En el dolmen de Las Agulillas

viernes, 17 de octubre de 2014

El Haza de las Ánimas de piedra (una necrópolis de tumbas excavadas en roca de los Pedroches).

     "Haza", según el DRAE, es una porción de tierra labrantía o de sembradura. Poco más de un kilómetro al sur del castillo de Almogábar (Torrecampo) existe un predio con ese nombre al que se acompaña un término, "de las Ánimas", que, muy probablemente, deriva de un elemento arqueológico muy visible y peculiar que le dio el nombre al lugar: una necrópolis de sepulcros tallados en la roca natural.


     Tradicionalmente, en el estudio de las tumbas inmuebles sobre roca sólo se consideró su forma, a partir de la cual se le asignaba, automáticamente, una determinada cronología. En este tipo de enfoque había una falla, pues lo que debiera ser una herramienta para el conocimiento del pasado se convirtió en un fin en sí mismo. El problema básico es que no se estableció la conexión dialéctica imprescindible entre este tipo de manifestación arqueológica y los procesos sociales en los que se desarrollaron.
     Los estudios sobre esta materia que más avanzan en la actualidad son los que han abandonado las premisas previas de cronotipologías, empezando a analizar las distintas formas en que se organizan los espacios funerarios compuestos por este tipo de tumbas, talladas en la roca natural. Iñaki Martín Viso (2012) distingue tres tipos de espacios funerarios:

1.- Sepulturas aisladas o formando pequeños grupos, con menos de diez tumbas. En el NE de Córdoba es la tipología más abundante respecto al número de estaciones. Hay muchas variantes de este modelo básico, que pueden desglosarse básicamente en dos:

1.1.- Los formados por una tumba o un pequeño grupo de 2-5 como máximo. "Aquí puede hablarse con bastante certeza de la presencia de inhumaciones aisladas y diferenciadas, que deben probablemente asociarse con enterramientos de carácter familiar que se perpetúan en el tiempo... Por tanto, crean una memoria vinculada a esa familia y a individuos concretos" (Martín Viso, 2012, 171). En el mapa de abajo se observa cómo es este modelo en el NE de Villanueva de Córdoba: hay cinco tumbas individuales de adultos, una individual infantil, un grupo de dos y otra sólo comenzada a labrar, sin terminar. La distancia media entre ellas es de unos dos kilómetros.


1.2.- Los sitios de 6-10 sepulturas suelen incluir pequeños grupos o estar dispersos por áreas con mayor extensión que los formados por 1-5 sepulturas. En la comarca de los Pedroches sólo las estaciones arqueológicas de la Nava y Valquemadas, ambas próximas (1,5 km y 3 km) al castillo de Almogávar, y que aún están por estudiar, podrían pertenecer a este grupo. Este tipo podría ser una variante del segundo propuesto:

2.- Necrópolis desordenadas. Con un número superior a los diez enterramientos, aproximadamente, pues puede variar según las regiones. Se definen por ser áreas destinadas a la inhumación, en las que se distribuyen de manera aleatoria las sepulturas, aisladas o formando pequeños grupos. Este es el caso del lugar al que se dedica esta entrada, la Haza de las Ánimas, donde hay al menos quince sepulturas distribuidas en cuatro grupos de nueve, tres, dos y una tumbas, formando un triángulo equilátero de unos doscientos metros de lado:


     "El aparente desorden probablemente provenga del hecho de que la elección concreta de cada lugar de enterramiento se llevase a cabo por la familia o individuos, pero dentro de un ámbito geográfico específico reconocido por un conjunto más amplio... Por tanto, estaríamos ante iniciativas comunitarias que respetan, sin embargo, cierta autonomía para la memoría familiar, gracias a la elección de núcleos diferenciados" (Iñaki Martín, 2012, 171-172). Un arquetipo de este modelo es la necrópolis de la Haza de las Ánimas.

3.- Necrópolis agrupadas y alineadas. Es el tercer tipo propuesto, con más de diez sepulturas. Se caracterizan porque no se distinguen grupos bien definidos, las tumbas se hayan alineadas y con una orientación común. "Este tipo de inhumaciones responde a una comunidad en la que hay algún tipo de poder que gestiona y organiza el espacio funerario. Se trataría de un paisaje jerarquizado, en el que hay una memoria de la comunidad controlada y gestionada por una instancia de poder, que ha restringido o eliminado la capacidad de gestión de la memoria familiar" (I. Martín Viso, 2012, 172). [Como se puede comprobar, Iñaki Martín Viso establece una conexión dialéctica de las tumbas excavadas en roca, lo que hace que no se caiga con ellas en un compartimento estanco.] Este tipo de necrópolis no es conocido en el NE de Córdoba.

