Isidoro de Sevilla, en el tercer libro de sus Etimologías, ofrecía una definición y la etimología de ella: es "el arte de modular los sonidos y los cantos, y se llama música porque proviene de las musas, Ars musica". También en el capítulo XVIII del mismo libro, proseguía reflexionando sobre su significado, comenzando con la tesis pitagórica: "Sin la música no hay disciplina perfecta; nada hay sin aquélla. Porque hasta el mismo mundo, se dice, ha sido formado con cierta armonías de sonidos, y el mismo cielo tiene sus evoluciones bajo la modulación de la armonía. La música mueve los afectos, provoca de diversas maneras el hábito del sentimiento. En las guerras enardece también a los luchadores el sonido de las tubas, y cuanto más vehemente sea el sonido del clarín, más se fortalece el ánimo para la lucha. También a los remeros incita el canto. Y para sobrellevar los trabajos, la música dulcifica el alma y el canto alivia la fatiga de todos los quehaceres. Templa la música los ánimos excitados, como se lee en David, que con el arte musical arrancó a Saúl el espíritu inmundo. La música aplaca al oído de su modulación, a las bestias, serpientes, aves y delfines. Y hasta todo lo que hablamos y nuestra conmoción interior reflejada en el pulso, bien se ve que se asocia por el ritmo de la música a la virtud de la armonía". Hala, ahí queda eso, para que digan que los pobrecicos visigodos eran todos unos bárbaros insensibles.
Más escueto, pero más espiritual, fue Agustín de Hipona cuando afirmó que quien reza cantando reza dos veces. Un capuchino de Granada, Fray Eloy Rivas, nos envió una carta a la coral San Miguel Arcángel en 1999, en la que nos decía: "La música no sólo une los corazones, sino que, creo, es la escala que dejaron los ángeles en la tierra para que los hombres lleguen a Dios". Preciosa metáfora que redunda en la misma idea, la capacidad de la música para provocar sensaciones y sentimientos.
En Villanueva de Córdoba se ha mantenido viva una gran tradición musical, y podemos decir con orgullo que la banda de música de la localidad puede acompañar a una procesión interpretando sólo composiciones de autores locales. No creo que existan muchos municipios en Andalucía de la misma entidad de población (algo menos de diez mil habitantes) donde también puedan afirmar lo mismo.
Por ejemplo, Luis Ochoa Amor compuso en 1911 una "Plegaria a la Virgen de los Dolores" titulada Madre Amorosa. Tiene el carácter que le corresponde a una Dolorosa, y ha sido la "banda sonora" de la Semana Santa jarota durante un siglo. No desentonaría en absoluto en La Madrugá sevillana. Para escucharla sólo hay que pinchar en el enlace de abajo.
http://www.goear.com/listen/89b6d60/madre-amorosa-luis-ochoa-amor
No hay comentarios:
Publicar un comentario