En el dolmen de Las Agulillas

lunes, 11 de noviembre de 2019

¿Cuándo se construyeron la iglesia de San Miguel y la ermita de San Sebastián de Villanueva de Córdoba?


     Recientemente se han colocado unos monolitos de granito junto a los edificios más emblemáticos de Villanueva, ofreciendo información sobre ellos. Es una excelente idea, pues el soporte elegido, un monolito granítico, es de lo más idóneo y representativo.
     En el que se encuentra en la plaza frente a la iglesia de San Miguel se dice que comenzó a construirse cuando la localidad alcanzo el título de villa en 1553. Eso es exactamente lo que escribió don Juan Ocaña Torrejón (Historia de la Villa de Villanueva de Córdoba, 1911, pág. 131): “El primer templo que se conoció fue una ermita que, bajo la advocación de San Sebastián, estuvo instalada en una de las casas que hoy existen en la calle Casas Blancas… Al concederse a este pueblo el título de Villa en 1553, se construyó una iglesia parroquial en el sitio de la que hoy existe, y se la puso bajo la advocación de San Miguel Arcángel”. Don Juan Ocaña recogió la tradición oral que hablaba de la ermita a San Sebastián en la calle Casas Blancas, pero la fecha de construcción de la iglesia parroquial de San Miguel Arcángel (la única parroquia en la localidad hasta mediados de la década de 1950) es una suposición del autor.
     Lo que sabemos a partir de la documentación conocida es otra cosa. La primera referencia documental sobre Villanueva de Córdoba, con su antiguo nombre de Encina Enana, data de 1437 (M. Muñoz Vázquez, “Documento inédito para la historia de Villanueva de Córdoba”, Revista de Feria de Villanueva de Córdoba, 1989.) Lo más probable es que surgiera a finales del siglo XIV o comienzos del XV como consecuencia de las vías pecuarias que se establecieron con la Mesta y que atravesaban la población actual.
     El 6 de mayo de 1499 cambia su denominación oficial por el actual de Villanueva de Córdoba (J. Ocaña Torrejón, 1981, “Villanueva de Córdoba. Apuntes Históricos”, Córdoba, pp. 16-ss), contando también a partir de entonces con autoridades propias, alcalde, alguacil, mayordomo de propios y escribano, aunque desde la perspectiva de la jurisdicción seguía siendo un “lugar” dependiente de Pedroche, de la que se independizó en 1553 al alcanzar el título de Villa.

     Esperar más de un siglo desde la primera mención a Encina Enana para construir una iglesia parece extraño. Y más cuando la única referencia que se conoce a la primigenia ermita a San Sebastián de la calle Casas Blancas es la de Ocaña Prados.
     Luego seguiremos con la ermita de San Sebastián, continuemos con la iglesia de San Miguel. El hijo de Ocaña Prados, Juan Ocaña Torrejón, retrasó la construcción al tiempo en que fue obispo de Córdoba Leopoldo de Austria (1541-1557), que fomentó y promovió la labor pastoral de San Juan de Ávila (Juan Ocaña Torrejón, Villanueva de Córdoba. Apuntes Históricos, Córdoba, 1981, p. 65).
Ocaña Torrejón se basaba en dos documentos. El primero es una carta que el rector de la parroquia de San Miguel Arcángel de Villanueva de Córdoba envió al Sínodo Diocesano de 1566: “Sabrá vuestra Señoría Ilma. como Villanueva de Córdoba es un pueblo de 400 vecinos y tiene mucha necesidad en la iglesia porque toda la fábrica della se lleva Villa Pedroche, y el pueblo está muy agravado de limosnas, que ha dado cerca de dos quentos en librarse de Pedroche porque recibían agravios notables, y en hacer una iglesia en que Dios se honrase, y en esta iglesia se han hecho dos veces, porque la primera iba mal fundada, y falta cerca de la media por cubrir, y el Santísimo Sacramento está en una hermita que se cae y es pequeña…” (Ocaña Torrejón, 1981, 165).
     El segundo es otra carta que remitió al Obispado el Concejo de Villanueva el 05-06-1567: “Ilmo. Sr. El Concejo, justicia y regidores de Villanueva de Córdoba… dezimos que ha mucho tiempo que este pueblo no tiene iglesia a lo menos decente… [por] lo cual tenemos al Santísimo Sacramento en una ermita casi fuera del lugar… [solicitando] mandase que a lo menos fuesen restituidas las partes que la iglesia y fábrica de Villa Pedroche y Torremilano llevan de nuestra iglesia con lo qual podrá ser reedificado el templo y acabado” (Ocaña Torrejón, 1981, 61).
     La declaración expresa del rector de las dos construcciones de la iglesia concuerda con lo expuesto por el Concejo de Villanueva, pues éste no dice que, en 1567, Villanueva de Córdoba no tenga o no haya tenido iglesia parroquial, sino que hace mucho tiempo que ésta no está “a lo menos decente” para albergar el Santísimo Sacramento, y que hacen falta fondos para poder ser “reedificado el templo”.
     Hemos tenido acceso a documentos que nos aclaran sobre este asunto. Uno está fechado el 30 de marzo de 1539, y es un padrón de repartimiento de 3.000 maravedíes entre 181 vecinos pecheros, que podrían equivaler a unos 670-720 habitantes, que transcribo literalmente: “En Villanueva de Cordoba villa de la muy noble e muy leal çibdad de Cordoba en treynta dias del mes de março anno de mil e quynientos e treynta e nueve annos este dia estando en la yglesia de San Myguel yglesia mayor desta dicha villa a canpana tannyda a Conçejo llamados los ofiçiales desta dicha vylla segund que lo hacen de uso e de antigua costumbre conviene a saber Pero Diaz de Luna… (ARCHGR01RACH Caja 1741-1, fº 55r).



