Mayoritariamente constan de un recinto, construido con grandes piedras u ortostatos, con una entrada de acceso, que casi siempre suele estar orientada al este (90º E) . Por eso me extrañó el que se encuentra en la zona de Torrubia, término de Cardeña y a unos 6,5 km al SE de Conquista, porque su pasillo no tiene esa orientación general, sino que tiene una marcada diferencia: 60º ENE. Dado que en esa orientación se encuentran las sierras de Fuencaliente, donde se concentra una gran cantidad de abrigos con arte esquemético, mi primera impresión es que pudiera estar relacionado con ellas. Mas luego reparé que había otra explicación, muy atractiva.
El dolmen se levanta sobre un pequeño otero con una visibilidad sin obstáculos hacia el norte. Aun es perceptible la corona de piedras que lo circundaba para que no se desmembrase. Es el tipo conocido como "sepulcro de corredor", contando con una cámara y un pasillo de acceso, diferenciados una de otro.
Es de pequeño tamaño, con una cámara de 122 cm de longitud en su dimensión este-oeste, y 87 cm en el eje norte-sur. El más grande de los que conozco en la comarca, el dolmen de los Fresnillos (Villanueva de Córdoba), actualmente prácticamente desmantelado (hecho que quizá ocurriera en la misma Prehistoria Reciente), contaba con 406 cm de norte a sur; el más majestuoso de los conservados, el dolmen de las Aguilillas (Villanueva de Córdoba), cuenta con una cámara de 1,9 metros de anchura y cuatro de longitud.
Visto desde el pasillo, por su cara este, este dolmen de Torrubia se ve así:
y así desde la cara sur:
La otra opción que se me ocurrió para explicar la peculiar disposición del dolmen es que tuviera vinculación con algún hecho astronómico, pues precisamente esa orientación es la que tiene el Sol durante el solsticio estival, en el día más largo del año. Planteada la idea sólo era cuestión de comprobarla.
Así que, a la del alba sería, estaba listo antes de las siete de la mañana esperando ver la salida del Sol desde las montañas de Fuencaliente, tomando como punto de mira el eje longitudinal, este-oeste, del dolmen. Mi cámara de fotos es del montón, pero se hizo lo que se pudo, y este es el resultado de la sesión de fotos:
Me comenta mi buena amiga Marta (v. el blog Yacimientos en al-Andalus), que en Almendralejo (Badajoz), se encuentra el tholos de Huerta Montero. Los tholoi son un tipo especial de megalito, con planta circular y una cubierta que no es adintelada, sino de falsa cúpula. Durante unos mil años se inhumaron en él al menos a 109 individuos: es de carácter colectivo, pero no para toda la comunidad, sino para algunos miembros concretos. Cuenta con un gran corredor de quince metros de longitud, y la tumba está diseñada para que los días 21 ó 22 de diciembre (solsticio invernal) entren los rayos del Sol iluminando el fondo del recinto.
Aunque el lugar más famoso que relaciona megalitos y astronomía es Stonehenge, al sur de Inglaterra, donde hoy se han congregado varios miles de personas para ver la salida del sol en el solsticio veraniego.
Este "juego" entre el sol y lugares sacros se ha hecho en distintos lugares y épocas. En el templo egipcio de Abu Simbel, construido por Ramsés II hace algo más de 3.200 años, dos días al año entran rayos solares para iluminar durante unos minutos la cara del faraón.
Mucho más cerca, en la Sinagoga del Agua (Úbeda, Jaén) también en el solsticio de verano penetran en su interior los rayos solares por un ventanuco.
En la iglesia románica de San Juan de Mondragón (Guipuzcua) hay una estatua de su titular sobre el tímpano de la puerta. El día de su advocación (24 de junio) y fechas próximas (o sea, en el solsticio estival) un rayo de sol penetra e ilumina durante unos minutos la estatua.
Sea como fuera, estas mañanas he contemplado el mismo espectáculo que las gentes que levantaron el dolmen hace unos 4.500 años. Merece la pena madrugar para verlo.