En el dolmen de Las Agulillas

jueves, 21 de marzo de 2013

LOS NOMBRES DE PILA EN VILLANUEVA DE CÓRDOBA HACIA EL AÑO 1600 (2)


Como fuentes de información se emplean los Libros de Bautismos de la Parroquia de San Miguel de 1591 a 1610; los de Matrimonios sólo se han computado hasta 1605, para evitar que la misma persona pudiera aparecer en los dos registros. En total, se han recogido 2.898 nombres propios de personas nacidas o casadas en Villanueva de Córdoba entre 1591 y 1610. Para una población global de unas 1.850 personas al comienzo del periodo, es una muestra significativa y representativa.

Nombres de mujer en Villanueva de Córdoba, 1591-1610.

Figura 1: Proporción de los nombres femeninos en Villanueva de Córdoba, 1591-1610.
 v     El repertorio de nombres es muy escaso, 33 en 1.482 mujeres, lo que da una media de 45 mujeres para cada nombre. Si los nombres personales son signos de identidad, esta monotonía onomástica parece ser un reflejo del escaso papel que tenía la mujer en la sociedad del momento. Esta impresión se acentúa al comprobar la proporción y variedad de nombres masculinos.
v     Existe una gran concentración en unos pocos nombres de pila femeninos. Prácticamente, nueve de cada diez mujeres se llamaban María, Catalina, Ana, Francisca, Juana, Isabel o Marina.
v     Sólo hemos encontrado una mujer con nombre compuesto, Francisca María.
v     Hacia 1600 no había mujeres en Villanueva llamadas Carmen, Dolores, Rosario o Concepción. Eran, simplemente, María. El uso de las distintas advocaciones marianas en la onomástica apareció después.
v     Aún perviven nombres medievales, como Mayor o Aldonza (¿cómo no recordar a esa “moza labradora de muy buen parecer” llamada Aldonza Lorenzo, e inmortalizada como Dulcinea del Toboso?). Pronto desaparecían, al no contar con un apoyo en el santoral.
v     El elevado porcentaje de Isabel y Juana quizá se deba a que fueron los nombres de las reinas apenas un siglo antes.
v     Tras la muerte de Teresa de Jesús en 1582 su fama de santidad se extendió rápidamente. A partir de 1598 comienza a aplicarse este nombre a las niñas jarotas durante su bautismo (no hay mujeres con este nombre que se casaran en el periodo 1591-1605).
v     Algunos nombres (Elena, Benita, Luisa) sólo aparecen en los matrimonios. Posiblemente sean de mujeres nacidas en otros lugares.
v     No aparece el nombre de Josefa, acaso por considerar entonces que no era apropiado que una mujer llevara el nombre del Padre Nutricio de Nuestro Señor. (Lo de Padre Nutricio es una de las lindezas que le atizaron al Santo Varón. De otra, Pater Putativus Incarnatii Verbum, Padre Adoptivo del Verbo Encarnado, surgió su hipocorístico, Pepe.)
v     El santoral cordobés está representado por Victoria, noveno nombre en cuanto a su frecuencia.
v     Hemos comprobado que en algunos casos de mellizas se les ponía a las dos hermanas el mismo nombre.

Cuadro 1: Relación completa, y porcentaje de frecuencia, de los nombres de mujer empleados en Villanueva de Córdoba, 1591-1610.


Nombres de varón en Villanueva de Córdoba, 1591-1610.

Figura 2: Proporción de los nombres masculinos en Villanueva de Córdoba, 1591-1610.


v     Los nombres masculinos son más abundantes, 42 en 1.416 hombres, igual a casi 34 hombres por nombre.
v     También están mucho más distribuidos que los femeninos: si en éstos los dos primeros (María y Catalina) suponían la mitad de las mujeres, los dos más frecuentes de hombre, Juan y Pedro, no llegan a un tercio.
v     Sobre los nombres compuestos hemos encontrado sólo a dos seguros, Juan José y Miguel Martín. Hay un nombre muy peculiar, Pedro Martín, y frecuente en Villanueva de Córdoba, pues hay personas en la actualidad que lo portan. Lo hemos hallado en la serie de matrimonios, con la misma proporción de Pedro que de Pedro Martín; pero no hemos visto ninguno en los bautismos. Ante la duda de si era en verdad el nombre aplicado en el nacimiento, o una costumbre en ciertas familiar, se ha preferido omitirlo del listado, e incluirlo con el resto de “Pedros”.
v     Al igual que con las mujeres, hemos encontrado nombres en los matrimonios que no tuvieron correspondencia en los bautismos, que sospechamos pudieran pertenecer a emigrantes que vinieron a Villanueva por esas fechas: Fabián y García. Los dos últimos, sin santo que los avalase, no tendrían continuidad en una España católica marcada en la onomástica por el Concilio de Trento.
v     Consta el nombre de un santo mártir cordobés del periodo romano, Acisclo, pero no aparece Rafael, arcángel que, por este tiempo, se convertía en el Custodio de la ciudad de Córdoba.
v     San Sebastián era el abogado contra la peste. Parece que no es sólo coincidencia que tras la epidemia que asoló a la capital cordobesa en 1583 se levantara, un par de años después, una ermita bajo su advocación, fuera del casco urbano pero en el mismo camino que conducía a Córdoba. El nombre de Sebastián es más frecuente por esta fecha, 1585, disminuyendo su frecuencia ya entrado el siglo XVII.
v     Gregorio comienza a aparecer en 1601, en la época, precisamente, en que se estaba construyendo su ermita extramuros de Villanueva.
v     En la grafía se refleja “Alonso”, no hay ningún “Alfonso”. También es mayoritario el uso de “Antón”; “Antonio”, como tal, sólo comienza a escribirse en 1599. “Fernando” y “Hernán” se emplean indistintamente: por ejemplo, en la nota marginal del nombre aparece “Hernán”, y en el desarrollo de la partida consta “Fernando”. Sebastián aparece muchas veces como “Bastián”, y una luz de inspiración me alumbró que “Cisco” era, en realidad, “Acisclo”.

Cuadro 2: Relación completa, y porcentaje de frecuencia, de los nombres de varón empleados en Villanueva de Córdoba, 1591-1610.