En el dolmen de Las Agulillas

domingo, 6 de julio de 2014

Hebilla de hierro de epoca visigoda de los Pedroches

     Entre 1921 y 1935 Ángel Riesgo Ordóñez localizó tres centenares de sepulturas de inhumación de los Pedroches correspondientes a la etapa de la Hispania Tardía (siglos V a inicios del VIII). Dado que su actividad laboral se centraba en los encinares de la comarca la mayoría de estas tumbas se encontraban en lo que son hoy los términos municipales de Villanueva de Córdoba, Cardeña y norte de los de Montoro y Adamuz.
     La mayor concentración se dio en dos pagos colindantes, Aguilillas (Villanueva de Córdoba) y Navalazarza (Cardeña), unos diez kilómetros al este de Villanueva; 82 sepulturas en total (alto número que se explica porque por esos lugares transitaba Camino de la Plata, la vía de comunicación más corta y cómoda entre Toledo y Córdoba).
     De una peculiar hebilla encontrada en una de las tumbas Navalazarza es de lo que se trata en esta entrada, aunque antes hay que aclarar que esta es la única pieza de su categoría que se halló en todas las sepulturas descritas por Riesgo. En realidad, los objetos de adorno personal son escasos en ellas, registrándose sólo docena y media de pendientes y siete anillos (aunque alguno tan interesante como el que ya vimos de los ibis.) Esto contrasta con el centenar y medio de objetos de barro y vidrio que formaron el depósito ritual. Interpreto estos datos como consecuencia de determinados ritos en los que no se inhumaba al cadáver con su ropa habitual, al contrario, por ejemplo, de las necrópolis de la Meseta norte contemporáneas o algo anteriores, donde los broches de cinturón o las fíbulas son muy abundantes.
     También es característico de estas sepulturas que en su gran mayoría se agrupaban en muy pequeñas necrópolis, de dos a seis tumbas. De un grupo de dos de Navalazarza escribió Ángel Riesgo en sus libretas de campo: "Sepulturas tipo corriente, obteniendo de una:
1 cacerola Nº 53 [27923]. Arcilla ocrosa, muy tosca y de irregular forma, rompiendo su boca y un lado al cavar. Mide 9 cm de diámetro, 31 cm de perímetro en la panza, altura irregular, la máxima 7 cm, y
1 hebilla de hierro Nº 55 [27851]".
     Algunas observaciones a estos apuntes:
* "Sepulturas tipo corriente": la gran mayoría de las que encontró Riesgo en el NE de Córdoba estaban formadas por una fosa excavada en el suelo, las paredes revestidas de lajas verticales y cubierta por grandes losas horizontales.
* La numeración es la del orden que llevó Riesgo de los objetos hallados.
* Los números entre corchetes corresponden al del inventario del Museo Arqueológico de Córdoba, donde se encuentran depositados estos objetos.

     Tanto la morfología de la sepultura como la urna de barro corresponden a la etapa visigoda. La hebilla en concreto es ésta (que conserva la etiqueta manuscrita de Ángel Riesgo):


     Se caracteriza por su forma rectangular, con los lados mayores ligeramente cóncavos, y también algo curvos los menores. No tiene anillas para ajustarla a una placa, por lo que supongo que se asía directamente al cuero. El hebijón ha perdido la base, pero parece ser una aguja de base recta. Si no fuera porque se encontró en un contexto cerrado, una sepultura que abrió Ángel Riesgo, cuya forma y contenido nos permite establecer una cronología relativa, podría confundirse con objetos similares pero ya del siglo XVII.
     Es una hebilla poco frecuente, en primer lugar por el material en que se realizó. La gran mayoría de broches de cinturón y hebillas realizadas en Hispania durante la etapa visigoda se realizó en bronce, aunque, por ejemplo en la gran necrópolis del Carpio de Tajo (Toledo) se encontraron unas hebillas de hierro, aunque ovales. La forma tampoco es frecuente, mas en la misma necrópolis de Carpio de Tajo había algunas de forma cuadrangular, y también hay algunos precedentes de hebillas con formas rectangulares en el mundo bajoimperial romano. Eso sí, aunque tanto la forma como la materia no son las más abundantes en Hispania, existen varios yacimientos españoles en donde se han encontrado hebillas prácticamente idénticas en Soria, Gerona y Valladolid. (Agradezco de nuevo la generosa colaboración para con este blog de José Ángel Hierro, quien, con Enrique Gutiérrez Cuenca, son los creadores del Proyecto Mauranus.)