     Desglosemos ahora la necrópolis de la Haza de las Ánimas, que, como se ha dicho, está formada por cuatro núcleos. El primero y mayor de ellos se sitúa unos 250 m al SW del cortijo, sobre un gran canchal de granito rojizo. [Márquez Triguero (1985, 84) lo llama incorrectamente "Peñón de Obejuelo", pues cualquier jarote sabe que este microtopónimo está unos 4,5 km al SW de la Haza, en una finca llamada, precisamente, Obejuelo. Hago este apunte por si alguna criatura descarriada se acerca al verdadero Peñón de Obejuelo en búsqueda de estas tumbas].
     Al norte y al oeste del canchal se observan los restos de antiguas edificaciones, como cimientos de viviendas:


     Aunque Esteban Márquez dice (1985, 85) que "no se observa ningún tipo de cerámica de cubrición" hay fragmentos de tégulas por todas partes, tanto en este lugar como en los otros donde hay estas tumbas:


     Esta característica teja plana romana no dejó de usarse en la península con el fin del Imperio a comienzos del siglo V, sino que siguió empleándose. En el museo visigodo que hay en el interior de la Mezquita de Córdoba hay una tégula datada en el siglo VII, lo que quiere decir que este elemento constructivo se mantuvo en el tiempo hasta solaparse con la llegada de los musulmanes.
     En el croquis de abajo se muestra la disposición del lugar, con el peñasco-necrópolis y las estructuras adyacentes:

(Croquis de Esteban Márquez Triguero, 1985, 101. La numeración es propia.)

     La necrópolis se se realizó sobre un gran peñasco que tiene su mejor acceso desde el este:


     Al sur y al norte está cortado como un acantilado:


     La sepultura nº 1 se encuentra en la parte inferior de la cara este, cubierta en parte por una pared de piedra. Tiene forma antropomorfa (cuerpo de forma trapezoidal, cabeza diferenciada de él) y su orientación es 20º N (tomamos la orientación del eje longitudinal de la sepultura desde la cabecera):


     Continuando en la cara este, a media ladera se encuentran labradas cuatro sepulturas (números 2-5 en el croquis), dos de adultos y dos infantiles. La orientación de todas ellas es al E o ENE:


     En la parte superior del canchal, en lo que se podría definir como la meseta del mismo, hay labradas otras tres sepulturas (números 6, 7 y 8), separadas unos cuantos metros entre sí, todas ellas de planta antropomorfa y orientadas al mediodía (154º S, 130º SE y 170º S). En el lugar hay mucho espacio para tallar más sepulturas, por lo que parece que la distinta orientación de las tumbas dentro de esta misma necrópolis no fue condicionada por el tamaño, la estructura o composición de la roca:




     En la base de la cara norte, la que "mira" al castillo de Almogábar, hay tallada otra sepultura, bien labrada, tanto que parece casi un sarcófago incrustado en el peñón. No está orientada hacia el castillo, sino a saliente, 80º E.


      El segundo grupo está unos 180 m al NNE del anterior y, como él, a poniente se conservan las estructuras de antiguos lugares de hábitat. Al este de los mismos hay labradas tres sepulturas en la roca natural:

(Croquis de Esteban Márquez Triguero, 1985, 101. La numeración es propia.)

     La nº 10 es de adulto (190 cm de longitud) y su planta es antropomorfa, con cabecera y pies diferenciados del tronco, de perfil trapezoidal. Su orientación es clara hacia el mediodía, 170º S:

 
     Unos 5,5 m al NW de esta sepultura hay un grupo de dos (números 11 y 12), una de adulto (198 cm de longitud) y otra infantil (88 cm), ambas también de tipo antropomorfo. Se diferencia de la aislada en la orientación (50º NE), y no creo que se deba al condicionamiento geológico, pues hay espacio para labrar bastantes tumbas de este tipo.

 

     Hasta aquí las doce sepulturas citadas por Esteban Márquez Triguero en el lugar. Sin embargo, cuando Bartolomé Cañuelo y yo nos dimos un paseo por las inmediaciones nos encontramos a apenas 130 m al oeste del peñasco con un tercer grupo formado por dos sepulturas, una de adulto, casi soterrada, y otra infantil, con orientaciones al saliente: 74º ESE la de adulto y 45º NE la infantil:



      A sesenta metros escasos de estas dos tumbas, hacia el oeste, Bartolomé y yo encontramos el cuarto grupo, formado por una sola sepultura, que tampoco cita Márquez Triguero. Es de adulto (196 cm de longitud) y también de planta antropomorfa, con orientación al saliente, 110º ESE.


     En definitiva, en esta estación arqueológica se encuentran quince sepulcros en roca a apenas doscientos metros unos de otros, con orientaciones distintas y formando pequeños grupos: una "necrópolis desordenada" de tumbas excavadas en roca según la definición de Iñiki Martín Viso. La Haza de las Ánimas de piedra.