En el dolmen de Las Agulillas

jueves, 11 de septiembre de 2014

¿De cuándo son los platitos de vidrio?

Retomamos el asunto de los peculiares platos (o cuencos) de vidrio depositados en sepulturas de los Pedroches en el periodo de la Hispania Tardía, intentando responder a otra de las preguntas básicas en Historia: ¿cuándo?


     No disponemos de ningún elemento (inscripciones, monedas) en las tumbas de los Pedroches en las que aparecieron estos cuencos (o platos) que nos permita obtener una cronología absoluta, una fecha de calendario; a lo máximo que podemos llegar, con los datos conocidos, es a una cronología relativa, aproximada. Para ello contamos con tres tipos de fuentes: la primera, los platos en sí; la segunda, los objetos que los acompañaban en las sepulturas; y la tercera los lugares donde aparecieron estas tumbas.

     En cuanto a la primera, los propios platos, el antecedente tipológico de estos platitos (como el de la fotografía de abajo, encontrado en la Alcarria,12 km al SSE  de Villanueva de Córdoba; v. en esta entrada los lugares donde se encontraron):

(Fotografía de Ángel Riesgo Ordóñez.)

está en unos recipientes similares, de cuerpo troncocónico, fabricados en el siglo IV d.C. y que tenían el borde cortado y pulido. Nuestros platos, sin embargo, se caracterizan porque su borde es más grueso y fue engrosado al fuego. Es por este motivo, por su tipología, por lo que ya comentamos que se pueden asimilar al tipo Feyeux 81 de platos merovingios del norte de Francia.
     Por lo que se ha estudiado de ellos en el norte de la Galia, este tipo de platos con el borde redondeado por la acción del fuego comienza a aparecer a mediados del siglo V, siendo más frecuentes desde finales de ese siglo hasta mediados de la siguiente centuria:

(Patrick Pèrin, 1995, 148)

     Una cronología similar tienen los que poseen decoraciones en la base con motivos cristianos, frecuentes tanto en el norte de la Galia como en el SE de Francia:

(Danièle Foy, 1995, 241)

     En los Pedroches se conocen un par de platos con una cruz patada labrada en la base, como éste aparecido en la Loma del Caballero (Montoro), y que su descubridor, Ángel Riesgo Ordóñez, regaló a la autoridad arqueológica de la época, Julio Martínez Santa-Olalla (actualmente, conservado en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid):

(Alejandro Marcos y Ana María Vicent, 2000, 215)

     La segunda de las fuentes son los objetos que acompañaban a estos platos en las tumbas. El ritual empleado implicaba que no se inhumaba al cadáver con sus mejores galas o su "vestido de calle", pues no aparecen en las sepulturas broches de cinturón (como en numerosos lugares de la Meseta) que puedan ofrecer al menos una datación relativa. En realidad, hay muy pocos de estos objetos que puedan sernos de utilidad para la cuestión cronológica, básicamente producciones cerámicas estandarizadas de las que se conoce el tiempo de su producción.
     Se trata de dos cuencos de terra sigillata hipánica tardía hallados en dos sepulturas en el término de Villanueva de Córdoba, y en las cuales también se depositaron platitos de vidrio:

(Fotografías de Guadalupe Gómez Muñoz en www.http://ceres.mcu.es/)

     Este tipo de cerámica se produjo durante el siglo IV, y por lo que se conoce de yacimientos meseteños, especialmente de Madrid, llegaron al centro peninsular hasta mediados del siglo V, cuando el colapso del Imperio romano produjo una concatenación de cambios estructurales. Pero esto no significa que las tumbas sean de la misma época, sabemos que en el mismo territorio del NE de Córdoba apareció una cremación altoimperial romana en la que junto a un vaso de vidrio de inicios del siglo II d.C. había una lucerna de últimos tiempos de la República, es decir, que entre ambos mediaban unos 130 años. Pero mediados o finales del siglo V d.C. puede ser el término post quem para estas tumbas, y, por tanto, los cuencos de vidrio.
     Desde finales del siglo V, y durante los dos siguientes, en los yacimientos madrileños excavados proliferan las cerámicas realizadas a torno lento, que es la misma técnica que se empleó para fabricar la mayoría de jarros, ollas y cuencos de barro encontrados en las sepulturas de los Pedroches, y esto no nos ayuda en el objetivo de encontrar una datación más o menos precisa.
     Aunque se observan formas cerámicas similares entre los yacimientos del centro de la Meseta y los de los Pedroches. En Gózquez (Madrid) aparecieron unos cuencos carenados, cuya morfología derivaba de producciones antiguas de terra sigillata, y que se encuadran a finales del siglo V, y, especialmente, durante el VI. Producciones similares nos las encontramos en el norte de Córdoba:

(Ana María Vicent, 1999, 127; AA. VV. 2006, 492.)