* En Osma (Soria) existió un un campamento militar de morfología imperial. Entre los objetos encontrados en él (Carmen García Merino, 1996) hay una hebilla de hierro con una morfología idéntica a la de Navalazarza.

* La Cueva Larga del Cañón de la Horadada sobre el río Pisuerga (Mave, Palencia) merece que nos detengamos en ella. En su interior se depositaron al menos cuarenta cadáveres, posiblemente más, sin indicios de estructuras individuales de inhumación: la impresión es que fueron allí depositados sin más. El depósito ritual es muy escaso, apenas fragmentos de vasijas de barro (tipo olla y cuenco). Hay también unos pocos elementos de vestido, herramientas de carpintero y una hebilla de hierro que es también similar a la de Navalarzarza.
     Pero lo auténticamente peculiar, y hasta sorprendente, de este yacimiento es la distribución de la mortalidad por grupos de edad:

(M. Santoja Gómez, M. Santoja Alonso y G. Alcalde, 1982, 356.)

     Hasta hace prácticamente un siglo (en España, en el norte de Europa el cambio es anterior) la distribución de la mortalidad normal de una población por grupos de edad presentaba un perfil cóncavo, más elevado entre los menores de cinco años y los mayores de cuarenta. En la Cueva Larga, sin embargo, es lo contrario, la mitad de los fallecidos tenían entre diez y veinte años de edad. Esto, como ya vimos en este blog, es característico de una mortalidad catastrófica en "tierras vírgenes", es decir, la sobrevenida por el contacto de una población con un germen patógeno con el que no habían tenido contacto anteriormente. La peste en la Europa medieval, la viruela entre los nativos americanos en el siglo XVI o entre los islandeses en el XVIII, producían hecatombes de tintes apocalípticos, del orden de 300 defunciones por cada 1.000 habitantes.
     La cronología por radiocarbono del yacimiento en dos muestras es dispar, 510 y 795 d.C. En unas fechas intermedias entre ambas, finales del siglo VII y comienzos del VIII, las fuentes literarias hablan de epidemias de peste, como la que obligó al rey Witiza a abandonar Toledo en el año 701. Si la peste hubiese sido la causante de la muerte de los inhumados en la Cueva Larga (que vivían en asentamientos al otro lado del río) es lógico el pánico entre los supervivientes, y que hubiesen querido quitárselos del medio lo más rápido posible, metiéndoles dentro de la cueva y echando cal para acelerar la descomposición. El ámbito cronológico es similar al de la tumba de Navalazarza, la etapa visigoda.

* En dos yacimientos de Gerona también han aparecido este tipo de hebillas de hierro (García y Vivó, 2003). En St. Julià de Ramis se edificó un edificio bajoimperial de carácter militar que se mantuvo hasta el fin del dominio visigodo de la zona. Puig Rom es un poblado rodeado de un sólido recinto amurallado, que tuvo su origen en la revuelta en Septimania contra el rey Wamba (año 673). Su final, como St. Julià, se produjo a inicios del siglo VIII, coincidiendo con la conquista musulmana del NE peninsular.
     Los autores del estudio consideran que estas hebillas rectangulares de hierro fueron empleadas en la caballería, pero su presencia en las inhumaciones de la Cueva Larga o de Navalazarza invita a pensar en otras opciones.

     Esta datación más concreta de Puig Rom nos permite pensar que la cronología de la tumba de Navalazarza donde se encontró la hebilla de hierro pudiera estar entre finales del siglo VII y comienzos del VIII, lo que encajaría con la cacerola de barro, tosca, hecha a mano, que describe Ángel Riesgo. Este recipiente no es el típico jarro de barro al que se ha le ha dado una interpretación cristiana, sino que indica ritos que no parecen tener relación con esta religión, que prohibió las libaciones y banquetes funerarios por sus aires, evidentemente, paganos.
     Sea como fuera, esta hebillita, humilde y sencilla, que para la gente del Arte no tendría demasiado mérito, y ningún precio para los anticuarios, me encanta por estar repleta de historia, aunque desconozcamos buena parte de sus detalles.