El Anexo III "Descripción del bien" se basa para la datación del yacimiento en el trabajo pionero sobre el lugar que publicaron Juan Ocaña Torrejón y Antonio Rodríguez Adrados en 1962: El yacimiento Majadalaiglesia – Virgen de las Cruces (Contribución a
En la cronología de las inscripciones lapídeas el Anexo III también se sustenta en el trabajo de Juan Ocaña y Antonio Rodríguez Adrados. Se dice en el Anexo: "En la ermita se hallaron también dos inscripciones funerarias romanas. Una de ellas está reutilizada en el umbral de entrada, la cual data de los siglos III o IV d.n.e., y se podría corresponder con PORTIV(s)/ RIGVS (ca/r)VS SVIS (an/n) LXXX (s)/ E.S.T.T. La otra inscripción, actualmente empotrada en una de las paredes de la sacristía y colocada al revés, y por lo tanto de difícil lectura, podría transcribirse como SEXT (…) ANVS/ PRAE (…) DE MODESTUS, datada en el siglo VI d.n.e.”. La primera inscripción sigue la lectura y cronología de Ocaña y Adrados; la segunda sí mantiene la datación de estos autores, aunque se publica en el Anexo la lectura sobre la misma que aparece en la entrada sobre El Guijo del Catálogo artístico y monumental de la provincia de Córdoba (AA. VV. 1986).
Toda esta información quedó obsoleta tras la elaboración de la segunda edición del CIL. Como ya dijimos en la entrada en este blog sobre el Corpus de Inscripciones Latinas (CIL) de Hispania, de los diecisiete conventus jurídicos en que estuvo dividida Hispania en el periodo romano han sido publicadas, completamente actualizadas, las inscripciones aparecidas en tres de ellos, entre ellos el cordobés. El que es considerado como el mejor epigrafista latino de Hispania, Armin
Ulrich Stylow, estuvo por los Pedroches en la década de los ochenta del
pasado siglo revisando personalmente cada inscripción. Su trabajo final sobre
las inscripciones del NE de Córdoba, correspondientes a lo que sería la ciudad
de Solia (a la que se sitúa, precisamente, en Majadaiglesia), se publicó en
1986. Se puede acceder en Internet a la nueva edición del CIL a través de las páginas de la Universidad de Heidelberg (para la descripción de las inscripciones) y de la Universidad de Alcalá de Henares (para las imágenes).
Se puede comparar la cronología que atribuyeron Ocaña y Rodríguez Adrados a algunas inscripciones con la que se atribuye en la segunda edición del CIL:
Se comprende que Rodríguez Adrados y Ocaña creyeran que fue en el periodo tardorromano (a partir de la segunda mitad del siglo III) cuando Solia-Majadaiglesia alcanzó su mayor esplendor, pero la revisión de Stylow derriba esa hipótesis. Ningún historiador ni epigrafista en su sano juicio dudaría de que la lectura de Armin Ulrich Stylow ofrece todas las garantías, frente a la que hicieron unos eruditos bienintencionados, pero sin formación de historiador: Antonio Rodríguez Adrados, miembro de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación y con una gran formación lingüística, fue notario, y Juan Ocaña Torrejón, maestro de escuela.
La datación de las inscripciones latinas aparecidas en el entorno de Majadaiglesia según el CIL II2 tiene otra lectura distinta a la de Ocaña-Adrados y el Anexo III del decreto: habría sido en los siglos I y II d.C. cuando Solia-Majadaiglesia habría tenido su mayor relevancia. De esta época (año 122) es el trifinum de Villanueva de Córdoba, cuando Solia hizo valer sus derechos frente a dos municipios ubicados en las orillas del Guadalquivir, Sacili y Epora. También a los siglos I y II corresponden otros objetos aparecidos en Majadaiglesia, como las lucernas (que se verán en otra entrada). Hay un silencio epigráfico a partir de mediados o finales del siglo III, que corresponde con la crisis del imperio en ese periodo. Del periodo hispanogodo sólo consta una inscripción lapídea, bueno, una letra, la "R". La de la patena litúrgica es especial, al estar realizada sobre otro tipo de soporte.
Se puede comparar la cronología que atribuyeron Ocaña y Rodríguez Adrados a algunas inscripciones con la que se atribuye en la segunda edición del CIL:
Se comprende que Rodríguez Adrados y Ocaña creyeran que fue en el periodo tardorromano (a partir de la segunda mitad del siglo III) cuando Solia-Majadaiglesia alcanzó su mayor esplendor, pero la revisión de Stylow derriba esa hipótesis. Ningún historiador ni epigrafista en su sano juicio dudaría de que la lectura de Armin Ulrich Stylow ofrece todas las garantías, frente a la que hicieron unos eruditos bienintencionados, pero sin formación de historiador: Antonio Rodríguez Adrados, miembro de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación y con una gran formación lingüística, fue notario, y Juan Ocaña Torrejón, maestro de escuela.
La datación de las inscripciones latinas aparecidas en el entorno de Majadaiglesia según el CIL II2 tiene otra lectura distinta a la de Ocaña-Adrados y el Anexo III del decreto: habría sido en los siglos I y II d.C. cuando Solia-Majadaiglesia habría tenido su mayor relevancia. De esta época (año 122) es el trifinum de Villanueva de Córdoba, cuando Solia hizo valer sus derechos frente a dos municipios ubicados en las orillas del Guadalquivir, Sacili y Epora. También a los siglos I y II corresponden otros objetos aparecidos en Majadaiglesia, como las lucernas (que se verán en otra entrada). Hay un silencio epigráfico a partir de mediados o finales del siglo III, que corresponde con la crisis del imperio en ese periodo. Del periodo hispanogodo sólo consta una inscripción lapídea, bueno, una letra, la "R". La de la patena litúrgica es especial, al estar realizada sobre otro tipo de soporte.