     Ese mismo año de 1539 el alcalde (que entonces tenía funciones judiciales) tenía audiencia para resolver las cuestiones de los vecinos (particiones, herencias, querellas, denuncias…), de donde le vendría el nombre al edificio de la Audiencia, en la plaza frente a la iglesia, pero su tamaño sería demasiado pequeño y quizá la iglesia de San Miguel fuera entonces el único edificio capaz de albergar a la numerosa gente que asistiera a un concejo abierto. Podemos conjeturar con que si esta era la “yglesia mayor” es porque habría otra “menor”, una ermita, por ejemplo.

     Podemos remontar los orígenes de la parroquia de Villanueva de Córdoba a finales del siglo XV, pues mantenía un “excusado” a favor de la obra de la Catedral de Córdoba (I. Sanz Sancho, 1989, La Iglesia y el Obispado de Córdoba en la Baja Edad Media (1236-1426)” Universidad Complutense de Madrid, Tomo I, p. 266). El “excusado” consistía en que el tercer mejor diezmero de cada parroquia entregaba íntegro su diezmo a la catedral: la existencia de este “diezmero excusado” implica la coexistencia de una parroquia.
     También es cierto que la existencia de una parroquia no implica necesariamente que también hubiera un templo a tal fin, pues para la constitución de una parroquia el “hecho decisivo lo constituye la delegación ordinaria de la jurisdicción episcopal [por lo que] el templo no es esencial para la existencia o no de una parroquia, aunque sí es evidentemente necesario” (I. Sanz Sancho, 1989, pp. 129-130).
     Resultaría extraño además, como decía antes, que a partir del cambio de nombre, y de contar con autoridades propias aunque siendo aun un “lugar” dependiente de Pedroche, no hubiera templo digno del rango alcanzado, sino una ermita pequeña y ruinosa, cuando el templo constituía un símbolo y un distintivo para sus parroquianos, quienes a su arreglo y magnificencia dedicaban muchas mandas en sus testamentos” (I. Sanz Sancho, 1989, p. 131). Como la iglesia ya existía indudablemente en 1539, es posible que su primera construcción se hiciera a finales del siglo XV, cuando la localidad comienza a tomar entidad propia con su alcalde y otras autoridades. Pero su mala fábrica motivó que hubiese que reedificarla cuando Villanueva se convierte en Villa en 1553, o algo más tarde, hacia la década de 1560.
     Volvamos con la ermita de San Sebastián. Es una advocación generalizada en las Siete Villas de los Pedroches, pues todas ellas cuentan con una ermita o iglesia parroquial en su honor.
Ocaña Torrejón, en 1911, atribuía el nacimiento de Villanueva a habitantes de Pedroche que huyeron de la pandemia de peste de mediados del siglo XIV. Pero eso es, exactamente, lo que decía del origen de Torrecampo Luis María Ramírez y las Casas-Deza en 1839: es evidente que Ocaña lo leyó y lo atribuyó a Villanueva. (Curiosamente, la ermita a San Sebastián de Pedroche está en el camino a Torrecampo).
     La devoción a San Sebastián estuvo muy difundida en la Edad Media por su carácter antipestífero. Parece ser que se debe a la antigua creencia que relacionaba la peste con las flechas y, según la tradición, San Sebastián fue atado a un madero y asaeteado, aunque sobrevivió a los flechazos.
En la Antigüedad se consideraba que Apolo, el dios arquero, era capaz de desencadenar una plaga de peste lanzado flechas, y también podía detener la epidemia. Con el cristianismo San Sebastián (que compartía con Apolo el aspecto de un bello y armonioso joven) asumió la capacidad de detener la epidemia de peste, pues había sobrevivido a las flechas. Hay también autores que consideran que las hogueras purificadoras que se hacen en las fiestas populares a San Sebastián (y que se mantiene en Villanueva) están relacionadas con la peste y el patronazgo de San Sebastián.
     Juan Ocaña Torrejón, que llegó a Villanueva como Secretario del Ayuntamiento, recogió una tradición oral (en su libro citado de 1911, p. 25): “Se construyó una pequeña ermita bajo la advocación de San Sebastián, la cual estuvo instalada en el sitio que hoy ocupa la casa núm. 11 de la calle Casas Blancas, en la cual aun se notan vestigios de su primitiva construcción y, sobre todo, el nicho donde estuvo colada la imagen y la habitación destinada a sacristía”.
Su hijo, Ocaña Torrejón (Callejero de Villanueva de Córdoba (colección de datos históricos, 1972, p. 112), escribía de la ermita: “La soldadesca y hermandad que aquí le rendía culto en su primer oratorio de la calle Casas Blancas, acometió la edificación de una ermita en las afueras del poblado y al lado del camino que llevaba a Córdoba, dedicada a él, consiguiendo para ello autorización del obispo de la diócesis, el Rvdo. P Fray Martín de Córdoba y Mendoza [que fue obispo de Córdoba entre 1578 y 1581]… Hacemos estas aseveraciones fundándonos en que, en una pequeña pieza, de color rosado, que coronaba el antiguo campanario que sujetaba la cruz de hierro, había esculpida la cifra ‘1585’, la que parece señalar la fecha de la construcción, pues coincide con aquella otra que existió en el primer arco entrando en el templo en el que en su pilastra del lado izquierdo tenía la figura de un toro picada e el granito, y en la del lado opuesto, la inscripción, también enmarcada, que decía: ‘Este arco lo hizo Martín Ruiz. Año de 1585’.
     Pero un documento fechado el 22 de marzo de 1534 hace que tengamos que replantearnos el origen y ubicación de la ermita de San Sebastián (ARCHGR01RACH Caja 1741-1, fº 32v y fº 33r). Se trata del inventario de bienes que tras la muerte de Diego Ruiz de Pedroche hace su viuda, María Sánchez, y sus hijos para llevar a cabo su partición. Como antes, además de la transcripción se ofrece el documento original:

