(J. Palomo, 2012, 107)
Tras la conquista de Toledo, la presión cristiana sobre el extremo nororiental de Córdoba se acentuó. En 1143 milicias de Toledo, Ávila y Segovia al mando de Munio Alonso derrotaban a los gobernadores almorávides de Sevilla y Córdoba; el nombre de este último habría dado lugar al topónimo actual del sitio donde tuvo lugar la batalla, Azuel (PE3). A mediados del siglo XII la ruta para dirigirse desde el Valle del Guadalquivir hasta el Tajo se desplazó hacia el oeste, por Pedroche (PW1, PW2). Pero la conquista de esta plaza por Alfonso VII en 1155 provocó que el trazado del camino se desplazara más al oeste aún, por la entonces Gafiq (y actual Belalcázar) (PW4).
La conquista de Córdoba en 1236, y el desplazamiento de la frontera al sur de Córdoba, modificó de nuevo la red viaria. Se abandonó el camino de circunstancias por Belalcázar, a la vez que con la Mesta se incentivaba una antigua calzada romana que se tomó como parte de la Cañada Real Soriana Oriental de la Mesta (PW3Cñd). También se modificó en parte el camino de Córdoba a Pedroche (PW3), que compartía parte de su itinerario con la Cañada Real.
A finales del siglo XIV el Concejo de Córdoba impulsó el tránsito desde su ciudad hacia Toledo por el camino mejor por ser el más corto y práctico, el Camino Real de la Plata (PE2), al no existir ya razones de tipo bélico que dificultaran su habilitación. Desde mediados del siglo XV fue la principal arteria de comunicación entre el centro de la Meseta y el Valle del Guadalquivir hasta 1773, cuando se promovió la comunicación entre la Meseta y el Valle del Guadalquivir por Despeñaperros. Profundicemos en la historia de este camino que "tenía la ventaja de seguir la línea más fácil y de menor resistencia aprovechando los pasos naturales, los terrenos abiertos y considerables espacios despoblados. Resultaban, de esta forma, 272 km de Córdoba a Toledo, mientras que por Bailén y Manzanares son 350. De Córdoba a Ciudad Real había 173 km, que por Montoro y Puertollano ascienden a 196 y se elevan a 265 km por Valdepeñas y Almagro" (J. Sánchez Sánchez, 2006).
Quienes sólo emplean fuentes literarias reconocen su incapacidad para confirmar, o rechazar, que determinados caminos fueran empleados en tiempos romanos, pues es escasa la documentación que nos ha llegado de ese periodo. Pero existen otras fuentes de información, además de las textuales, como son la toponimia y la arqueología, y es por ellas por las que puedo afirmar que fue una calzada empleada, al menos, desde tiempos romanos y visigodos (digo "al menos" porque varios monumentos megalíticos -el sepulcro de las Aguilillas, los tholoi del Minguillo- están muy próximos a él).
La primera de estas fuentes es el propio nombre, Camino de la Plata. En España son docenas los caminos que llevan este epíteto, "de la Plata". Fueron los arabistas quienes hicieron derivar el topónimo del árabe balat, pavimento de piedra, camino, calzada, y de hecho existen numerosos topónimos como Albalate, Albaralejo en castellano; Alvalade, en portugués; o Albalat, en catalán. No existe en castellano, sin embargo, el paso intermedio que debería haber sido "Albalata".
En 1999 G. García Pérez y J. Rodríguez Morales demostraban, de modo independiente en la revista especializada en caminería antigua El Miliario Extravagante, que el origen etimológico del topónimo "de la Plata" era muy anterior a la invasión musulmana. Por ejemplo, Isidoro de Sevilla dice en sus Etimologías (XV, 16, 6): "Ipsa (strata) est et delapidata, id est lapidibus straba": La calzada está además empedrada, es decir, recubierta de piedras". Desde delapidata es más fácil pasar a de la Plata que desde el árabe al-balat, y más si está ausente el topónimo intermedio, Albalata. Por lo tanto, el topónimo "de la Plata" se corresponde con una antigua via romana.
[Existen en el NE de Córdoba otros tres caminos que también tienen la misma denominación, "de la Plata", y que parten desde Montoro (la antigua Epora romana): el camino viejo de Villanueva de Córdoba a Montoro por la Loma de la Higuera; el camino de Pozoblanco a Montoro; y el camino de Montoro a Fuencaliente), que vendrían a corresponden con las calzadas que unieron a Epora con Solia, Epora con Baedro, y Epora con las numerosas explotaciones mineras de los actuales términos de Cardeña (Córdoba) y Fuencaliente (Ciudad Real).]