(Una pequeña digresión: ¿cómo se explica que en Madrid y  y el norte de Córdoba aparezcan esta forma tan peculiar, ajena, por otra lado, a las conocidas en el resto de la provincia cordobesa? Se podría pensar en relaciones comerciales, desde algún centro donde se produjeran hasta cada uno de esos lugares, pero ya sabemos que el colapso del sistema romano basado en un mosaico de ciudades aumentó el proceso de ruralización, y la dispersión del poblamiento no es algo que favorezca el comercio. Pienso, más bien, en una red de artesanos ambulantes -como ya planteamos al tratar de dónde y cómo se hicieron los platos de vidrio- que se desplazaban periódicamente, adaptándose a la nueva demanda dispersa en aldeas y granjas. Al llegar a un lugar construían (o reutilizaban) el horno necesario en un sitio que hubiese lo que necesitaban: barro, agua y combustible. Producían lo necesario, o lo demandado, para los lugares de poblamiento cercano y, pasado un tiempo, marchaban a otro lugar. Como cada artesano tenía su estilo, este modelo podría explicar porqué aparecen formas cerámicas prácticamente idénticas en muy distintos lugares.
Conozco un tejar en la Bermejuela (14 km al SE de Villanueva de Córdoba) que tras la guerra civil estuvo fabricando tejas y ladrillos para los cortijos que se habían levando entonces por la zona. El lugar estaba tan aislado como podría haberlo estado mil años antes, por lo que esta hipótesis de alfareros ambulantes es coherente y lógica. Fin de la digresión).

     La tercera de nuestras fuentes de información son los lugares donde se encontraron las tumbas. La gran mayoría formaba parte de micronecrópolis asociadas a granjas; sólo las que se excavaron en la basílica del Germo (Espiel) pueden aportar luz en cuanto a la cronología. El lugar fue excavado en 1967 por el Instituto Arqueológico Alemán de Madrid bajo la dirección de Thilo Ulbert, aunque ya había sido objeto de otras intervenciones a principios de siglo por el propietario de la finca. De esa primera época procede este plato de vidrio, con una peculiar decoración en su base:

(Fotografía de Guadalupe Gómez Muñoz en www.http://ceres.mcu.es/)

     En las excavaciones del Instituto Arqueológico Alemán de Madrid aparecieron más fragmentos de este tipo de cuenco:

(T. Ulbert, 1971, 168)

     Escribía sobre ellos T. Ulbert (1971, 179): "De los hallazgos en la basílica hay que destacar... dos fragmentos de platos de vidrio con ensanchamiento abultado en el borde. Platos de vidrio de este tipo se conocen en sepulturas del siglo VII, y también de Recópolis, lo que les da una localización temporal no anterior a finales del siglo VI". Del lugar proceden también algunos epitafios, el más antiguo del año 613. Su investigador considera que la basílica del Germo habría sido levantada hacia el año 600, manteniéndose en uso durante el siglo VII y quizá en época mozárabe.
     En definitiva, a tenor de los datos conocidos hasta hoy, no se le puede asignar una cronología absoluta a estos platos. Parece, eso sí, que su uso fue prolongado en el tiempo, desde finales del siglo V o comienzos del VI (similitudes con los platos de la Galia, terra sigillata hispánica tardía en muy escasas sepulturas), y manteniéndose al menos hasta el siglo VII.
     Aunque la gran pregunta sigue siendo la misma: ¿por qué este tipo de cuencos es tan abundante en el norte de Córdoba y, sin embargo, se conocen muy pocos semejantes en el resto de la península? De entada, como hice con el vaso campaniforme carenado con botón terminal, forma Feyeux 52 (más merovingio que el chupete de Clodoveo, por cierto, y único conocido en Hispania), descarto radicalmente relaciones comerciales entre el norte de Córdoba y Renania en tiempos de Atanagildo. Alguna explicación debe de haber pero, por ahora, se me escapa...