En el dolmen de Las Agulillas

sábado, 24 de agosto de 2013

Los "tesorillos" de Azuel y Moralejo

       Proseguimos recopilando la documentación arqueológica de la que tenemos conocimiento procedente de la comarca de los Pedroches. Además del tesorillo de los Almadenes de Alcaracejos, aparecieron en tierras del noreste de Córdoba otros dos atesoramientos con características similares (contenían monedas y joyas, siempre de plata) y cronología (finales del siglo II o comienzos del I a.C.)
       El tesorillo de Azuel es el primero del que se tuvo conocimiento, aflorando a la superficie al realizarse agrícolas en la Navidad de 1874 en la dehesa del Castillo de Azuel (Cardeña, Córdoba), a unos 500 metros del castillo y cerca del camino de Azuel a Villanueva de Córdoba. La reja del arado arrancaba del suelo un vaso de plata y otros objetos que fueron recogidos, destacando centenares de denarios republicanos (el denario era una moneda de plata que durante el periodo romano republicano, siglos II y I a. C., tenía un peso teórico de unos 4,5 gramos). Como por la misma fecha (1874) se documenta la existencia en la cercana localidad de Villa del Río de otro conjunto similar compuesto por medio millar de denarios, don Manuel Gómez-Moreno, quien estudió este conjunto, consideró que éste fue una desmembración del conjunto aparecido en Azuel, siendo lo aceptado por los estudiosos; aunque nunca se podrá despejar la incógnita de si proceden del mismo hallazgo o de dos independientes.
       En conjunto, habría unos 1.600 denarios (1.096 en Azuel y unos 500 en Villa del Río), de los cuales serían ibéricos (o sea, realizados en cecas de Hispania) unos 275 (107 en Villa del Río y en Azuel uno de Konterbia, Turiasu, Sekobirikes y Arsaos, más 20 de Bolskan y 139 de Ikalesken: ciudades del interior de la Meseta donde se comenzó a acuñar moneda de acuerdo a los patrones romanos); dos vasos de plata; y otros objetos de plata como un torques, un brazalete, un pendiente con forma de león, un anillo de chatón circular con dos prótomos de caballos contrapuestos, un pendiente con cabeza de león y una pequeña campanita.
       Habría resultado muy interesante que los especialistas hubiesen podido analizar el atesoramiento, pero ello no será posible, al menos por ahora. El propietario del terreno se lo vendió en 1878 al jesuita P. Antonio F. Cabré, pesando los objetos 693 gr., y las 1.096 monedas 4.099 gr. Fue vendido al peso, 4,8 kg de plata, a razón de real y medio el gramo, con una ganancia de medio real respecto al valor del metal. El P. Cabré vendió luego la mitad de las monedas y todos los objetos a no se sabe quién, depositando el resto en el gabinete arqueológico del colegio de Chamartín de la Rosa. Dicho jesuita tomó nota en diversos papeles que se conservaron a modo de expediente y que pudo consultar don Manuel Gómez-Moreno, calcando los dibujos que realizó el presbítero de Lucena don Antonio Muñoz del Valle, hermano del propietario del terreno del Castillo de Azuel en 1875.
       El 11 de mayo de 1931 era saqueado el colegio de Chamartín de la Rosa, perdiéndose definitivamente lo que restaba del tesorillo de Azuel. La única reseña es el pequeño artículo y los dibujos de don Manuel Gómez-Moreno.


(Anillo, pendiente, campanita y  brazalete del tesorillo de Azuel, según Gómez Moreno, 1949, 345-346.)

       El último de los atesoramientos conocidos de este periodo romano republicano afloró a la superficie también al realizarse prácticas agrícolas en pago de El Moralejo, unos diez kilómetros al suroeste de Villanueva de Córdoba. En 1961 se encontraban trabajando en dicha finca dos cuñados, Manuel Fernández Chuán y Pedro Fernández Romero. Fue Manuel quien, al arrancar las raíces de una vieja encina seca, se encontró entre ellas una sítula (una especie de olla) de bronce con un centenar y medio de denarios romanos de época republicana. El más antiguo es del año 196 a.C., y los más recientes del 114-113 a.C., con especial abundancia de los acuñados en el 123 a.C. y 116 a.C. También había en la situla un par de brazaletes de plata en una cinta plano-convexa con cinco vueltas en espiral con técnica laminar, filigrana y gránulos. El extremo está aplanado, imitando a la cabeza de una serpiente. 
                                            (Brazaletes de El Moralejo; de la Bandera, 1996.)

         Las circunstancias generales de los atesoramientos de este periodo ya se vieron al describir el tesorillo de los Almadenes de Alcaracejos.