“[En el margen:] Inventario de la partiçion.
En Villanueva de Cordoba villa de la muy noble e muy leal çibdad de Cordova en veinte e dos dias del mes de março anno del nasçimiento de nuestro Salvador Iesus Chryspto de mil e quinientos e treynta e quatro annos ese dia ante honrrado Pero Martin del Pozo, alcallde hordinario, y en presençia de mi el escribano publico e testigos de yuso escritos, paresçieron por ante Mari Sanchez, muger que fue de Diego Rruyz de Pedroche, difunto que Dios perdone, vezina de esta villa, e juntamente con ella Diego, e Juan e Francisca Rruyz e Leonor Lopez, y Alonso Garçia, marido de la dicha Francisca Rruyz en su nombre, e Juana e Maria, fijos del dicho Diego Rruyz e de la dicha Mari Sanchez, e pidieron al dicho alcallde faga partiçion de los bienes rrayzes e muebles que quedaron por fin e muerte del dicho Diego Rruyz, difunto, y los byenes que paresçieron serr del dicho Diego Rruyz e de la dicha Mari Sanchez son los siguientes.


Unas casas en que la dicha Mari Sanchez byve que alinda con el hermita de Sancto Sebastian hermita desta dicha villa y con un solar de Andres Garcia de Ledesma y con el camino rreal de Sus Magestades que fue taçada en çinco mill maravedies.”


     Por la calle Casas Blancas ni pasa ni pasaba ningún camino, ni real ni de carne. Ese camino que se cita en el documento es el que transitaba por las actuales calles Córdoba, San Sebastián, Real, Plaza, Herradores y Pedroche rumbo a esta villa, por lo que resulta evidente que la ermita de San Sebastián estaba en 1534 en el mismo sitio en que está ahora, en el lugar que conocemos en el pueblo como Alto del Santo. Coincide con lo que decía el Concejo en 1567, que había una ermita “casi fuera del lugar”: es la de San Sebastián en lo Alto el Santo.
     Sí parece también lo más lógico que fuera reconstruida en 1585, como mostraba Ocaña Torrejón por las fechas labradas en la iglesia. Pero del presunto primer oratorio en la calle Casas Blancas no hay referencia o prueba alguna, salvo lo que oyó y escribió Ocaña Prados en 1911.