directamente Córdoba, pero su sola cercanía haría que los monarcas visigodos tomaran medidas, como copiar a los bizantinos e instalar colonos militares de forma permanente cerca del enemigo en tierras reales a cambio de sus servicios. La nobleza goda habría ido asumiendo a la vez más funciones militares y fiscales.
     Atanagildo reconquistó Sevilla, pero fracasó en los intentos de apoderarse de Córdoba (566-567 d.C.). En el año 572, ya en el reinado de Leovigildo, se produjeron numerosas revueltas campesinas que obligaron al rey a someter a muchas ciudades y fortalezas. En Córdoba habitaban los potentiores, la gran aristocracia latifundista hispanorromana, que no estaba en absoluto contenta con el intento de unificación y control del territorio peninsular por parte de Leovigildo. En ese mismo año de 572 Leovigildo logró conquistar Córdoba tras un sangriento asalto nocturno.
     Once años después, derrotado Hermenegildo se refugió en Córdoba. En la ciudad existía una guarnición bizantina, que fue sobornada por Leovigildo, apresando luego el rey a su hijo rebelde. La presencia de tropas imperiales aprovechando la coyuntura demuestra lo delicado de la situación.
     ¿Es posible que durante el tiempo en que duró la insurrección cordobesa la comarca de los Pedroches hubiera quedado fuera de su control directo? ¿O fue esa insurrección la que obligó a algún rey, quizá Leovigildo, a crear una entidad territorial ajena al ámbito de la capital cordobesa? Era una zona no lejana de la frontera, susceptible de un aprovechamiento agropecuario capaz de generar los excedentes suficientes para mantener al campesinado y equipar guerreros. Y, creo que especialmente, porque por la comarca discurrían los caminos más cortos y rápidos entre Toledo y Córdoba.
     Quizá fuera entonces, en la segunda mitad del siglo VI cuando se creara una circunscripción territorial acorde con los intereses del Reino de Toledo, desligada de la levantisca ciudad de Córdoba y con la que se encontraron los musulmanes tras arribar a la península, conservando sus límites pero dándole un nuevo nombre acorde a su esencia geográfica: Fahs al-Ballut.