Hebilla de cuernos altoimperial romana. S. I d.c.
Perteneció al uniforme de un legionario romano del siglo I d.C. Estas hebillas aparecen en las zonas donde hubo mayor actividad bélica en ese tiempo, como en Britannia o el limes del Rin-Danubio. Su principal característica es su escasez, pues incluso en esos lugares donde hubo una gran concentración de tropas aparecen en corto número. En Hispania sólo se conocen tres hebillas de este tipo, de Toledo, León y la que mostramos en la foto, encontrada en Villanueva de Córdoba y depositada en el Museo Arqueológico de Córdoba.
Broche de cinturón hispano tipo "Bienvenida". Finales S. IV - inicios S. V.
Frente a la uniformidad de los primeros tiempos del imperio, los accesorios de los cinturones del Bajo Imperio romano se caracterizan por su variedad. En Hispania se crearon unos modelos de broches de cinturón propios (que no se dan en otras partes del Imperio), cuyas formas se derivan de tipos antiguos del equipamiento militar romano. Uno de estos tipos es el que se ve en la fotografía, con hebilla y placa independientes, caracterizándose por la concavidad de los lados más largos de su placa. Está depositado en el Museo PRASA de Torrecampo.
Broches de cinturón con placa rectangular, "germanos". Finales S. V - siglo VI.
Son dos los objetos de este tipo que se conservan en el museo de PRASA y en el de Historia Local de Villanueva de Córdoba. Se caracterizan por su placa cuadrada o rectangular, con celdillas adornadas por piedras y vidrios de colores, bien ocupando el centro y las esquinas (las más antiguas), bien con toda la superficie rellena en cloisonnée (la de Torrecampo, por ejemplo) las más recientes.
Es curioso observar cómo se han tratado estos broches a lo largo del tiempo. En principio, fueron considerados como genuinos representantes de los visigodos llegados a Hispania desde el siglo V. Así, cuando Himmler visitó España en octubre de 1940 las autoridades le obsequiaron con un hermoso broche. Después, con las nuevas tendencias historiográficas que negaban la capacidad de la arqueología para estimar la etnicidad, pasaron a sufrir numerosas interpretaciones, como que fueron portados por nativos hispanos que seguían modas germanas. Raro, raro, raro... La arqueología europea ha aportado una nueva luz, y, sobre todo, unos nuevos principios para entender los procesos. Fernando Pérez-Rodríguez Aragón (2008, 241-242) lo explica de maravilla:
"Últimamente, se tiende a reconocer la naturaleza fluida y heterogénea de las gentes bárbaras de los siglos IV y V, que no serían "pueblos" en el sentido biológico que se le suele dar a este término (esto es, un conjunto de personas más o menos emparentado y descendiente de unos antepasados comunes), sino contingentes poblacionales de carácter fundamentalmente militar y que podían llegar a ser sumamente heterogéneos. Se trataría, en realidad, de grupos de guerreros (y de sus familias) cohesionados alrededor de la obediencia a unos caudillos determinados. Las nuevas identidades étnicas de la Antigüedad Tardía se habrían fraguado a partir de un origen poliétnico, más o menos heterogéneo según el caso. Las gentes serían el resultado de un proceso a través del cual estas comunidades guerreras habrían acabado por asumir como propias una serie de tradiciones y creencias inventadas con este fin o privativas en origen de las familias de sus líderes... Desde este punto de vista, las identidades étnicas de la época de las migraciones serían una forma de movilización social utilizada por los caudillos "bárbaros" para conseguir sus fines políticos, aunque pudieran estar construidas sobre una cierta identidad cultural preexistente".
Desde sus míticos origen escandinavos se puede seguir el rastro arqueológico de los godos en Pomerania y el Vístula en los dos primeros siglos de nuestra era. Desde aquí un grupo emprendió una migración hasta Ucrania a mediados del siglo III, extendiéndose a finales de ese siglo hasta Rumanía. La expansión occidental de los hunos provocó la "Gran Marcha" de los godos hacia Occidente.