Este Camino Real de la Plata conserva parte de su empedrado original en el Minguillo (al sur de Conquista), en Ventas Nuevas y en la Venta del Fresnedoso (después se verán las ventas que servían al camino en la Edad Moderna).
Al norte del término de Adamuz, muy próximo a su linde con el de Villanueva de Córdoba, en Los Pobos, se encuentra una mina explotada en tiempos de la República romana, muy próxima al trazado del camino (J. García Romero, 2002, 130), que tenía en este camino la vía para dar salida a su producción.
En la época romana habría sido una vía secundaria, pues la red viaria principal era de carácter periférico. La situación cambió cuando Atanagildo asentó la capital del reino visigodo en Toledo. La monarquía necesitaba de una vía que comunicara lo más rápidamente posible la capital con las importantes ciudades del sur como Córdoba y Sevilla, y más cuando éstas se habían mostrado insumisas a aceptar de buen grado el predominio político de los monarcas godos. Los cordobeses derrotaron al rey Agila (550) y resistieron varios ataques de Atanagildo (566-567), hasta que Leovigildo se apoderó de la ciudad en el año 572. Poco tiempo después Leovigildo le concedió el gobierno de la Bética a su hijo Hermenegildo, quien acabó rebelándose contra su padre apoyado por la aristocracia nativa de la región. Más que como conflicto religioso (que también lo hubo) cabe entender esta rebelión en clave de lucha por el poder: las élites hispanas preferían su propio autogobierno que el modelo de monarquía que pretendían los reyes godos. Hermenegildo fue derrotado y en el 584 se refugió en Córdoba. Su padre sobornó al comandante de las fuerzas bizantinas que se habían introducido en Córdoba y acabó aprisionando a su hijo.
En estas condiciones, el Camino de la Plata adquirió un gran valor estratégico, e igualmente parece que ocurrió en los Pedroches, comarca escasamente poblada susceptible de un poblamiento que permitiera la producción de excedentes para el ejército, a la par que se convertía en un glacis defensivo frente a los imperiales bizantinos asentados en el sur peninsular. De los casi tres centenares de sepulturas del tiempo de la Hispania Tardía que Ángel Riesgo descubrió en los Pedroches, 177 se encuentran a menos de un par de kilómetros de este camino, entre Ventas Nuevas y el cerro de la Fresnedilla, es decir, en apenas una docena de kilómetros. Hay que destacar que las nueve sepulturas halladas en el Chaparral de Madueño (Adamuz), entre la Fresnedilla y Venta los Locos) se encontraban en el borde del mismo camino.
Como esta calzada no fue recogida en la obra de E. Melchor Gil (1995) sobre vías romanas de la provincia de Córdoba, no es tenida en consideración por quienes se interesan por la cuestión, creyendo que el camino descrito por Idrisi a mediados del siglo XII (PE2) fue el único empleado por los romanos para ir desde Córdoba a Toledo. Pues no, hemos visto que hay evidencias de sobra del uso del Camino de la Plata por romanos y visigodos, pero en la Edad Media las circunstancias que mostrábamos al comienzo hicieron que dejara de emplearse hasta ser revitalizado a partir de finales del siglo XIV.
En ese tiempo el Concejo de la ciudad de Córdoba promovió la comunicación entre su ciudad y Almodóvar del Campo y Ciudad Real, de modo que ofreciese la suficiente tranquilidad para sus viajeros. Para ello solicitó a Enrique III que no pagasen tributo alguno las doce ventas que quería instalar en el camino que conducía de Córdoba a Almodóvar del Campo y Villa Real (Ciudad Real), en los dos tramos del Villar y Adamuz. El rey accedió a esta petición el 17 enero 1394, que transcribo al castellano actual : "El Concejo y Alcaldes de la muy noble ciudad de Córdoba me enviaron decir que por cuanto los caminos que de la dicha ciudad van a Almodóvar del Campo y a Villa Real, uno por Adamuz y el otro por el Villar, son yermos, por lo que los arrieros que van por ellos van con temor porque son todos de montaña... [para] que los dichos caminos se poblasen, porque los que por ellos fueren hallen donde se acojan a viandas y lo que menester hubieren para ellos y para sus bestias, acordaron franquear a doce venteros para que estén en ambos los dos dichos caminos porque los tenga poblado" (F. Hernández, 1959, 50).