Cuando estuvieron entre el Don y el Danubio habrían entrado en contacto con otros numerosos pueblos de muy variadas tradiciones y orígenes. Fue en este lugar donde apareció en el siglo IV una moda entre la aristocracia, denominada "ponto-danubiana", que será el origen de la "indumentaria etnográfica" de los germanos cuando entraron en Hispania, como estos dos broches.
Ahora bien, recuerdo que el primer director, y fundador, del Museo PRASA comentó que ese broche germano provenía de Granada. Mas sabiendo cuál es el origen de las piezas del museo de Villanueva de Córdoba, creo que es lo más probable que el segundo apareciera en tierras del norte de Córdoba. Podría corresponder a un germano de finales del siglo V y principios del VI. Debe advertirse que el hebijón que tiene en lo alto, con su base escutiforme, en absoluto corresponde a esta pieza, sino que es una ocurrencia de alguien que creyó que quedaría más mono así. Pues no.
Placas de cinturón francas. S. VI-VII.
Son tres ejemplares, todos en el Museo PRASA de Torrecampo.
Dos de ellos pertenecen a la misma categoría: placas se sección circular, con una pequeña escotadura en la zona proximal, la que se une a la hebilla. Tres remaches, tapados por botones de gran tamaño, unen la placa al cuero. La pieza de la izquierda es la que comentábamos ha ido a la exposición francesa:
(Para la piezas francesas: http://www.culture.gouv.fr/documentation/joconde/fr/pres.htm)
Como se aprecia en la imagen de arriba, los artesanos francos se mostraron mucho más imaginativos que sus compañeros hispanos a la hora de realizar broches de cinturón. Los peninsulares los realizaron casi exclusivamente en bronce, mientras que los norpirenaicos emplearon muchas más técnicas y materiales.
El tercer ejemplar es el fragmento de una placa trapezoidal, con tres apéndices circulares en cada lado y otro de gran tamaño rematando la zona distal, con otros tres más pequeños sobre él a modo de satélites: diez botones en total. La parte conservada en el ejemplar del museo de Torrecampo es casi la mitad de la zona distal, con la representación de un cuadrúpedo alado. La ornamentación con puntillado es propia de Aquitania, en el SW de las Galias:
Placas y broches bizantinos. Finales S. VI - VII.
Resulta difícil explicar la presencia de cinturones de origen franco en el norte de Córdoba. Las de tipo bizantino sí parecen más lógicas, a tenor de los procesos históricos.
Ya hemos comentado repetidamente en el blog la gran cantidad de materiales conocidos en los Pedroches de la Hispania Tardía (siglos V al VIII), frente a la escasez de los cuatro primeros siglos de la era. Una explicación plausible es que la baja densidad demográfica en el periodo imperial favoreciera la llegada de nuevas gentes, que no tendrían que competir con nadie por el espacio. Cuando a mediados del siglo VI los bizantinos toman posiciones en el sur peninsular, la comarca de los Pedroches adquirió un doble valor: logístico, como una segunda línea tras la frontera bizantina, que permitía el asentamiento de una población capaz de producir los excedentes necesarios para los combatientes, o para el descanso de éstos; y estratégica, al estar la comarca en el camino natural, más corto y rápido, el Camino de la Plata, para comunicar la capital del reino, Toledo, con las principales ciudades de la Bética, Córdoba o Sevilla.
Esta cercanía, relativa, a las posiciones bizantinas puede explicar que en el Museo PRASA de Torrecampo existan dos placas de cinturón tipo Hippo-Regius, y una tipo Siracusa en el de Villanueva de Córdoba:
(Para la pieza francesa: artefacts.mom.fr/fr).
Apareció en una tumba cercana al Camino de la Plata, en Navalazarza (Cardeña), cuyo depósito ritual se componía de un cuenco elaborado a mano.
Lo peculiar de esta hebilla es su material, fabricada en hierro, y que carece de anillas para unirse a una placa. Piezas semejantes han aparecido en la Meseta y Gerona en contextos de finales del siglo VII y comienzos del VIII.
En definitiva, once piezas singulares procedentes, o conservadas, en museos de los Pedroches.