El primero de ellos es el camino del que tratamos, el Camino Real de la Plata, por Adamuz y Conquista, que acabó imponiéndose como la principal ruta entre Córdoba y Toledo desde mediados del siglo XV. En una declaración de límites entre Obejo y Pedroche de 1477 se manifestaba que la linde iba en el año 1427 por "... el camino de Toledo que se seguía entonces y de allí a Cigueruela" (E. R. Quintanilla González, 2002, 114), de donde salía el camino hacia el Gahete (Belalcázar). La mención concreta al camino que se seguía entonces (1427) me parece esclarecedora: a comienzos del siglo XV se viajaba desde Córdoba a Toledo por el Vacar y Pedroche (PW3), siendo un trayecto ya en desuso en 1477. El Rey Católico viajó por el Camino Real de la Plata en 1482 para ir en auxilio de Alhama, y en 1508, con motivo de la disputa con el marqués de Priego "partió dicho monarca de Toledo el 28 de agosto, y fue por las Ventas, el Molinillo, Ciudad Real, Caracuel, el Pedroche, Adamuz y entró en Córdoba a 7 de septiembre" (F. Hernández Jiménez, 1959, 54-55).
Partiendo desde Córdoba, se emprendía el cruce de Sierra Morena por Adamuz hacia el norte, y desde aquí hasta la siguiente población, Almodóvar del Campo (Ciudad Real) existían diecisiete leguas; de ahí la importancia que le dio el Concejo cordobés para promover la instalación de ventas, donde viajeros, arrieros y bestias pudiesen acogerse a viandas y a lo que menester hubieren. Conocemos los nombres de las ventas que había a mediados del siglo XVI gracias a la guía de caminos más antigua de España, obra de Pedro Juan de Villuga en 1546: "Repertorio de todos los caminos de España hasta agora nunca visto, en el cual hallará cualquier viaje que quiera andar, muy provechoso para todos los caminantes". En su camino nº 89, de Toledo a Córdoba, figuran en su Repertorio las ventas siguientes en el noreste cordobés:
Con el tiempo, alguna de estas ventas desapareció (la Venta de la Cruz), surgiendo otras nuevas: en 1695 el vecino de Villanueva de Córdoba Francisco Muñoz Velasco se comprometió con el Correo Mayor de España en servir las postas que iban desde la Venta del Alcalde (en Ciudad Real) hasta la Venta del Puerto, con caballos, mulos, piensos, forrajes... De este hecho surgió Venta Velasco (no citada en el Repertorio de Villuga), entre las ventas de la Aljama y la de los Locos.
En el cruce del Camino Real de la Plata con el que se dirige desde Villanueva de Córdoba a Cardeña y Azuel apareció la Venta del Cerezo, valorada en 1766 en 16.969 reales (J. Ocaña Torrejón, 1970, 12-14). En el siglo XVIII comenzaba la colonización por parte de los habitantes de Villanueva de Córdoba de los terrenos comunales pertenecientes entonces a Montoro, y que concluiría en 1930 con el nacimiento como municipio independiente de Cardeña y sus poblaciones anexas, Azuel y Venta del Charco.
La vida en estas ventas quedó inmortalizada en la obra de Miguel de Cervantes, quien, por su profesión, las conoció perfectamente. "En la venta del Molinillo, que está puesta en los fines de los famosos campos de Alcudia, como vamos de Castilla a Andalucía" se encontraron Diego Cortado y Pedro del Rincón; también en este mismo camino, en Venta Tejada, residió Marinilla, otra fregona famosa por su belleza, al igual que la "Ilustre" Constanza.
Con la llegada de los Ilustrados de Carlos III se emprendieron una serie de reformas. A instancias de Esquilache, en junio de 1761 se decretó un plan de caminos reales de carácter radial. Otro gran proyecto fue el de las Nuevas Poblaciones de Andalucía y Sierra Morena. Para promover los nuevos asentamientos en el norte de Jaén, se prohibió en 1773 que las postas fuesen por el Camino Real de la Plata, para usar el nuevo paso abierto en Despeñaperros (J. Sánchez, 2006). Aquí los "Ilustrados" se mostraron, más bien, "Iluminados", pues fue un craso error que aún seguimos padeciendo al partir de un absurdo geográfico, no sólo por incrementar la distancia a recorrer, sino también por las enormes obras de infraestructura que se han venido haciendo sin cesar en Despeñaperros, sin que por ello dejen de existir atascos y problemas en el tráfico.
El Camino Real de la Plata dejó de ser la principal vía de comunicación entre la Meseta y la Bética. En el Itinerario español de Joseph Mathias Escribano de 1775 se cita al "Camino de herradura que llaman de la Plata", y que desde la Venta del Aguadú se encaminaba hacia Villanueva de Córdoba. En 1840 habían dejado su actividad las ventas del Fresno, del Puerto, los Locos, Orán y La Aljama (Ramírez y las Casas-Deza, 1840, 359).
En el Mapa del Reino y Obispado de Córdoba de Tomás López, de 1797, (del que se muestra el cuadrante NE) aparecía este camino:
(I.G.N.)